Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

jueves, 8 de abril de 2021

Sobre las medidas anunciadas ayer por el presidente argentino

 Esta nota especula mucho en algunos temas, así que se la tiene que corregir, y bien.

 El presidente argentino ayer anunció un cierre parcial de actividades para enfrentar el aumento drástico de la infección nacional de coronavirus espigado, con prohibiciones hasta el fin de este mes para las reuniones en departamentos, espacios públicos, salones de juego y fiesta, clubes deportivos y bares y restaurantes, y para la circulación nocturna por la calle. Es una batería de medidas necesarias por lo mucho que se recargó el sistema de salud en como tres semanas, desde el inicio del año laboral más intenso, pero la serie de disposiciones no va a ser tan efectiva como debe porque, entre otras causas, se mantiene el dictado escolar de las clases, que implica que mucha gente comparta espacios cerrados durante tandas de entre 4 y 8 horas, y de menos, y el uso compartido de medios de transporte, paradas de colectivos y veredas. Aún con barbijo, desinfección planificada y ventilación, si no se mueve el aire, como cuando no hay viento, el virus permanece flotando por un rato, aparte de que, mientras que anda afuera nuestro, quizás se agarre a algunas de las superficies que toque, más a unas que a otras según su textura, la que más impacta en sus extremidades, que pueden sacar una fibra para enredarse, pudiéndose soltar a voluntad según cómo nos perciba a su alrededor y a las corrientes aéreas, y lo puede levantar la brisa desde el piso, como la de nuestros pasos, que lo deben subir y hacer volar cerca suyo, antes de volver a caer al suelo, por el tiempo que dure. Puede que elabore una estrategia para entrar en nosotros, si nos siente y al movimiento del aire, así como se traslada en las mascotas y tal vez en los animales silvestres. En los automotores con ventanas abiertas sale volando cuando se desplazan, pero, al detenerse, los viruses espirados durante la frenada flotan dentro de las cabinas vehiculares hasta que los autos vuelven a arrancar, lo mismo que flotan por las librerías y los kioscos, y hasta en la calle cuando no hay viento, donde se les inspira, se les recibe en las retinas, se les carga en las manos, en la superficie de la ropa y en el resto de la piel desnuda y el pelo, tanto como se les expulsa al infectarse con él. Cuando no hay viento, el espacio abierto es como una habitación cerrada, así que entonces también se tiene que permanecer más alejado que lo normal, para apartarle los ojos y el espacio del aire que nos entra cuando inspiramos, así como las manos y nuestra otra superficie. La brisa suave lo transporta lejos, al ras del suelo, aunque de forma dispersa, por cerca de 4 horas, pero muchos, antes de caer a dos metros del piso, revolotean por arriba, de lo que llegan a los pájaros y a los departamentos de los edificios. Algunos pueden trasladarse, en teoría, como 200 kilómetros, si les llevara un viento de 60 por hora, y hasta pueden usar sus brazos de palanca aérea, apretándolos y soltándolos con las espigas para doblar usando la resistencia del aire, como se hace en el agua con las aletas y los remos. Entonces, su infección se refuerza por las cargas ínfimas de traslado lejano, que se combinan con las de los demás mamíferos urbanos en quienes se reproducen, no sólo el hombre, sino varios otros que se contagian, que no llevarán barbijo, como debe haber sido con el coronavirus anterior a éste, que tiene los brazos armados con una fibra que perfora un orificio de la piel celular por el que le entra la simiente viral. Ya desde antes el coronavirus se esparció entre animales pulmonares, reprodujéndose en mamíferos porque, para replicarse, se come el azúcar que alimenta al ADN celular, es de sexualidad alimentaria. Crea filamentos a partir de incorporar la glucosa del núcleo de la célula colonizada, los que, después de extenderse y soltarse de la tira matriz, se rodean de agua y de hasta dos pieles grasosas, la última de las cuales tiene brazos gomosos, de algunos de los cuales, si no de todos, sale la espiga, que es una proteína dura, que pincha la grasa, como la piedra y los pelos. Al entrar a la célula adenaria, las dos pieles del virus se descartan, se las deja afuera suyo, pero les entran las espigas y el ARN viral, que hace una serie de procesos en la célula invadida, que luego de servir para la reproducción viral de a decenas de miles muere al destruírsele el basamento espiralado central, tras lo que las crías de coronaviruses terminan de romper la membrana externa de la célula conquistada y salen de gira con el interés de procrearse. Duran así por poco tiempo, como entre 3 y 4 horas en el espacio externo al viviente huésped, pero, en condiciones particulares, a las que puede que tiendan la humedad, la oscuridad y el frío, se aguantan más. Adentro del cuerpo en que se gestan tal vez duren más porque tienen cerca el agua.

