Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

miércoles, 3 de julio de 2019

¿Cómo sería un frente progresista argentino a mediano plazo?

Debiera incluir a los partidos, movimientos e individuos progresistas que quisieran participar, aunque discutirían entre sí, y sería crítico porque la crisis lo rompería, así como por nuestras idioteces y contradicciones internas. Asentada la superioridad militar privada, la vía legal requiere de una asamblea constituyente convocada por el congreso, es decir, de un acuerdo interpartidario muy amplio, a no ser que el proletariado votara distinto, pero en tanto la composición parlamentaria es la que es. El progresismo fernandezista fracasará como el alfonsinismo, tiene el defecto socioliberal de ceder demasiado ante el capital y es una potencia plebeya, pero puede que sea inevitable, y es progresista, a diferencia del conservadurismo macrista, que es su primer rival por el enorme caudal de votos populares que consiguiera, que en gran parte conserva. Aunque en él se dé una proporción mayor de votantes de la clase empresaria que de la asalariada, esto dicho en general, obtuvo muchos votos obreros, millones más que los partidos de izquierda. Los votos obreros deben haber ido como en dos tercios hacia los partidos liberales, fueren centrales, como las candidaturas populistas y socialdemócratas del PJ y la UCR, o derechosas, las de las versiones privatizadoras de los mismos partidos, compuesta en Cambiemos con Propuesta Republicana, el aparato macrista. El otro tercio, dicho a lo grosero, ya que puede haber sido menos, le habría ido al PS, el PC, el FIT y sus desprendimientos, o a los partidos afines a ellos. Un tanto más entre que se anula y se ausenta, entre un cuarto y un tercio del padrón, que no incluye a todos los residentes. Este recuento requeriría de muchos matices porque la adhesión política de las naciones es híper-compleja a la vez que mudable.

Entonces, por ser el progresismo con más posibilidades de ganar el gobierno, se lo debiera favorecer, aún con lo malo que fuera, porque eso permitiría dar a entender las razones socialistas en el proletariado, que no las conoce tanto porque perdió alfabetización, alimentación, ropa y vivienda, y en alguna medida por fastidiarse de los errores graves de nuestros partidos, a veces faltos de cierta sensibilidad en materia de pobres, que se vieron muy perjudicados por el macrismo y para quienes las diferencias relativas al mal menor son muy importantes. Asimismo, podría dar lugar al establecimiento de mejores articulaciones inter-organizacionales, pero para eso habría que establecer un buen criterio sobre el modo de exigir la legalización del socialismo, lo que es imposible en lo inmediato. El progresismo argentino se desplegará en forma crítica, escindido en dos grandes líneas acompañadas de otros fragmentos, algunos no asumidos como tales, por considerar que no puede ser revolucionario. Es un progresismo que no es asumido como tal por suponerse que no hay progreso en la fase revolucionaria, por escindir en absoluto la calidad de la cantidad. Si se piensa que la revolución es permanente hay que tomar al progreso como revolucionario, y en gran medida malo, pero el progreso no es lo mismo que la revolución, que es aquél en su forma suprema, así como se lo debe corregir todo el tiempo, por los defectos graves que tiene. Este planteo es el de combinar la reforma con la revolución de acuerdo a las posibilidades dadas por las circunstancias históricas, en el marco de conflictos entre los movimientos y partidos políticos, a su vez sometidos a las empresas y al gobierno, que también existen en crisis. El tiempo de la evolución debe sujetarse a las reivindicaciones proletarias legítimas, en primer lugar, y a las restantes en segundo. Más en concreto, los temas y subtemas de esto son muchísimos, y están cargados de enconos y enemistades irreconciliables, por lo que la concreción acabada del proyecto es inalcanzable. Va en sintonía con la asunción social de la realidad, que se plasma en la ley y en los modos de organización social.