Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

viernes, 15 de septiembre de 2017

Del homo sapiens credens y el fetichismo, con idea sobre el bonarquismo

El homo sapiens de la antropología, no es tan sapiente, es de una sapiencia en gran medida creyente. Hasta ahora, la humanidad, desde su inicio, hace como 195 mil años, no supo bien a la realidad, sino que se la explicó con una mezcla de verdades y mitos, es de una sapiencia creyente, que condujo mal y bien a la práctica humana, pero algunas de las maldades que padeció responden a sus fallas conceptivas, bastante más dadas por la creencia que por la verdad. La verdad tiende a generar buena práctica, aunque no lo haya hecho siempre. Entonces, la practicidad humana es crítica, por sus faltas, lo mismo que su fabricidad, y también es exitosa por sus aciertos. La sapiencia del homo sapiens, desde que surgiera en la historia zoológica terráquea, fue mítica. La humanidad mistifica a partir de haberse iniciado, aunque a veces no lo hiciera. La fetichización, como lógica operante en la vida social, viene al menos desde la época totémica, desde la deificación primitiva de la naturaleza, cuando el saber humano inició su misticismo, y hoy impera en el sistema social, de economía fetichista. El fetichismo, como derivación del fideísmo originario, atraviesa a las distintas instancias sociales de la humanidad. A la economía, a la política, de fetichismo representativo; a las artes, bastante fideicas; a las ciencias, liberales pías en general, o procapitalistas en gran parte, de reproducción del fetichismo capitalista; a la comunicación, muy religiosicada; al ejército, cuya dirigencia es sumamente clerical, y gubernamental, y casi siempre procapitalista. La humanidad, en general, es de sapiencia creyente, y fetichista en lo económico y en el gobierno, con la idea de la representación, que es fetichista porque las constituciones son casi todas fieras, y todas las leyes supremas de las naciones son procapitalistas, así como la legalidad trasnacional, aunque en los países socialistas el capitalismo esté más cuestionado, porque, al ser internacional la economía, éstos deben establecer relaciones económicas con los capitalistas, lo que los obligó a aceptar a la lógica predominante, a la que el socialismo chino adoptó muy eficientemente. El socialismo es fetichista también, porque la humanidad coexiste relacionándose y es preponderantemente feica, pero cuestiona a la fe. La exigencia del cientificismo ateo para el orden social es reciente: recomenzó a gestarse en la academia griega antigua, habiendo sido antecedida por cuestionamientos orales a los mitos diósicos, y se reinstauró en el Renacimiento, pero de forma marginal. Recién a partir de la conformación del socialismo científico se la formalizó como un reclamo acabado, corregible pero doctrinario, que sigue siendo minoritario, aunque impulsara a los avances modernos mediante la promoción del materialismo, en el que confluyó en disidencia con el liberalismo, que salvo excepciones es de un materialismo fidente. La internacionalización del capital da cuenta de la del fideísmo, porque el fetichismo de la mercancía se basa en la fe primitiva, la anterior a la instauración de las iglesias, la de los relatos míticos hórdicos, a los que la humanidad recreó sobre los continentes durante su larga migración entre que se gestara, en el África y tal vez en otros sitios, hasta que comenzara a civilizarse hace cerca de 9 mil años. Durante la etapa precivilizatoria humana, acontecida hace alrededor de entre 195 y 9 mil años, una época de cerca de 186 mil años, la humanidad fue creyente, construyó mitos originarios para explicarse a sí misma su lugar en el mundo, lógica que aún persiste. Habría que saber, dentro de esa etapa tan extensa, cuándo se creó a los primeros relatos míticos, para datar su inicio y estudiar su despliegue, pero seguro que ya existían al erigirse las primeras civilizaciones, que fueron todas míticas, así como persistieron a partir de entonces en las culturas nómadas y en las campesinas sedentarias, que se asentaron en torno a las ciudades. Entonces, con ese predominio feico, la representación política también es fetichista. La doctrina de la representación supone que los representantes representan bien a los representados, y también que los representados mandan bien al votar, lo que es claro que no es verdad. La falla representativa delata a su fetichismo, y es clerical porque el voto es una institución clerical, que responde a la idea de enviar a los dioses una mensaje privado, la lógica del rezo, para que ellos, desde arriba, satisfagan el pedido, cosa que por supuesto no hacen. El sistema sufragista supone que la nación es la fuente de la soberanía, en tanto que nación de un dios, se da en países monoteístas, tal vez con algunas excepciones, y que ésta, al votar, le encarga a los representantes que la conduzcan, con distintos partidos en pugna, pero dentro del marco constitucional, que es tanto pietista en los países liberales, en los que se vota, de legalidad suprema monoteística, como son todos fetichistas los métodos de elección de autoridades gubernamentales, en tanto que la representación ejercida por los partidos comunistas también reproduce al fetichismo mercantil, y es bastante injusta, habría que saber mejor cómo. El del socialismo gobernante es un fetichismo sin credo, generado por la fetichización del capital, que se corresponde a su ideología insuficiente, ya que la suficiencia del saber humano, para existir, debe ser internacional. Por ahora el saber humano es insuficiente para que la humanidad se ordene bien, por lo que ésta es muy crítica. Además, la nación china, así como la vietnamita y la norcoreana, o mismo la cubana, es bastante fidente, más o menos la mitad de los chinos son religiosos, lo mismo que hay muchos creyentes en los otros países. En el marco del internacionalismo creyente a los gobiernos hay que juzgarlos bien, con perspectiva histórica, porque así se le da el valor adecuado a sus faltas, lo que facilita corregirlas. Se les debe tener paciencia porque manejan ejércitos, que son superiores a la militancia común, lo mismo que mayores capitales y preponderancia social. Tras las crisis deberán atenderlas, y lo debido hasta que se las haya resuelto del todo. La crítica a los gobiernos tiene que entender a su criminalidad histórica no de modo punitivo, sino resolviente, así como la defensa anarquista a los delincuentes, pero sin absolverlos, sino exigiéndoles bondad. El planteo zapatista del buen gobierno no es exactamente anarquista, sino que es bonarquista, justamente porque se propone que el gobierno sea bueno, cosa que retoma del clericalismo popular. Sucede que los gobiernos coexisten en relación a sus sociedades y a la historia internacional.