Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

lunes, 25 de septiembre de 2017

La deuda estatal es una trampa perfecta. Teísmo y maldad

Como trampa financiera del privatismo moderno actual, la lógica del endeudamiento internacional es perfecta para la capitalesía, ya que así endeuda a los proletariados nacionales y se capitaliza al máximo. El truco es que quienes manejan el grueso del dinero son los capitalistas, tanto los que se endeudan como quienes lo prestan, sean del país que sean: es una transferencia internacional de capitales que endeuda a los proletariados de cada nación por medio del gobierno, que se supone que los representa, pero en la que a la plata se la quedan los capitalistas. Unos capitalistas piden los préstamos desde el gobierno, otros los brindan desde las instituciones financieras, algunos de esos se quedan con la plata prestada, sea por comisiones, por robo o por ser remunerados al ejecutar las obras financiadas con el endeudamiento, y luego, con la transferencia de los títulos de la deuda, esos y otros la cobran con intereses, para lo cual los estados recaudan impuestos a las naciones y aplican planes de ajuste. Como al gobierno piero lo elige cada nación mediante el voto, se lo asume como representante suyo, lo mismo que para los ateos comunistas pero sin sufragio, y por eso a los de ambos grupos se los toma por facultados para administrar las finanzas estatales: la capitalesía se autoasignó, por la fuerza de las armas, en conjunto con las otras potencias, la capacidad para administrar las finanzas nacionales, generadas con el esfuerzo creador de valor de cambio, tanto el laborista como el empresarial, que se complementa con las otras prácticas intervinientes en su producción, como lo son las bursátiles, las diplomáticas, las militares y las comunicativas, que incidieron en la apropiación de capital. El valor de cambio no es sólo una creación económica, sino que es histórica. El capital ficticio requiere de un esfuerzo social, lo que hace que las personas debamos dedicar nuestro tiempo a la producción financiera, que es transclasista, ya que tanto la privesía como el pueblo fabricaron y administraron plata, cosa que trabó al relacionamiento social hedonista bien concordado, y sometió a las personas a ingratitudes, que explotaron en general en los peores casos, acordes al sacrificio exigido por las iglesias, a la accidentalidad fidente y a nuestra tosquedad animal. El financiero es un atareamiento social generador de valores abstractos, los del capital financiero, que es un sucedáneo de la idea de dios: son parecidos y comparten la lógica absoluta, la de los principios máximos, que están mal planteados. Habría que saber si primero existieron las ideas sobre los dioses o la representación cambiaria de los valores de uso, y cómo fue la historia de su coexistencia. Es más probable que la representación económica haya precedido a la teísta, porque la economía es más simple que la religión, pero no sé si está comprobado. Así como el clero alto entronizó a las formas puras, porque son afines a lo que se piensa de los dioses, el capital abstracto es una forma subjetiva, que no existe objetivamente, en la realidad exterior al cuerpo humano que la piensa: es una forma imaginaria abstraída de las formas naturales, a la que se concretó en objetos financieros, como lo son los títulos de deuda, las acciones, los billetes y las monedas, pero también en objetos fabriles, artesanales y agrícolas, y en tantas otras cosas a las que se les puso valor cambiario. Tanto la deificación como la valorización abstracta son mal representantes.

La filosofía teológica cristiana le dedicó mucho tiempo a entender cómo es la relación entre la objetividad y la subjetividad, con el problema del lugar de su dios en el asunto. Sus teólogos necesitaron saber cómo era que este dios, luego de crear al universo, a la Tierra y a los humanos, les permitía conocerlo, lo que les complicó los razonamientos, ya que le atribuyeron existencia objetiva y omnipotencia a un ser en el que creyeron, sin saber que existiera por sí mismo. La existencia objetiva de los dioses es hipotética, pero que se la dé por cierta mediante la fe falsea la indagación sobre el modo humano de conocer la realidad, que ya de por sí es un tema complejo, y su incidencia excede a lo epistemológico, porque la influencia social del pietismo es general, con el hábito de creer para actuar. Existe contrariando a la sapiencia. El humano actual no es tan sapiente, sino que sabe y cree a la vez, por lo que la actual es una etapa histórica en que la humanidad basa su práctica en una mezcla de creencias y saberes, confundiendo a veces a las primeras con los segundos. Entremedio de eso están los nacionalismos, que instalan identidades falsas en los grupos humanos que llevan a peleas internacionales, atravesadas de eventuales disensos interclasistas, por la supremacía planetaria, que hace al imperialismo y a la guerra tanto como a la puja capitalista entre las naciones. Además, hay diferencias idiomáticas, que dificultan la comunicación, seudofamiliarismo, y así otras tantas taras, como las de la irracionalidad fabérica, la de todas las clases de fabricación, que hacen que la gente trabaje algo en vano y algo de mala forma. A la mala práctica humana se deberá dejar de cometerla, pero para eso la gente tiene que ser consciente de su maldad, de modo tal que quiera abstenerse de ejecutarla, y eso precisa de que se entienda bien a la realidad y al sentido de la existencia. La reforma conceptiva que requiere la humanidad es muy grande, por lo que la aproximación a ella conllevaría mucho tiempo, pero es fundamental que los humanos respondan bien a la cuestión téica. Si no, no habrá revolución que alcance. La cuestión teísta es científica, por lo que debe ser abordada científicamente, de acuerdo a lo reconocido con certeza. Atender responsablemente a la exigencia atea es un deber humano, porque hace a la calidad de nuestra existencia como especie, porque el teísmo incidió mucho en nuestra práctica histórica y porque lo seguirá haciendo, en tanto que las concepciones del mundo, sean teístas o no, hacen a los órdenes sociales, que entonces son muy críticos. El ordenamiento sociohumano es muy crítico porque su práctica responde a ideaciones de sapiencia insuficiente, al trabarse la comprensión de la realidad con hipótesis tomadas por verdades, a cuyas conclusiones falsas le sucedieron las prácticas malas. Es el viejo tema de la falsa conciencia como causante de malas prácticas motrices.

Porque las concepciones predominantes desde el pensamiento griego antiguo fueron teístas es probable que la idea de la tesis se funde etimológicamente en el teísmo, pero a eso habría que evaluarlo debidamente. Las proposiciones seudocientíficas serían tomadas como proclamaciones de origen divino, o compatibles con la divinización, en tanto que la seudociencia, que ordena a la práctica social, en el fondo es téica, pero también la ciencia atea tiene sus falsedades. Que sea atea no implica que baste para ordenar bien a la especie, porque para hacerlo además debe ser buena y más o menos completa, cosa que exige que sea social, ya que cada individuo dirige a su propia práctica, también en respuesta a las coerciones y a las ideas que tenga, y según sus circunstancias, que en algo se componen de las prácticas individuales de cada quien, porque la sociedad humana es un conjunto de individuos relacionados.