Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

lunes, 21 de octubre de 2019

A propósito de la evasión

A la evasión es frecuente condenarla. No se la tolera. Se la considera como frívola e irresponsable, con cierta buena razón porque puede serlo, pero evadirse es necesario, por lo malo de las tareas pautadas en el teísmo capitalista: como al trabajo se lo dirige desde patrones teológicos, sus leyes priorizan a las creencias supremas por sobre la verdad comprobada, y entonces se exigen tareas sin entenderse lo suficientemente bien la realidad. No obstante, como la evasión puede ser mala, se le debe demandar honra, para cumplir lo cual tiene que ser social, pero sin que la sociedad tenga la buena razón requerida para la buena coexistencia no se la concreta lo bien que se debe. Para que evadirse sea justo, la posibilidad de hacerlo tiene que ser igualitaria, y componerse bien con el trabajo común. Al evadirse también se elabora, se hace una elaboración en general liviana, no por ello necesariamente mala, ya que la ligereza es buena en particular, al primar la pesadez en la moral social, que tampoco es siempre buena. Existe la posibilidad de que la pesadez sea mala, y de hecho es lo que más pasa en el capitalismo, ya que se pesa mal por tenerse bastante mala razón. Para que la pesadez sea buena como se debe la gente tiene que tener buena razón, ser conciente y aceptar la necesidad de que la razón de la sociedad sea buena, para lo cual se debe entender bien el problema de la bondad, a la que se le dan muchas definiciones, algunas de las cuales se justifican en la idea de dios cuando suponen que él, al crear al mundo, creó a las ideas perfectas de lo que es el bien, cosa que se piensa como la obediencia de la propia práctica a las normas religiosas, algunas de las cuales son las de las leyes liberales, lo que en el socialismo se replica en términos ateos, en los que las relaciones también responden a ideas no del todo verdaderas, lo que también lo lleva a tener malas prácticas, hasta con masacres de a millones y muchos otros males de esa y menores magnitudes, todos los cuales tienen importancia. Esto es contrarrestado por la veracidad humana, pero dista de ser lo que debe. La buena resolución de los crímenes de la especie depende de la buena dilucidación de la cuestión teísta, porque es central en las concepciones seculares, aunque medie entre ellas la separación laica del clero, hecha con las ediciones modernas de los libros sagrados, en tanto que los legos son muchas veces creyentes en los dioses aunque no asistan mucho a las misas, al igual que adhieren al credo y a sus correspondencias políticas y económicas, que son las del capitalismo fetichista, si bien con muchas discusiones que hacen a la evolución contradictoria de la especie. Las religiones se esparcen por fuera del territorio de las iglesias, abarcando a toda la sociedad, si bien contrariadas, en conflicto entre sí y con la ley gubernamental, evaluando sus consecuencias sin toda la asunción que hace falta; y las socialistas también lo son, en el sentido de que el socialismo es una concepción en la que la gente se relaciona, con asambleas distintas de las clericales pero que, como las de aquéllas, son reuniones en las que se trata de la vida y del orden de la historia, lejos de haberse alcanzado buen consenso sobre el tema, lo que es una condición necesaria para la buena vida de la especie, que depende de la del resto de la naturaleza, que se compone de lo inerte. En tanto que los estados no adopten buenas leyes, lo que en materia teísta precisa del agnosticismo, por lo menos mientras que no se haya resuelto mejor el debate, el buen vivir pleno será imposible, quedará algo precario, inestable, mediocre y provisorio, muy mezclado con el mal vivir, es decir, que el buen vivir y el capitalismo de fe son incompatibles. Restará saber si es posible el buen capitalismo, es decir, un sistema, ya socialista, con el salariazgo abolido, pero también basado en la captura, que se componga bien en la naturaleza, la humana en particular. El tema de la apropiación es central para la buena existencia humana, y como se apropia según las ideas que se tengan, la cuestión de la calidad de las ideas es insoslayable para el orden jurídico, que no es sólo el del gobierno, ya que en la sociedad coexisten en pugna distintos modelos de justicia, todos imperfectos, relacionados entre sí, que cargan de distintas maneras con la crueldad del sacramento y con el aprendizaje histórico. Que la ley responda a la buena razón es necesario para el buen vivir. De otra forma no se lo puede concretar como debe ser, así que habrá que asumir bien la verdad sobre los dioses, a la que no se conoce como se debe. Hay muchos debates irresueltos, como el de si son muchos o uno, y entre éstos dos grandes bifurcaciones, cada cual muy ramificada, y otra rama grande es la atea, que también es una creencia y que está cruzada por la mística diablera, es decir, que padece la fetichización que se le asigna a la conducta infiel, fetichización que también es falsa pero que sucede por la prevalencia de la deificación en el ideario social. A la vez, cada concepción se entremezcla algo con las otras y tiene opiniones sobre todas las materias de la vida humana, que son muchas y cada cual muy pesada y variada, o sea, que el debate humano es muy amplio, mucho más de lo que pueda abarcar cada quien, y entre él y su concreción en la práctica está la ley, a la que no se cambia siempre fácil, de acuerdo a cómo mutan las ideas y se legalizan, al hacer lo cual se vuelven primordiales, es decir, que las fuerzas armadas las sostienen, tampoco sin crisis, con una estabilidad perdurable pero no absoluta. Eso de que las ideas dominantes de una época son las de la clase dominante es verdad pero no del todo, porque los pueblos también proclaman algunas de las ideas dominantes, pero no en lo que hace a la acumulación de bienes: en eso, en general, sustentan posturas clericales más cercanas al igualitarismo, aunque no lo hagan siempre y a veces lo hagan algo mal. Como a las clases dominantes se las erige desde abajo, los pueblos hacen a su enaltecimiento, si bien con críticas y algo forzados desde arriba, con el peso poco franqueable de los ejércitos, que también fueron derrotados algunas veces y que deben ser bien derrotados. No cualquier victoria militar es buena. En general son malas, por el uso de las armas. Causaron muchas muertes. Entonces, cabe definir la buena estrategia militar, que pienso que debiera ser pacifista, plantear la reducción de los enfrentamientos más grande posible, a sabiendas de que los seguirá habiendo, y exigir la completa aunque se pierda, porque mientras haya armas de metal a la gente se la matará con ellas muchas veces. Ahí hay un problema de fabricación. Mientras que se las fabrique, se las usará, y los cuchillos fueron muy superados por las armas más sofisticadas, desde las de pólvora a las bombas nucleares, pasando por las tóxicas y de gérmenes, o las de prensa, y con algunas técnicas más, como la de la guerra financiera. Es decir, que sin cierto desarme militar tampoco puede haber buen vivir, en parte porque fabricar armas tan malas le demanda mucho trabajo a muchas mujeres y hombres. Aporta mucho a lo malo de la producción actual. Explota a la humanidad no sólo en la fabricación, sino luego por el uso, como otras cosas del mal consumo, como el automovilismo vigente, que es tan lesivo como los agrotóxicos y las drogas, del nivel del comercio sexual. Así como sería aceptable el trabajo sexual honesto, debiera hacerse buena fabricación y uso de los pesticidas y las drogas, pero eso sin buena medida no se puede, y la medida depende de la ideología que tenga la sociedad. Con los electrodomésticos, las armas y los vehículos pasa lo mismo: que no existen lo bien que deben porque se los ordena muy mal a veces, lo que no implica que se los deba prescindir del todo.