Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

lunes, 17 de septiembre de 2018

¿Qué son el bien y el mal?

Ambos son relativos, y las ideas que nos hicimos de ellos son polisémicas. Las doctrinas teístas sobre todo asocian el bien a los dioses positivos y el mal a los negativos, y las materialistas los juzgan más según cómo afectan las cosas a la calidad de la vida, lo que es contradictorio porque lo bueno para algunos es malo para otros. En términos vitales, el bien y el mal son características de la realidad según ésta beneficie o perjudique a quien las analiza. En términos sacros se los toma de acuerdo a los preceptos dictados por los cánones, que fueron definidos de manera creyente. Como la idea que los humanos tengamos sobre lo que es bueno y lo que es malo orienta a la práctica, tanto la colectiva como la individual, es imperativo establecerla bien. En verdad, las doctrinas teístas son muy hipotéticas, quizás más que las ateas, por lo que sus nociones sobre el bien y el mal son algo reprobables. Para que la humanidad tenga buen juicio al respecto, debe asumir bien esta cuestión. El bien y el mal tienen que ser considerados según el beneficio humano, que a su vez depende del que tengan el resto de las especies vivientes y la Tierra, cosa a la que habría que pensar lo necesario porque la apropiación entre las especies, así como la violencia al interior de cada una, es tanto natural como normal: la naturaleza se compone de muchas especies de seres vivientes que competimos algo entre nosotros para vivir, gozar y reproducirnos, cosa que en la humanidad sucede de forma algo perversa y en las otras con algunas luchas innecesarias, a la vez que existe la colaboración intra e interespecista. En este asunto la humanidad tiene una responsabilidad mayor, porque es la especie predominante entre las vivas, y su clase dominante una en particular, porque es su capa superior, que dispone desde arriba al orden social del género biológico prevaleciente. Como existe una relación entre la economía, la política y el saber humanos, nuestro saber debe ser bueno, ya que, si no lo es, falsea a las otras dos mediante su inscripción jurídica y la que tiene en nuestra conciencia, al incidir ambas en la práctica social. De allí que quepa cuestionar bien a la teología y a la ciencia. La transformación requerida por el materialismo no debe acotarse a la economía y a la política, porque intentarlo haría fracasar la empresa, debido a la incompletud del tratamiento, por lo que tiene que ser total, esto es, abarcar a todas las instancias del orden social, y encima hacerlo bien y socialmente.