Con la cultura del trabajo se condenó a la diletancia, así como desde el eficientismo radical se hizo con la vaguedad. Ahora se reprueba la procrastinación, pero esas cuestiones responden a causas, algunas de las cuales son enfermedades inadvertidas, por lo que el tema es corregible. Algo que se dice poco es que el rechazo al trabajo responde, entre otras cosas, a sus injusticias, por lo que, para que se lo rechace menos, se lo debe hacer mejor, de un modo que reconozca bien las críticas en su contra, e incluso los motivos ocultos detrás de las insensatas, ya que, cuando se padece algo que no se comprende bien, se puede quejar con razones inválidas pero que responden a ese padecer. La crítica irracional tiene fundamento, da cuenta de que algo debe ser replanteado, pero no llega a señalarlo de forma adecuada.