Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

sábado, 2 de julio de 2022

Un modo de combinar la guerrilla con el electoralismo

 Las vías guerrera y pacífica al socialismo no sólo que no son excluyentes, sino que deben ser bien compuestas, priorizándose la pacífica si el ejército de derecha no estuviera destruido y si hubiera sufragio abierto, salvo grandes sorpresas, aunque la pacífica no alcance siempre para iniciar un proceso denso y ampliable de socialización de empresas privadas, cuestión que ocurre cuando el triunfo de los partidos socialistas no basta para reformar las constituciones de modo tal que se lo autorice desde la ley superior. El método guerrillero serviría bien, a veces, para combatir tiranías largas y con poco apoyo que no permitieran otra salida, y para tomar el gobierno si quedara fácil, lo que sería arduo de sostener por la puja internacional. A la oposición se la podría mitigar con un pluralismo gubernamental que habilitase a las presidencias a concretar de buena forma la socialización empresarial, si el pueblo votara por ella, pero así faltaría socializar bien el gobierno y el clero, lo cual también depende de la voluntad del pueblo. Si los sindicatos se involucraran bien en el control de las ganancias, podría haber un período de socialización incipiente, que sirviera de ejemplo, en el que se redujera la desigualdad mediante la corrección distributiva oficial, que estaría sujeto a conflictos a los que habría que atender. Para una menor resistencia al socialismo, el empresariado tendría que entender que el socialismo le conviene para vivir mejor, pero para eso debe ser bien implementado, lo que se relaciona con los imperativos clericales y con el método de la lucha de clases. Entonces, falta definir bien el método para la revolución. Una revolución mal hecha, fracasa, aunque progrese, pero es mejor que se desarrolle fracasando poco, si no nada, por lo que determinar el buen revolucionarismo se hace preciso. ¿Qué revolución hacer? ¿Y cómo hacerla? Primero hay que responder bien a eso, antes de intentar concretarla. Hasta tanto, se requiere de una fase de progresismo, para facilitar la preparación para la revolución, la cual tiene que contar con la predisposición de la mayoría del pueblo, y con otras condiciones, algo duro y criticable por las barbaridades del progreso, que tampoco son del todo malas. Hacer la revolución sin un buen método es imprudente, o sea, que habría que evitarlo, salvo en una disyuntiva extrema.