 El cierre de las clases cercanas ayudaría mucho a reducir los contagios y el trabajo social postergable, que dificulta el sanitario que tiene que hacer cada quien, como los de la higiene, pero no sólo depende del gobierno, sino también del pueblo, por lo que, para concretarlo, hace falta que la mayoría del pueblo lo acepte, ya que los gobernantes ejecutivos deciden su política, en parte, de acuerdo a los resultados de las encuestas, porque para implementar sus proyectos necesitan ganar las elecciones. Como la infección cansa, incluso en casos leves, por la respuesta inmune que demanda, se hace preciso reorganizar bien las tareas.

 El dictado de clases en las escuelas requiere de toda una serie de actividades conexas, como las necesarias para el transporte, las de conseguir los útiles, preparar la ropa, buscar dinero, comprar viandas y así otras tantas, que serían menos con clases internéticas, que tienen sus males pero que son menos graves que los de las presenciales. Es notable cómo la cantidad de contagios aumentó en este país desde el inicio de las clases, al principio más entre niños y jóvenes, como los son muchas de sus madres y padres, y después en adultos mayores, pero este comienzo se dio a la vez que el de la actividad económica posterior a las vacaciones, después del carnaval, y el contagio social también es influido por otros factores, como las cepas nuevas y las manifestaciones callejeras, que también son prescindibles por un plazo corto, como de semanas o meses, hasta un año y tanto, o poco más, aunque tampoco son siempre bien aplazables. El asunto es que, si se hiciera el encierro como corresponde, en cuatro meses, más o menos, se controlaría la infección, pero ello está boicoteado por el macrismo y el gobierno argentino tiene poco presupuesto para subsidiarlo. Para imponerlo tendría que aplicar una política policial y militar muy estricta, y el pueblo la tendría que soportar, siendo que es contradictorio y algo errático para hacerlo, y que el gobierno le hace mucho caso a la prensa hegemónica y a las encuestas, que, además de tener sus aciertos y errores, siempre están politizadas. Cuanto mejor se cuide, menos se enfermará y morirá, y algunos morirán. Esta es una época en que la humanidad realiza distintas formas de duelo.

 El coronavirus nuevo es como un bicho microscópico, que al infectar a alguien se le esparce por dentro y por fuera durante días, sobre todo al toser y estornudar, si se le detiene, en general, como por dos semanas, pero puede permanecer hasta darle muerte a los enfermos, y dejar secuelas, a veces graves y duraderas, y que transita por un rato antes de perecer, si es que no se le contagia a alguien, y cuando le ingresa no siempre llega a reproducirse, pero cuando lo logra lo hace de a decenas de miles por virus gestante. Entonces, hay que identificar bien la infección social, que es mucho mayor que la cantidad de enfermos detectados con la PCR porque la mayoría de los infectados cursa el contagio sin o con pocos síntomas, que no suelen hisoparse por lo que cuesta hacer el testeo y porque no está en riesgo la vida del paciente.

 Con las clases presenciales las madres y padres de estudiantes se distindieron del estrés doméstico del año pasado dado por el encierro de los hijos, pero el relajo hace que se les tema, ya que, cuando vuelven de la escuela, no se sabe si están infectados, lo que trae una preocupación angustiante, aparte de los contagios de adultos habidos por esta vía, que se incrementarán mientras que dure este modo de enseñanza, con sus repercusiones en las y los hombres que les circundamos.

 Hay una explicación que dice que el filamento árnico del coronavirus, cuando entra a la célula atracada, le pervierte el funcionamiento, cuya base es árnica, pero de eso no entiendo mucho. El núcleo celular humano es adenario, pero el ADN es una sustancia más compleja que el ARN, por lo que es árnico. Es como un ARN enriquecido, con menos oxígeno pero que tiene una base más cargada de materia, ya que la timina es más grande que el uracilo. A la vez, el ARN transita por las células, con varias tareas, como la de mensajería intracorporal. Lo cierto es que después de que el coronavirus entra a la célula adenaria y le consume el interior, la célula grande muere y de ella salen de a decenas de miles de viruses, y eso ocurre en una sola, siendo que en las infecciones las células ocupadas son muchas, y así y todo muchas veces se cura, siempre dejando destrucciones y a veces con daños graves perdurables, y otras con menores, que pueden perdurar o irse, y está el recontagio con cepas más fuertes. Entonces, lo que corresponde es la reclusión estricta, con la actividad social mínima para subsistir durante la vacunación, pero la dirigencia del sistema no lo permite, porque tiene manías acumulativas que la impulsan a buscar aumentar sus ganancias, una actitud que se toma poco como patológica. Si la humanidad no fuera perversa enfrentaría mejor la pandemia, por lo que deberá dejar de pervertirse. La acumulación desmedida de capital dificulta el tratamiento social para la covid porque, al empobrecer a gran parte de la población, la fuerza a salir a trabajar, por no tener ahorros para costear la reclusión. Otra parte de las tareas sí es del todo imprescindible, pero ésta lo es sólo por nuestra ineptitud para manejar bien las ganancias.