Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

lunes, 30 de enero de 2017

De los videoclips de ludismo utópico, con crítica al grafismo

Hay un montón de videoclips de ludismo utópico. Son esos que presentan a personas jugando alegremente, en medio de objetos nuevos o bien mantenidos, de un romanticismo liviano. Tienen la ropa limpia y planchada, los autos lustrados, al igual que los pisos de los interiores de los edificios. Tienen los tragos coloridos y con los vasos llenos, y así, pero a los trabajadores cansados y a los utensillos sucios los mostraron poco. En general el juego que practican es el baile. Bailan y cantan, y, si bien a veces son parejas, en otros casos la socialidad se agranda, abarcando a grupos de más personas: pequeños, medianos y hasta grandes, lo que brinda la ilusión de la socialización del baile. Es un socialismo utópico lúdico, preconciente y romantiquero. La amargura de la historia se cuela en estos videoclips, en su cariz penoso, lo que les da autenticidad, y sus canciones son bailadas en las fiestas que se hacen en el planeta. Hay muchas de la arsonia, el arte sonoro, tropical. A muchos de sus videoclips los difunde la empresa Vevo, una de las más famosas del ramo. Esa aspiración insinuada, y concretada en las fiestas, es atacada de superficial y de frívola por el idealismo dominante, que en general es religioso y productivista, por el antigocismo del sistema, que induce a algunos mientras que a otros los prohíbe, y, aunque es tolerada, por el comercio que genera y por su legitimidad entredicha, la ilusión se termina; pero su anhelo persiste, y es uno de los motores que empujan a la lucha revolucionaria. El tema es que para que ese deseo se concrete bien, o sea, para que se socialice la festividad de buena manera, los videoclips no deben existir, o algo así, porque atarean de más a quienes los producen y porque la gente no es toda joven y bella, ni se puede jugar eternamente, y estaría mal hacerlo sin rotar posiciones con los que ejecutan las prácticas básicas. La superación de la división social de la práctica, y la mejora de la socialidad de su desempeño, requiere que la prescindible sea prescindida, porque dejar de sobreatarearse permitiría dedicar las energías a la socialidad libre. La grabación la obstaculiza, y privatiza porque requiere de aparatos electrónicos, cuyo funcionamiento precisa de explotar a la naturaleza, disciplinar a los obreros y meterse en lugares cerrados, aparte de que contamina, y a esto lo digo mediante este blogspot, al que le cabe la misma crítica. Lo que pasa es que a lo cuestionable se lo debe superar históricamente, lo que es una superación justa. La sofisticación instrumental excesiva traba a la gaicidad, aumenta la especialización laboral y tergiversa la ludización de las prácticas más necesarias.

Las grabaciones, a la vez que son disfrutadas, apenan, por lo que se las criticará, porque la gente querrá disfrutar más. Cabría circunscribirlas a lo necesario, para favorecer a la socialidad presencial y al juego más activo, en vez que priorizar al más espectante, que es el del consumo espectacular, e incluso la práctica activa mal instrumentada es reprobable en lo que tiene de malo.

Esta nota tendría que haber priorizado la crítica al grafismo por sobre la de los videoclips. Habrá quienes la centren.