Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

martes, 11 de agosto de 2020

Del ejercicio en los espacios públicos

  Ahora, en algunos lugares de Argentina, como unas ciudades medianas, que tienen menos concentración poblacional que las grandes, se permite salir a trotar manteniendo ciertas distancias, como de 1 metro y medio para caminar, 4 para trotar y 10 para andar en bicicleta, lo que responde a que los viruses, tras salir de nuestras bocas y narices, caen al piso en menos distancia, quedando en el suelo en vez que en nuestros cuerpos, pero el virus vive como por 4 horas en el espacio externo, por lo que, después de que se seca la gotícula de saliva, pasa a circular según se lo lleva el viento, o mismo la brisa de nuestros cuerpos al moverse. Entonces, hay una exposición frecuente al virus, la cual, si no llega a la cantidad que enferma, variable en cada quien, aporta para ella, más o menos según sea, cuestión difícil de estimar porque no se suele reconocer a simple vista la expulsión de los viruses.

  Habría que establecer turnos de a ratos, con mucha distancia entre humanos, e incluso así sería un sistema falible, es decir, que alguna gente se enfermaría por su culpa. Se tendría que rociar desinfectante donde se tosiera y estornudara, justo después de hacerlo, para no dejar tantos viruses sueltos, y esto usando tapadores de bocas y narices. Además, se tendría que asistir con anteojos, al menos para andar en bicicleta y trotar, ya que al moverse rápido se barre más con los ojos una atmósfera plagada de viruses volátiles. De todas formas el contagio es cercano a inevitable, pero no da igual cómo sea. También depende del viento. Si en un espacio público hay mucho, éste se lleva los viruses para donde vaya. Si no lo hay, los viruses sólo siguen la correntada causada por el movimiento de nuestros cuerpos. Si se les pisa puede que revienten. También siguen al viento de nuestros vehículos. Si la concentración humana tiene pocos expulsores de virus el contagio es menor, pero si tiene muchos aumenta, y siempre existe, esto es, que tampoco habría que aceptar que se enferme poca gente, pero el espacio público no es el único lugar de transmisión viral, sino que lo es todo el ámbito humano por el que transiten los infectados, y el que les rodea, y según el viento, que puede transportar al virus por cerca de cuatro horas, aunque con una dispersión hasta muy grande, que hace a una exposición leve más o menos contínua a lo largo de los meses que dura la pandemia, que se intensifica más o menos en momentos puntuales.

  Una medida que se podría evaluar es la de rociar los tapabocas con desinfectante antes de ponérselos, ya que quizás eliminara a los viruses al filtrarlos, pero como su gas es tóxico puede que nos dañe, o puede que no sea efectivo.