Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

martes, 12 de septiembre de 2017

Breve insistencia clasista y estratégica

La noción de “proletariado” debiera ser entendida como “familiariado”, para no abusar del término, pero entonces carecería del sentido que se le quiso dar hasta ahora, el referido al conjunto de las clases sometidas, el “sometariado”, aunque en verdad el significado que se le atribuyó más fue el de la clase asalariada: hubo una polivalencia semántica en torno suyo, que dificultó la composición de las fuerzas revolucionarias. Valdrá el abuso, aunque con la falta que tiene, y que es importante porque hasta ahora generó una tara en la estrategia libertaria, cuyo pensamiento tardó en esclarecer si el campesinado, indígena o no, el lumpenproletariado urbano o el empresariado menor podían ser revolucionarios, cuando lo eran en algunos aspectos y no en otros, lo mismo que hizo que se creyera que la capitalesía no podía ser revolucionaria en nada luego de haberse constituido en dominante, cosa que tampoco es cierta, como así lo es que la clase asalariada, el “asalariaje”, no es necesariamente revolucionaria, y hasta fue conservadora o reaccionaria. Que le roben el plusvalor no garantiza que luche por la justicia, así como la instauración de relatos míticos como concepciones ordenadoras del sentido existencial no implicó siempre que las personas perjudicadas por ellos les lucharan en contra, porque la humanidad tiene sus estupideces, sus actitudes autoperjudicantes.

El sujeto revolucionario debiera llamarse “comunariado”, o, exactamente, “revolucionariado”, y se compondría de todas las personas que adscribieran a la revolución social, lo que también debiera ser objeto de la crítica porque el revolucionarismo tiene sus faltas, que le otorgan provisoriamente la razón a los conservadores, y esa adscripción sería contradictoria y oscilaría entre constante y esporádica. También habrá que tener en cuenta que las faltas de la dirigencia revolucionaria le restan fuerza a la liberación porque expulsan del proceso a algunas personas y porque prohíben, o dificultan, el tratamiento de los cuestionamientos elevados por ellas, quienes deberán ser criticadas de buen modo en lo que deba ser. La evolución humana es la de toda la especie, y no es necesariamente buena, por lo que cabe la crítica de la revolución y la de los revolucionarios, pero esa crítica debe serles favorable: debe servir para mejorar su desarrollo.

Ya es trillado decirlo, pero igual reitero que la mayoría del marxismo previo a la caída del bloque soviético identificó erróneamente al proletariado con el asalariaje industrial, ya que así excluyó de su estrategia a las otras subclases sometidas y a las tendencias liberadoras dentro de la clase dominante, que no se compone sólo por los capitalistas, sino también por sus parientes y otros tantos allegados, quienes conviven en una concordia conflictiva y algo disgregatoria, además de haber omitido reconocer los impulsos retardatarios de aquél, que lo aproximaron al reformismo procapitalista y religioso, en particular por su afinidad con los partidos y sindicatos pietistas. El proletariado no sólo es el sujeto revolucionario, sino que también es un sujeto conservador, cuya orientación depende de muchos factores, entre los cuales está la propuesta de lucha que se le haga desde el socialismo, que tiene que adaptarse críticamente a su predisposición emancipatoria, para que sea aceptada, aunque eso implique posponer algunos avances, ya que de todos modos habrá que posponerlos si es que no hay la fuerza social suficiente para concretarlos, y además porque las estrategias socialistas llegaron a ser bastante delirantes, causando que mucha gente fuera a morir o a reventarse por la causa, cosa que no es honesta que se le exija a las personas.