Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

miércoles, 19 de julio de 2017

Desarrollismo capitalista, desactivación del movimiento obrero, restauración conservadora y plan de ajuste

Al obtener el gobierno los partidos del progresismo limitado del último ciclo latinoamericano, aplicaron un modelo de desarrollo capitalista que tuvo un carácter protector del mercado interno compuesto con el trasnacionalismo de los negocios más grandes, entre los cuales los de la obra concesionada por el estado a empresas privadas, que generalmente fue corrupta, haya sido la corrupción legal o no, y con el pago de la deuda fraudulenta, con una variante en el Ecuador, que redujo el pago mediante el enjuiciamiento debital, el de su deuda. Todos los gobiernos de estos países aplicaron un ordenamiento cristiano, democrático representativo y capitalista, más o menos progresista según el caso, que al incluir a las poblaciones en la reactivación de los mercados internos depuso relativamente a los procesos movilizatorios que los precedieron, incluso condenándolos, algo parecido a lo que replicaron para los otros movimientos sociales, lo que favoreció a la restauración conservadora, que ahora se encuentra con proletariados poco aptos para resistir a los planes de ajuste en Brasil y Argentina, o al detenimiento del progresismo en Uruguay, o al hostigamiento imperialista y liberal en Venezuela. El modelo keynesiano despolitiza al proletariado, por lo que impide profundizar la socialización de la propiedad privada y la liberación conceptiva, la de la opresión religiosa, favoreciendo al capital y al conservadurismo, por lo cual es preciso formular un modelo de inclusión progresiva que pueda ser mantenido a mediano plazo, pero la izquierda tiene que entender que el proletariado está falseado por el fideísmo y por la manipulación privada, por lo que hay que buscar una progresividad acorde con nuestra predisposición revolucionaria, que en general es de baja a mediana intensidad, por lo menos mientras que nos esclarecemos con la crítica y hasta que hayamos adquirido un mayor nivel de conciencia y de capacidad política.