Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

jueves, 6 de diciembre de 2018

Revalorizar el instinto

Hay una corriente humanista que al desconocer el carácter animal de la humanidad llevó a pensar al instinto como al ansia que preformatea en absoluto la práctica animal, excepto la humana, que como es más versátil se la supone promovida por un instinto más refinado, que ya no sería instinto sino pulsión. La llamada pulsión es el instinto humano, ya que la humanidad es instintiva, aunque su instinto pueda diferir en algunas cosas con el de la otras especies animales, y de las vegetales habría que ver. El instinto es lo tenido hacia dentro de sí mismo por los seres vivos, pero no en el sentido de los tejidos celulares, sino en el de lo percibido por el alma propia. Son los anhelos primarios, los más ligados a la subsistencia y la reproducción, pero los deseos innecesarios para vivir también son instintivos, de menor importancia psíquica y rigor pero existentes. No se debe entender al instinto como algo totalmente rígido y de determinación absoluta, para ningún ser vivo, y quizás en el humano sea más mudable que en los demás del reino, pero tal vez no. A eso habría que estudiarlo lo debido para postularlo bien. El instinto es un interés primigenio que antecede al deseo, cuya base es de transmisión genética y que quizás sea modificable por la cultura, algo que podría comprobarse a largo plazo. En lo referido a la aclimatación, la alimentación y los afectos, es motivado por las células del sistema nervioso que estimulan al cerebro para que piense en los objetos que satisfacen a su necesidad, lo que si bien es relativo tiende a ser absoluto y varía. Los otros animales también son pulsionales porque tienen impulsos que los llevan a actuar. Entonces, puede que el instinto anteceda al deseo y éste a la pulsión.