Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

viernes, 14 de julio de 2017

Balance breve del desalojo de PepsiCo

Un error de la postura trotskista para las últimas elecciones presidenciales argentinas, cuando equiparó al macrismo con el sciolismo porque ambos son capitalistas, es que no entendió que las fábricas recuperadas y los trabajadores de las de las empresas no autogestionarias dependían del capitalismo populista para mantenerse sin deteriorarse tanto. El sistema planeado por el sciolismo también hubiera sido explotador y ajustante, pero les habría permitido subsistir menos ingratamente. Es que, como los trotskistas no entendieron el lugar de la religiosidad en la política, no repararon en que muchos de los votos del proletariado argentino son para los partidos católicos. La identidad religiosa tiene un correlato partidario al que es importante entender para operar bien la transformación social. Este problema no es sólo del trotskismo, sino que atraviesa, de distintas maneras, a la mayoría de la izquierda, que debe entender bien a la situación social para plantear una política efectiva, o sea, que concrete la revolucionaridad según lo permitan los actores sociales existentes. Nos falta admitir socialmente que el proletariado está algo falseado, que es algo malo, y que favoreció en masa al idealismo capitalista porque la hipocresía humana es normal. Entonces, en esta situación, de progresividad proletaria incierta, la humanidad no puede evolucionar mucho y bien en poco tiempo: se tiene que determinar suficientemente qué progreso debe ser y buscarlo habiéndose adaptado a la progresividad permitida por la forma social existente, o sea, forzándola bien. Es la única manera de que el revolucionarismo sea bien exitoso.

A este balance le falta la crítica al macrismo, que es más importante y a la que hacen otras personas. Expongo mi solidaridad con el trotskismo local, que está bajo persecución política aguda.