Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

jueves, 6 de diciembre de 2018

De la reacción en Nietzsche

En Nietzsche la reacción política se dio a la par que la religiosa, ya que a la vez que defendió a la alta nobleza europea, la que más se enriqueciera mediante la colonia y la servidumbre feudal, cayó en una postura religiosa pre-cristiana, la del zoroastrismo, un monoteísmo que inspiró la idea del cielo y el infierno y la del castigo de dios, que adora a Ahura Mazda y rechaza a Angra Mainyu como espíritu del mal, del que se cree que surgió en la zona irania entre el 1300 y el 1200 antes de Cristo. Tiene al Avesta por libro sagrado, una compilación de escritos del imperio sasánida, el segundo imperio persa, entre el 226 y el 651 d.C., en el que algunos de los reyes adoptaron el nombre de su dios principal, ya que "Ormuz" fue tanto el nombre de los reyes Ormuz I, II y III como la segunda expresión para hablar de Ahura Mazda. El zoroastrismo se inició en la era esclavista y atravesó la etapa feudal, llegando al salariazgo actual sobre todo en Irán y parte de la India. Lo reaccionario de Nietzsche se reflejó en el asco que tuvo por el pueblo y el socialismo, a los que condenó en La voluntad de poder, y no se entiende cómo desde parte de la izquierda se lo tenga de figura destacada. La indiferencia ante el salariazgo y la condescendencia tácita con la servidumbre de la gleba son sus rasgos económicos. La adscripción anarcocomunista al nihilismo reactivo de Nietzsche falseó a la izquierda porque lo tornó algo pro-oligarca y suicida, de manera subconciente, cuestión que se expresa en el mal ludismo que adoptara, inspirado en los gestos de la dilapidación feudal, como celebración de la explotación, en línea con la fascinación por el sacrificio ritual del Bataille místico, que se replica en su política general, ya que este nihilismo por un lado es absoluto y, además, es por otro negativo, y de materialismo aparente, lo que a sus seguidores les perdió el juicio, desde su misma pretensión moral, que se presenta como anti-moral, o amoral, e inmoral, cuando en verdad defiende una moral extraña, de rareza traidora por celebrar la sumisión humana y la crueldad como fin en sí mismo: como un pasatiempo de patrones altos y aburridos.

Como Foucault fue nietzscheano todo el foucaultismo está pervertido por la prédica de Nietzsche, a lo que no puede asumir sin cuestionarse a sí mismo. Lo mismo le pasa al anarquismo con Heidegger, Mircea Eliade y Carl Schmitt, todos de simpatía reaccionaria, y con literatos como Michelle Houellebecq.

Al haber propuesto Nietzsche que se fuera truhan, con su apología de la vileza, sus seguidores cometieron turradas.

El sincretismo religioso de este autor es único, ya que a la deificación de Zaratustra la combinó con la mitología de los dioses griegos, la olímpica, con el culto a Dionisios en particular. Hizo un escapismo reaccionario bizarro ante el cristianismo dominante de su época, la del ascenso de la burguesía liberal en el territorio germano, el protestantismo de la Confederación Germánica (1815-1866) liderada por el Reino de Prusia, de monarquía parlamentaria, que terminó en la unificación alemana (1871) a partir del príncipe y duque Otto von Bismarck. Nietzsche vivió así en el período del imperio alemán, el de Guillermo I y II, también monárquico pero colonialista, de la conquista alemana de África Oriental Alemana, África del Sudoeste Alemana, Camerún y Togolandia, las que permanecerían bajo su dominio hasta la primera guerra mundial. El derroche de la aristocracia que él elogió fue el de estas explotaciones alemanas. Habría que saber qué opinó sobre el imperio alemán y de von Bismarck, esto es, cuál fue su ideología política, poco expresada por él, y más por la negativa por derecha al socialismo y al democratismo protestante que por una afirmación abierta. Catorce años después de que muriera el imperialismo europeo desembocaría en la primera guerra mundial, la cual fuera eurocéntrica, de la que el empresariado capitalista emergería superando a la nobleza, que se le plegaría como capital aristocrático, por medio de matrimonios entre nobles y herederos de empresarios prósperos, más proclives a la especulación financiera por su alto refinamiento. El proceso de fusión entre el empresariado capitalista y los restos de la oligarquía feudal es el que explica la permanencia de títulos nobiliarios hasta hoy, así como la subsistencia de reinos en modos de república democrática de voto empadronado.