Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

viernes, 14 de agosto de 2020

La pandemia como castigo de la naturaleza

  La pandemia que asola a la humanidad es un castigo en el sentido de un corte, que los coronaviruses nos perpetran con sus espículas. Es un corte hecho por una especie natural, y es consecuencia de la mala producción que la humanidad ejerció en los últimos años, durante los cuales, como no se asumió bien la realidad, de modo de terminar la dependencia por la acumulación desmedida de capitales, y se impuso el modelo de desarrollo híper-productivo, como manera falsa de buscar el bienestar humano, la humanidad realizó una calamidad ecológica, que causó un desequilibrio en la naturaleza que ahora redunda en un contagio colectivo que atraviesa a la especie, que puede ser intencional o no, en el sentido de que quizás algunos de los animales perjudicados por nuestro sistema nos hayan escupido los viruses a propósito, como podrían volver a hacerlo, pero que, en todo caso, responde a nuestra producción, porque, de no haber sido así, igual la pandemia es consecuencia de nuestro modo de vida, tal como lo son otros de nuestros males. Es un modo epidemiológico, viral, de la explotación capitalista, una enfermedad social subsiguiente a nuestro mal orden.

  El famoso "crecimiento a tasas chinas", que es el desarrollo capitalista experimentado en ese país en poco más que la última década, desde la apertura al capital privado, multiplicándose por 5 el producto bruto del país entre 2006 y 2017, muestra ahora sus efectos nocivos, al menos en lo que hace al turismo internacional, que propagó al virus por el mundo en pocas semanas y que no es culpa sólo de China, así como no lo sería la desertificación, en el caso de que el virus proviniera de la migración de los murciélagos que habitaban en áreas selváticas que fueron taladas para aquél desarrollo económico, sino que es un problema tanto del país como sistémico, en lo que China es la segunda potencia mundial, pero menor si se mide el producto en proporción por habitante, que en 2018 era liderado por América del Norte, Europa y Oceanía, regiones en general protestantes, con el catolicismo reformado en segundo lugar. La lección a sacar es que el desarrollo, cuando está equivocado, tiene mal resultado, por lo que se lo debe acertar, para lo cual es necesario corregir las concepciones sociales del mundo y las leyes que se les corresponden.