Es un caso excepcional. Los hombres, mujeres e intersexuales inclusive, pensamos a los seres a los que conocemos bien como vivos o como muertos, pero a dios no se lo piensa como si fuera un ser vivo, ya que no se le asigna un cuerpo tangible, ni tampoco se le considera inerte, al atribuírsele voluntad creadora. Como no lo podemos comprobar, se le atribuyen características híbridas a las que se toma mucho por verdaderas, y sin que se reconozca bien la falta lógica que hay en tal procedimiento.