Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

viernes, 1 de enero de 2021

Para la reducción voluntaria de la jornada laboral remunerada

 Un principio que debiera ser constitucional es el de la reducción de la jornada laboral con el ingreso suficiente para vivir bien, a lo que habría que evaluar caso por caso porque las necesidades de las y los trabajadores difieren entre sí en algunas cuestiones, de acuerdo a sus situaciones individuales. Lo principal es la elevación del ingreso de los más pobres, pero eso debiera completarse con medidas para los modestos y ricos, que padecen un calendario excedido en horas mensuales de tareas pagas, que le restan tiempo y fuerza a las gratuitas, y a veces de ganancias por encima de lo debido, de acuerdo a un régimen universalizable y sostenible. En ese caso, el de trabajadores que ganan más de lo que necesitan, debiera haber el derecho a pedir una reducción de las horas de trabajo retribuidas a cambio de una rebaja salarial acorde, pero eso, si no se disminuyen las ganancias de los dueños de las grandes empresas, sería algo injusto, e insuficiente, no obstante lo cual le serviría a algunos. A los grandes empresarios se les haría menos difícil aceptar el socialismo si se les garantizaran condiciones económicas dignas para sí mismos, que debieran medir bien tanto sus ganancias como sus exigencias, dado que al enriquecimiento desmedido se lo tiene como compensación por un sacrificio prescindible, que es el del plus de tareas de los negocios mayores. Con el empresariado mediano ocurre parecido.

 Algunos empresarios nunca van a adherir al socialismo, pero otros puede que lo hagan, o que pasen de estar en contra a simpatizar de lejos, o a estar en contra de forma tolerante, pero además hay empresarias y empresarios en formación, adolescentes y adultos recientes que, si no lo son ya, serán empresarios en el futuro, cuya relación con el socialismo dependerá de la propuesta que se les haga. Como el modelo económico socialista es mejor que el capitalista, porque aspira a una cogestión empresaria horizontal y más verdadera, deberían preferirlo, y si no lo hacen es por perversión ideológica, a la que se cura con la crítica y el debate. Su interés amatorio estará de nuestro lado, así como el de gozar bien del trabajo y de la socialidad. El éxito del socialismo dependerá de que se haya resuelto bien el problema religioso, por su gran incidencia en la historia, y en la economía en particular, así como en la política. Como las instancias sociales existen a la vez, y todas hacen a la existencia de la sociedad, todas deben estar bien para que el conjunto ande bien, y para estar bien deben ser lo suficientemente verdaderas.

 Una cuestión necesaria para que funcione bien la economía es que se mida bien la práctica empresarial, es decir, la presión ejercida en los sitios de tareas pagas, para lo cual se debe tener una aprehensión de la realidad bien correcta.

 En verdad, todas y todos somos empresarios, en el sentido de relacionarnos con las empresas, tanto desde afuera como desde adentro, así como cada quien trabaja lo que trabaja, sea empleado o patrón, pero esa diferenciación, de las entidades económicas, no debe ser tal como es, y se corresponde con la jerarquía actual. Tampoco cualquier sacrificio es criminal. Hay muchos que son necesarios para vivir. A la vez, el rango institucional responde a la educación, por lo que el horizontalismo requiere de una educación igualitaria.

 En las empresas tiene que haber cierto verticalismo, porque hay diferencias de edad y de saberes, entre otras, lo cual tendría que estar bien ordenado y, dentro de lo posible, ser rotativo, pero eso, sin que la sociedad tenga la razón suficiente, no se puede hacer bien. Si la gente no tiene buena razón, las asambleas productivas, como las de las reuniones de las empresas, fallan, lo que hace entrar en crisis a la economía.