Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

miércoles, 12 de julio de 2017

Del buen oscurantismo y el mal iluminismo, y de la síntesis que se les puede hacer a sus idearios principales

La dicotomía entre el iluminismo y el oscurantismo es falsa, porque hubieron elementos malos en el primero y buenos en el segundo, así como la oscuridad de la noche puede ser agradable y peligroso el brillo solar, como en el desierto del Sahara. Hace falta su síntesis, y que sea justa también con los males de ambos: sería la del buen cientificismo y la del buen arte, o, más en general, la de la buena cultura, en su sentido amplio, el referido a toda la práctica humana. Esa síntesis tiene que ser social: su síntesis individual, o mismo grupal, no basta para el ordenamiento bueno de la práctica de la especie. El ordenamiento humano no será totalmente bueno, como lo supone la utopía hedonista plena, el máximo deseo al que podemos aspirar, pero no importa, porque la síntesis conceptual humana sirve para vivir. En tanto que la utopía máxima del socialismo, que es el orden feliz en el que todas las cuestiones estarían bien resueltas, como el paraíso terrenal, es incumplible, el análisis social tiene que servir para la autoconciencia humana, porque la práctica humana es conjunta, concerniendo a toda la especie, por lo que es un tema que persistirá irresuelto por mucho tiempo, durante el cual cada miembro intentará, en general, sobrevivir como pueda, para lo que analizará a la realidad con los instrumentos conceptuales que haya adquirido, y en medio de una historia con bastante mala coproducción.

El socialismo contiene a un utopismo paradisíaco orgiástico, en contrario a la promesa de felicidad almática celestial, en que toda la producción estaría bien ordenada y la humanidad efectuaría una orgía cordial en comuna, pero la realidad no es ni una ni la otra, es la de la historia efectiva, en la que transcurre una orgía de la especie durante y como parte de una crisis violenta, que puede dirigirse tanto hacia la utopía progresista como a formas retrógradas, y que además persiste, pero a la evolución social humana la hace cada miembro de la especie, por lo cual lleva mucho tiempo concordar la transformación, a la vez que nuestra historia se transforma todo el tiempo caóticamente: es una conjunción de muchos órdenes mal y bien planteados. El problema para el materialismo es qué intervención histórica realiza, cómo opera en la historia para lograr su objetivo, lo que es un problema mundial. El materialismo es una concepción que incide en la historia mundial, pero para que su incidencia sea suficiente la humanidad tiene que transformarse mucho, y no quiere hacerlo, y asimismo no hay consenso dentro del materialismo sobre varias cuestiones, que encima están desacertadas: se deciden las acciones sin la certeza suficiente, a prueba y error, lo que es accidental. Está mal organizado. No puede ser de otra manera, porque la historia es caótica, pero la mala organización es ordenable, depende de sus miembros y de las exigencias externas. Lo cierto es que la gente seguirá luchando para vivir mejor mientras que viva, muchas veces. El tema con eso es que para que la humanidad viva bien debe dejar de ser fideísta, además de malapropiante. Esos son requisitos inomisibles para el buen vivir. Al utopismo de izquierda se opone el seudoutopismo de derecha, el utopismo feo, tanto el paradisíaco, el purgatoriero y el infernal como el apocalíptico, que muchas veces se infiltró en el anarquismo, por medio del escepticismo defraudado, con esa serie de relatos de malfuncionamiento social que le infestaron la imaginación, induciéndolo, en suma al resto de la violencia que recibió, a prácticas degresivas; pero también está permeado por imágenes de mal desarrollo, que decepcionan a las naturistas: son las utopías falsas de la izquierda, como cuando quieren industrializar de un modo que eleve el producto bruto capitalista, cuando se preocupan por la recesión o el decrecimiento, intentando retomar el crecimiento, y en tasas altas, como si el problema productivo humano fuese más de cantidad que de calidad. Atiende a la falta de producción, pero no a la bondad productiva. En verdad, la crisis humana es más de súper y mala producción, y de falta en algunos casos menores: no se va a solucionar con más malproductivismo, que es capitalista y acrecentador porque el capitalismo tiene una manía acumulativa. Al contrario, la solución requiere de una producción fabricante menor y bien hecha, que permitiría liberar a las producciones no fabricantes, que no aumentan el índice del producto bruto mundial porque la estadística no la contempla, al no medirse en valor monetario, y que pueden ser tanto o más importantes que la producción de bienes monetarizados. El seudoutopismo le reprocha a la izquierda su ilusoriedad, pero también es un utopismo, una realidad imaginada que no es la histórica más concreta, la extraimaginaria. Ambos plantean proyectos sociales divergentes, que tienen diferencias con el presente, y los dos son inconcretables del todo, pero no parcialmente, y responden a grupos conceptivos afines, el teísmo y el materialismo, aunque éstos existan entremezclados. Entonces, el utopismo puede ser bueno, en tanto que se adapte bien al presente y según a lo que aspire, y también puede ser malo, si pretende mal, o puede estar equivocado, si pretende de más, o sea, si pretende concretar pronto anhelos que son inconcretables a corto plazo: entonces tiene que ajustar sus buenas intenciones a una forma concretable para la sociedad en curso, a sabiendas de que la lucha materialista es terráquea y de que persistirá a la vez que la crisis. Para triunfar, el materialismo tiene que encontrar el modo de vivir bien durante la crisis, porque la crisis persistirá mucho tiempo, para lo cual tiene que saber cómo operar conjuntamente la transformación social, aunque su asociación sea crítica, conflictiva y defectuosa. Antes que operar la transformación social, hay que establecer un diagnóstico cierto de la situación, y entonces concordar debidamente el modo de operarla. La crisis humana es un problema social que tiene que ser resuelto de conjunto: requiere de una práctica social para ser resuelta, por lo que depende de la conciencia internacional, pero mientras tanto la historia transcurrirá, y el materialismo se posicionará de distintas maneras, bien y mal. Según qué postura adopte será la efectividad de su política.