Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

jueves, 31 de octubre de 2019

Sobre la pretendida grieta

En Argentina prendió mucho el tema de la grieta, que viene a ser una división de la sociedad en dos grandes partes, el macrismo y el kirchnerismo, sin contar a la izquierda extra-kirchnerista, y que se corresponde deformadamente con la separación entre la elite y el pueblo. Esta división es relativa, ya que muchos macristas son parte del pueblo y el kirchnerismo es capitalista: algunos dirigentes kirchneristas son multimillonarios de los menores. Se funda en primer lugar en la fe católica, que es capitalista en este país desde 1880, cuando se iniciara el modelo agroexportador, pero además se complejiza por la operatoria de los medios de comunicación masiva, que sobre la base del modo creyente de entender las cosas, no habituado a cotejar lo suficiente la calidad de las ideas, efectúan dos grandes relatos, uno privatista y otro populista, con elementos mixturados, en los que el socialismo o permanece aparte u ocupa un lugar secundario a consecuencia del predominio cristiano en la sociedad. El cristianismo socialista les combina, pero es minoritario. La mayoría del cristianismo es capitalista, aunque más del capitalismo alternativo que del principal.

En la llamada grieta está la lucha de clases porque el empresariado domina al proletariado, cuyo sector creyente es muy favorable al capital, con grandes minorías de obreros que votan por partidos liberales, hasta de ultraderecha, sino de la derecha moderada, mientras que la clase obrera, si bien apoya en su mayoría a la derecha, porque el teísmo coincide mucho con lo liberal -la forma para elevar a la sociedad del ecumenismo teológico, que empezó a ser capitalista antes de 1750, cuando el capitalismo se expandió por el mundo superando las barreras feudales en un proceso que todavía continúa, ya que quedan restos feudales así como esclavistas y salvajes-, tiene su carácter principal en el socialismo, y es principalmente ateo aunque los ateos seamos los menos dentro suyo. La división entre el pueblo y la clase privada es semejante a la que hay entre el empresariado y la clase asalariada, pero en la segunda el empresariado mediano pasa a la categoría inferior. El grupo de derecha se compone de porciones menores y medianas de la clase obrera y el empresariado popular, y de unos pocos multimillonarios, el eje central de la clase, que puede hasta obtener la mayoría del apoyo social, lo que da cuenta de que al socialismo le falta madurez, pero no sólo propia, sino también ajena, ya que para que el socialismo funcione bien tiene que tener la aprobación de toda la sociedad, ya que, si esto no pasa, una clase impugna a la otra y la pelea se renueva, pero para que haya paz verdadera entre las clases éstas tienen que fusionarse mediante la socialización justa de las propiedades mal manejadas, cosa que depende de que la sociedad tenga la suficiente buena razón. El socialismo debe integrar bien a las clases, lo que requiere de una conciliación socialista, que no las terminaría pronto, así como tiene que atender muchos otros problemas serios. Para que el empresariado acepte la socialización de las propiedades excedentes se le debe plantear una que sea justa, aparte de imponérsela, pero entonces tiene que tratarse de una buena imposición, a la que habría que definir antes que buscarla. ¿Cómo debe imponerse el socialismo? ¿Cómo sería su buena imposición? La mala imposición le resta apoyo social, pudiéndolo hacer perder, así que el tema de la calidad de la imposición del socialismo tendrá que ser bien dilucidado. Ni el populismo ni el privatismo pueden resolver bien el problema de la grieta, porque ambos optan por bandos sociales opuestos. El socialismo escoge en primer lugar por la clase obrera, pero para ser partidario de lo social tiene que entender bien a la empresaria, y no sólo a su parte mediana. Es una condición del cientificismo. La de entender bien la totalidad del problema para operarlo bien. En el caso de la transformación socialista la obra de construcción es social, por lo que depende de la razón de toda la sociedad, no bastaría con eliminar a la clase capitalista entera, porque eso sería un crímen histórico enorme y por no asumirse bien las faltas obreras. Es un tema de las condiciones para que la concreción del socialismo se realice y sea buena, ya que no bastaría con concretar el socialismo si ello fuera mal hecho.