Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

domingo, 14 de julio de 2019

De la violencia socialista a la alta burguesía

El socialismo, al haberse propuesto la dictadura del proletariado, violentó a la clase capitalista, no siempre de buen modo, hasta con matanzas masivas, centros de reeducación, campos de trabajos forzados, distintos modos de tortura, con métodos de castigo mal ideados, inspirados en los deseos de venganza por el sometimiento que padecieron los sirvientes; pero ese proceder fue algo contrarrevolucionario, aportó a que la revolución se perdiera, por lo que se debiera idear un método justo para la violencia proletaria. Para ser justo debe ser bueno, es decir, centrarse en la buena resolución del problema en vez que en el infringimiento de penas, que tendría que acotarse a la de la vergüenza por las malas acciones, o a humillaciones respetuosas, con cárcel y juicios, dentro de lo posible, o algo así, con el interés de evitar el exceso lo necesario para que la condena histórica sea justa lo debido. La mala violencia hacia el empresariado lleva a la lucha por malos cauces, con el perjuicio que eso apareja para los trabajadores, por lo que el socialismo debe ejercer una violencia bien medida, algo difícil de lograr a consecuencia de las broncas por las opresiones recibidas, algunas de índole religiosa. La violencia bien medida se tiene que centrar en el reconocimiento capitalista de sus propias ofensas, a la vez que en la socialización bien corregida de las propiedades excedentes, pero sin buena autocrítica popular a eso no se lo puede concretar del todo, porque el pueblo entra al juego sin buena humildad y sin plantearse muy abiertamente la necesidad de combinar bien a la razón con la pasión, condición indispensable para la autodisciplina social, que tampoco sería necesariamente buena. La buena humildad popular es un requisito indispensable para el buen ajusticiamiento histórico, porque sirve para que las masas controlen sus anhelos terroríficos y de muerte, en un control que igual sigue siendo inestable y algo malo, y que puede desatar reacciones militares en la clase dominante. Los promotores del mal ajusticiamiento pueden ser militantes honestos que estén equivocados u otros de carácter aparente, los infiltrados, ya que aquél, al desviar para mal la estrategia, hace fallar al socialismo. Entonces, será necesaria la promoción de un ajusticiamiento sano, con las reprensiones que le quepan, a sabiendas de que la clase baja también deberá enmendar sus faltas, como lo es la del sostén conservador del sistema actual, o en menor medida la de adoptar progresismos de leves a moderados, que no permiten traspasar el marco estructural del capitalismo fideico, condición necesaria para la buena reproducción del género. La concreción de las demandas ecologistas necesita que la ley supere el marco de fe, en particular porque el encendido de fuego emite gases de contaminación planetaria, en gran escala, e igual porque la producción, para ser buena, debe obedecer poco a pareceres, que sirven sobre todo para indagar, la fase que debiera ser previa a la de la puesta en práctica, que tiene que ser consensuada lo suficiente por la sociedad, es decir, que estamos en una etapa histórica en que la buena concordia de las prácticas comunes está muy dificultada por el retraso internacional y por el lugar central de la fe en el sistema vigente, tanto como por las contradicciones del capitalismo, al que atraviesan y con el que se componen.