Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

viernes, 14 de septiembre de 2018

La noción de "ajuste" es tramposa

Lo es en que insinúa que es justa, ya que el morfema central de la palabra es el de "justo". Se debe hablar del empobrecimiento popular. La noción de "austeridad" se le acerca porque viene de la aspereza, pero también es verdad que la hipercapitalización de la aristocracia es perdedora: es ganadora en falsos términos.

El llamado ajuste en verdad es un ajusticiamiento acorde con los patrones del castigo social pergeñado por los capitalistas. El criterio de justicia que tiene es el del enaltecimiento de la capitalización financiera, por lo que tiene cultura bancaria. En tanto que "castigo" quiere decir "purificación", en términos etimológicos, puede entenderse al capitalismo como un sistema relacionado íntimamente con la religión, que al explotar a los asalariados los sacrifica en pos de la generación de valores puros, que son los capitales. Como filosofía de laicismo creyente, el liberalismo replicó la lógica de purificar el alma mediante el sufrimiento corporal creando valores puros con la explotación de la naturaleza. Esto responde a que la noción de alma manejada por la teología es téica, no es la de la psicología materialista, lo que indujo a prácticas mortificantes para una pretendida redención de pecados mal estimados. A su vez, la ley liberal adoptó tergiversadamente a la doctrina clerical del pecado, al definir a los delitos en parte según la moral pietista, lo que se completó con la defensa de la propiedad privada y de la usura desmedida y con las conquistas obreras, en una legalidad algo contradictoria y cambiante cuya fidencia religiosa existe desde el mundo antiguo y cuya estructura capitalista es permanente desde las revoluciones burguesas porque está asentada en las constituciones.

Para comprender mejor el asunto habría que hacer un estudio específico sobre cómo los prejuicios religiosos de los empresarios capitalistas incidieron en la gerencia que efectuaron al desempeñar sus labores, pero aparte habría que averiguar cómo es que el sistema de vida de religiosidad laica que adoptaron los indujo al hábito acumulador de capitales. La ascética capitalista, en tanto que es de origen liberal, es teísta y clerical, de clericalismo laico en general, pero en el bloque comunista esto se replica con una relación indirecta con las iglesias que se completa con doctrinas universitarias, que combinan a los conceptos científicos de las ideologías teístas con los de las cosmovisiones agnósticas y ateas bajo la prevalencia de estas últimas. El materialismo marxista es ateo, y es el de la internacionales segunda, tercera y cuarta, por lo que es el de los bloques comunista y socialista, pero el que domina aún en el mundo es el materialismo liberal, que es el de la ciencia teísta, principalmente monotéica, del monoteísmo abrahámico, aunque más del cristiano que del islamista, y del cristianismo protestante en particular. La concepción hegemónica en el capitalismo es la protestante, expresada en el dios mencionado en los dólares, pero el liberalismo se completa con las otras ramificaciones protestantes, con el catolicismo, el cristianismo ortodoxo, el judaísmo, las vertientes islámicas y demás teísmos, así como se replica en los países de gobierno ateo, intermitente e híbrido en el caso de la socialdemocracia. El liberalismo es ecuménico más que monoteísta, pero en su mayoría es monoteísta, ya que las creencias politeístas que le adscribieron son minoritarias dentro suyo. La abolición del capitalismo y del salariazgo son objetivos de largo plazo: no pueden ser concretados en los países de gobiernos socialdemócratas ni comunistas. A lo sumo cabe exigirles que avancen en ese sentido lo más que puedan de acuerdo a la evolución histórica y a las demandas políticas proletarias que sean concretables y merezcan suceder, pero se les debe criticar las faltas con cierta prioridad.