Como la creencia individual tiene consecuencias, la gente tiene que ser responsable de lo que crea. En general, no se debe condenar muy duramente a las creencias equivocadas, porque son muchas, de distintas calidades y cada quien tiene las suyas, pero sí se debe instar a que se las examine y acierte, con los castigos justos que les correspondan. En particular, a quienes impulsen las que sean muy nocivas, sí les caben sanciones mayores, que también tienen que ser justas. A veces es difícil medir bien el castigo, y otras no se puede, pero hay que intentarlo.