Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

viernes, 14 de septiembre de 2018

Especulación sobre la etimología del bien y del mal

Si el bien se correspondiera con lo divino, y el mal con lo animal del hombre, habría que cambiar la forma de estas palabras, ya que guiarían mal a la práctica.

El bien en inglés tiene la forma del dios, en su forma sonora y escrita, en la que "good" y "god" son palabras semejantes. A su vez, la especulación teológica medieval, que guía al privatismo capitalista tanto como al populismo, hizo de la relación entre dios, la humanidad, el bien y la naturaleza su tema principal. El fonema del mal está presente en la palabra "animal", y la tradición religiosa diferenció a lo animal de lo humano, al creer en la proximidad mayor entre los dioses y la humanidad, con la excepción del animismo y del panteísmo, que endiosaron a toda la naturaleza pero siguieron creyendo en los dioses. Entonces lo ideal, la forma, lo más abstracto, obtuvo prioridad sobre lo de materia más concreta, así como se asoció al salvajismo con la naturaleza, presumiendo que nuestra especie había superado el estadío animal, así como que pudo alcanzar el divino. Lo vil remite a lo diabólico, que en inglés se dice "evil", así como es lo bajo, en tanto que las villas son las zonas de residencia de la clase baja de las ciudades, así como su arquitectura es la menos y la más mal propietarizada. Es una fetichización social asociada a la mitología de los credos principales, principalmente los que distinguen entre lo diabólico y lo divino, una deificación negativa y positiva, a su vez entremezclada a la estratificación social, que demoniza más a la base y diviniza más a la superestructura, es decir, que la fetichiza toda: a la parte baja la fetichiza sobre todo negativamente, y a la alta de manera más que nada positiva, esto con excepciones y crisis, y según el éxito social, al que se relaciona a la superpropietarización, el patronazgo y el mando; o según el fracaso, más de subpropiedad, desorden y obediencia, pero todo en concepción crédica y desigual. La clase media también se debate en fetichizaciones imaginarias, asociadas a la composición de su propia conducta con la pautada por la moral elaborada a partir de la interpretación de los relatos sacros, que conforman una eudemonología, una aspiración teísta a la felicidad social, que exige la adecuación del comportamiento social con las estipulaciones de los libros míticos, a la vez que con los demás conflictos históricos, concordancias en crisis por la lucha por la supervivencia, por la mala práctica que aquéllos impulsan, por la competencia capitalista y por la lucha de clases. La eudemonología se define por la toma de partido por dioses buenos, por buenos dáimons, buenos demonios, esto es, por dioses negativos positivizados, así que persigue una creencia. El materialismo puede reclamar la felicidad social, que requiere de la puesta en duda de la totalidad del teísmo, así como del ateísmo también. La sujeción a la verdad en materia teística que debe adoptar la humanidad es la agnóstica, en tanto que no se sepa bien el tema, sapiencia que no debe ser ni individual ni grupal, sino abarcar a la sociedad humana en su conjunto. Asumir el propio saber y la propia ignorancia implica cuestionar a la propia creencia, no sólo en materia de dioses, sino de la realidad entera.