Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

domingo, 9 de julio de 2017

Comentarios sueltos a un artículo de Daniel Alvaro

Es el titulado “Ontología y política de la comunidad. El tenue hilo entre Bataille, Blanchot y Nancy”. Es poco lo que leí de estos tres autores. De Bataille sí leí algunos libros, pero de manera desordenada y sin haber podido identificar sistemáticamente los rasgos centrales ni la evolución de su planteo. De los otros dos no leí casi nada. No obstante, le señalo tres cosas. La primera es que la ontología y la politología no son dos órdenes separados, porque la política es parte del entismo, dentro del cual es el comunitario. Lo óntico contiene a la comunidad humana y a su política porque abarca a todo lo existente. La segunda es que la comunidad humana es histórica y nos incluye a todos los humanos. La humanidad coexiste en el planeta Tierra, y al hacerlo sus miembros interactuamos entre nosotros, así sea indirectamente. La comunidad humana está garantizada porque vivimos en el mismo espacio, pero el tema es de qué coexistencia se trate. Esos pequeños grupos sociales de Bataille y de Blanchot fueron microcomunidades en el seno de la comunidad humana. La tercera es que la política es insoslayable porque es el modo que tiene la sociedad humana para conducirse a sí misma. La política puede ser gubernamental o extragubernamental, ya que las hay de ambos modos, pero la gubernamental también es importante, por lo que cabe exigirle al anarquismo que se reformule a sí mismo entendiendo de buena manera a la cuestión gubernativa. El anarquismo renegó del gobierno porque el gobierno solió ser religioso y estratificante, por lo que excluyó al ateísmo y al socialismo, pero el socialismo, sea de la vertiente que sea, debe tener una buena política respecto del gobierno, porque éste es importante para la calidad de la vida de nuestra especie. A su vez, el anarquismo nietzscheano tiene tres faltas importantes. Tiene más, entre otras cosas porque está derechizado, aunque tiene de bueno la crítica al cristianismo, que ha de ser relaborable, pero ahora me centro en estas tres. Una es la referida al gobierno, que desfavorece a los partidos progresistas. Otra es el misticismo, de tipo zoroástrico, que lo sectariza y le pervierte la razón. La tercera es su mal aristocratismo. El aristocratismo puede ser aceptable porque hay gente que nace en la aristocracia y que aún así puede ser buena, más o menos constante o esporádicamente. Lo que pasa, entre otros problemas, es que la mayor parte de la aristocracia fue antipopular, por buenas y malas razones, además de que fuera expulsada del socialismo marxista por el carácter asalarista de éste, o incluida a condición de que el aristócrata que quisiera participar en él modificara su tipo de ingreso tomando un empleo asalariado, al obedecer a la idea de que así se solucionaría bien la cuestión, lo que fue un error porque careció de perspectiva integral. El socialismo, en tanto que es un materialismo hedonista e igualitario, debe reconocer su carácter transclasista y aceptar críticamente los modos de lucha y la situación existencial de sus distintos miembros. Así tendría más legitimidad para exigir los cambios comportamentales que fueren necesarios para la buena convivencia, pero para tener éxito tendría que hacerlo de buena manera. Esa rudeza pierde.