Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

lunes, 31 de julio de 2017

Crítica a las alarmas

Las alarmas, para cuidar los automóviles y las viviendas, casi siempre que suenan no es porque alguien intente robárselos, sino por otras causas, lo que hace que en las ciudades muchas veces los seres auditivos las escuchemos en vano, cosa que nos molesta más que si funcionaran bien. Es un método de seguridad malo, que se fundamenta en el interés capitalista de las empresas del rubro, que en parte es necesario para los humanos que subsisten con ellas, lo que se deberá reformular, y además por el interés de acumulación que supera a la de la subsistencia, consistiendo en capitalismo innecesario para la sobrevivencia familiar del empresariado y el asalariado del ramo. El capitalismo es necesario para la reproducción de la humanidad en tanto que ésta no adopte un modo mejor de intercambiar las propiedades provenientes de nuestra creación, pero, individualmente, el empresario puede optar por efectuar acumulaciones excesivas o no hacerlo. Eso diferencia al empresario capitalista del proletario, habiendo una zona difusa entre uno y otro y cabiéndoles a ambos distintas críticas según el caso. En el de las alarmas, cabría la deposición de la acumulación de capital sobrante, pero además el negocio debiera reformularse por su mala forma social, que hace a la contaminación sonora. El asunto no debe aparejar el maltrato a los empresarios de las compañías que las promueven, sino que precisa de una resolución social que requiere de la reforma legal, para lo cual el democratismo tiene que tener el gobierno, aunque esté falseado, porque la aristocracia es más falsa aún y porque el grueso del proletariado no se inclina aún por fuerzas ateas y ecosocialistas, cuya presidencia además está prohibida en Argentina por la constitución. Ya bastante crisis tendrían al saber que socialmente se exige su transformación, y tendrían razón al contrarreclamar que se los trate bien y que se atienda a sus buenas demandas, en tanto que ellos también padecen a la violencia ajena, por lo que precisan de la transformación social justa.

Las alarmas responden a la delincuencia, que a su vez depende de la distribución desigual de las propiedades trabajadas, pero además a la sobrepropietarización, en tanto que muchos de los automóviles no son necesarios, ya que se los podría prescindir resolviendo a la cuestión del transporte, y porque también hay casas deshabitadas, o las que no necesitarían de resguardo si sus miembros no se fueran tanto de turistas, y que serían cuidadas por sus vecinos si hubiera la convivencia social debida, cosa que depende también del pietismo, porque éste agrupa a las personas de acuerdo a su esquema familiar, que estorba aunque a veces se lo ignore, porque su familiariedad no siempre abarca a todos los humanos: oscila entre la fraternidad universal y el familiarismo estrecho. La cuestión familiar está íntimamente relacionada a la de la administración propietaria, ya que la ley pauta el derecho de herencia según el modelo familiar vigente, que es aceptado por el canon religioso, aunque sea histórico, y que impide la vigencia de la familiariedad genérica. El derecho de familia es constitucional en naciones pías.