Dentro del ambiente opuesto al imperialismo estadounidense, al que se denomina como imperialismo a secas como si los imperialismos chino, ruso, europeo, e incluso de los demás países, aún los chicos (que se imponen sometiendo hombres sobre las otras especies vivientes), no fueran tales, figura el prejuicio de que los mandatos de los partidos estadounidenses "demócrata" y "republicano" son del todo idénticos, lo que es equívoco y ahora termina por perjudicar a migrantes, alternas sexuales, mexicanas y panameños, atacados por Donald Trump en su discurso de asunción presidencial, e incluso a los cubanos, que hubieron sido descatalogados como terroristas por Joe Biden y ayer volvieron a ser calificados como tales por este Trump. Es verdad que la clase predominante de EEUU y su Constitución son las mismas, lo que determina un núcleo más o menos estable de políticas liberales en el país, pero también es cierto que existen diferencias entre ambos partidos que hacen que no dé del todo igual cuál gobierne su presidencia. Para una mejor opción no está predispuesto el pueblo estadounidense, que votó más por este Trump que por Kamala Harris, por mucha diferencia respecto de otras opciones (salvo la de abstenerse, que es heterogénea y abarcó como a 90 millones de ciudadanos, más que los 77 millones que votaron a Trump), así que eso debe ser bien tenido en cuenta al momento de evaluar la realidad. Ignorar esas diferencias lleva a error aunque sean particulares porque lo particular importa y hace a lo general.
El universo de la abstención deberá ser bien aclarado para que el análisis de la adhesión política internacional sea completo, y también está el de quienes no fueron empadronadas. Lo defraudante del democratismo actual se nota en el trato que se da a los abstinentes e impugnadores del voto, aún el blanco y las críticas del llamado "positivo" -como si el otro no pusiera-, ya que su opinión no es tenida en cuenta para elegir cargos de gobierno, e igual sucede para no empadronados. Al momento de escoger a las máximas autoridades políticas, no se les considera parte del pueblo. De todos modos, tampoco la completud democrática, en la que participe todo el pueblo, relativamente por igual porque la igualdad de poder político no debe ser absoluta -debido a las diferencias que merecen ser tenidas en cuenta, como las de edad, aptitud, sensatez y conocimiento, que son sólo algunas, como la altura, el peso y la salud-, es criterio suficiente para aprobar a la democracia, porque una completa pero perversa sería mala. Entonces, la calidad de la opinión del pueblo es una condición para que la democracia sea buena, y no es la única. Depende de la teología porque la teología se impone sobre el orden jurídico y el periodismo, de distintas formas según su subtipo y país, lo cual evoluciona, así como de la ley propietaria y de otros temas, a la vez que los discursos jurídico y periodístico son populares, porque periodistas y jueces son miembros del pueblo, e influyen en sus receptores, que los critican aceptándolos y reprobándolos de acuerdo a sus pareceres sobre la historia, que no son del todo apropiados, es decir, que la humanidad hace la historia a partir de ideas algo equivocadas, con mucho poder por la técnica creada, lo cual es catastrófico y causa un dolor con el que se cuestiona a nuestra práctica y se le buscan soluciones, ni siempre hallándolas ni todas buenas. Hay malas soluciones, con lo que la especie tiene mucho que corregir de sí misma para alcanzar una vida que resuelva bien hasta sus pecados, los que lo merezcan de verdad, ya que la doctrina sobre el pecado tampoco es del todo buena, pero una parte del pueblo así la aprueba y la piensa como incuestionable, semejante a lo que ocurre con la idea de la infalibilidad sacerdotal en el islam, también relativa, sin que su moderación baste para que el orden social sea libre de muchas faltas evitables, cosa que depende de la concepción humana del cosmos.
La humanidad se autoengañó respecto a la democracia desde su creación antigua, creyendo que el pueblo se acotaba a los adultos griegos tenidos por ciudadanos, como si esclavos, mujeres y niñas vivieran por fuera de las ciudades, y hoy en día se engaña para ese y otros asuntos. Existe una disyunción entre la ciudadanía de hecho, el hecho de vivir en la ciudad, y la del derecho constituido, la reconocida por los gobiernos de palacio, que depende de la industria forestal y petrolera para la fabricación de los documentos de identidad y se instruye desde ideologías religiosas y científicas de acuerdo a cómo inciden en la ley oficial, impuesta por la fuerza de las armas más perfeccionadas y de los ejércitos y policías. El poder del dinero manda porque el ejército lo requiere para comprar sus bienes. Lo hace desde la presidencia, que paga los gastos militares con impuestos, entre ellos sus sueldos, y con más fortuna en una parte de su sector privado, que es más rica que los gobernantes nacionales, cuando no ejerce ambos roles. Entonces su riqueza es aún mayor, porque acumula capitales tanto desde el sector privado del gobierno de masas, con la venta legislada de productos, como desde dentro suyo.
El debate entre el capitalismo y el comunismo sigue girando en términos falsos porque el comunismo capturaría y el capitalismo comunica a la humanidad, y el del socialismo y el liberalismo porque el comunismo es liberal, en el sentido de vincularse a la libertad, lo que fue expresado como izquierda "libertaria" -ahora ese vocablo es más usado por la ultraderecha-, y porque se identifica al socialismo con el capital gubernamental y al liberalismo con el privado suyo, lo cual es inadecuado porque, por un lado, el socialismo no siempre se define a sí mismo por el capital del gobierno, eso fue un método de transición de la URSS y sus afines, después reformulado como mixto y que sigue sin funcionar muy bien; por otro, porque el liberalismo referenciado en Adam Smith ocupó mucho los gobiernos estatales, no sólo en tribunales y parlamentos sino en muchas presidencias, e incluso lideró las asambleas constituyentes del sistema que prevalece en la Tierra, y en tercer lugar porque algunas empresas externas al gobierno de los estados son de dueños socialistas.
La oposición al imperialismo, incluso el estadounidense, no debe ser absoluta, porque no es del todo malo. Se refiere a parar dentro. "Im-" remite al ingreso, y "-perio" a parar, como se hace con el cuerpo cuando se detiene en un espacio ocupado y con las vigas de las paredes cuando se las entierra, o sea, que el imperialismo atañe a la colonización del terreno y a la construcción de recámaras, aunque también a otras cosas. El problema del imperialismo son sus males, no su ser en sí, porque puede ser bueno.