Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

jueves, 19 de diciembre de 2019

De los iniciadores de épocas

Los grandes hombres iniciaron épocas. Como Cristo, Mahoma y Confucio, entre otros predicadores, de la talla de Gandhi, Malcom X y Mandela, Marx inauguró una época, la del socialismo. Fue el mayor de sus grandes precursores, como proyecto político proletario. A él no le hubiera gustado que hicieran estatuas para homenajearlo, así como Lenin se habría sentido incómodo ante una procesión que lo despida, también apreciada por ser de pobres ortodoxos. El marxismo abrió una época, en el sentido de una configuración social para la especie, como el cristianismo pero de socialismo abierto, hasta ahora fallado, por defectos graves a los que deberá enmendar. Es que no lidera al conjunto social, y al hacerlo es algo atroz, como el liberalismo pero reformado en términos ateos, como los de la socialdemocracia occidental y el maoísmo. Falta la buena síntesis inter-crédica, ya que de lo que se trata es del funcionamiento conjunto de la especie. Así como está el socialismo cristiano, también lo hay en el islam, con presidentes como Muamar el Gadafi, Sadam Husein y Bashar Al Asad, atacados por occidente por ser socialistas y dictatoriales, de un socialismo en esta época de barbarie, o sea, en la que los partidos socialistas, cuando gobiernan, son precursores del socialismo en vez que conquistarlo, lo proclaman sin cumplirlo en sus países, cosa que tampoco podría ser en un grupo, por eso de que el socialismo debe darse en todo el conjunto para andar bien, pero que también entró en crisis por sus propias faltas. Estos gobiernos socialistas, con las barbaridades que tuvieron, que era imposible que las evitaran del todo porque recién salían de la monarquía absoluta musulmana, recibieron su herencia dinástica y ejercieron mandatos inestables y truncados por la guerra contra las potencias de derecha, que hasta fueron tolerantes con la monarquía, como sucede en Europa, en que subsisten algunas, aunque moderadas a la manera empresarial, del empresariado fiel más alto, cuya ideología es la de las universidades privadas, muy dependientes del clero, y proveniente de los colegios, donde estudiaron muchos empresarios burgueses, colegios que fueron clericales antes que del estado laico, lo que se dio con las reformas progresistas liberales. Otros recibieron educación privada, e informal, también de institutos. El socialismo islámico tuvo atrocidades semejantes a las del cristiano, que gobernó países imperialistas, los cuales intervinieron con mucha dureza en sus países sometidos, tanto las colonias como los independientes que suscribieron acuerdos regionales, en que adoptaron relaciones de rango constitucional, componiendo bloques civilizatorios con comercio interno privilegiado y desparejo. Es el imperialismo contractual. Asimismo, algunos de estos socialismos fueron liberales, o semejantes al liberalismo, de repúblicas con gobiernos laicos, tripartitos y pocas veces polipartidario, bajo la hegemonía mundial del capital privado, con mayor presencia del público y una moderación religiosa insuficiente pero mejor que la monárquica. Esta lista no es muy distinta a lo de Maduro y Alfonsín, ambos socialcristianos y muy controvertidos, así como Macron, un socialista liberal y católico, los cuales tienen grandes diferencias entre sí, en particular por el período de más de un siglo que hubo entre las revoluciones francesa y americanas y las independencias árabes, entre 1789 y la segunda posguerra, que en parte explica lo tosco de sus maneras republicanas. Lo mismo pasa con Bachelet, de la socialdemocracia chilena, aunque ella es agnóstica, quien respetó mejor los derechos humanos pero mantuvo al capitalismo, en gran medida por el peso de la derecha chilena, que tiene mucha adhesión social: todavía no se pudo superar la constitución de Pinochet. La historia de la socialdemocracia tiene gobiernos como el de Daniel Ortega, que asumió por medio de elecciones aceptadas por la comunidad internacional, antes de que se le pusiera en cuestión la legitimidad presidencial por cosas condenables pero mucho menores que algunas de las que cometen los imperios, como el español, que fue gobernado por el PSOE, o Francia, de varias presidencias socialistas, como las del laborismo británico y los demócratas estadounidenses, de protestantismo progresista, de cuyos presidentes no se pidió la dimisión casi nunca, y que tampoco fueron bien explicadas al público. Como todo en la historia política, está sujeto a las pujas por el orden humano, algo plagadas de ambiciones mal medidas, con muchos de los grandes medios comunicativos como emisores principales de la ideología liberal, la privada y la pública, que prima entremezclada sobre el bloque comunista y el socialista nacional, así como sobre la socialdemocracia atea, que gobierna intermitente en los países occidentales, de rotación gubernativa rápida, lo que se empezó a plantear para Siria, aunque fuera socioislámica, es decir, socioliberal pero del bloque comunista, cuestión que fue interrumpida por la guerra. El socialismo islámico tuvo, entre sus grandes desastres, la guerra de Irak contra Irán y el genocidio kurdo, así como machismo moderno y simpatías con el estalinismo, además de haber mantenido al capitalismo, aunque de modo heterodoxo. Las fuerzas liberales, mejor medidas en algunos asuntos importantes, se aliaron a veces con sus enemigos internos, que fueron hasta reaccionarios, como los musulmanes monárquicos. En su lucha contra el socialismo de gobierno unipartidario el liberalismo optó por aliarse con fuerzas monárquicas, lo que da cuenta de que el respeto por la democracia pluralista no es lo único que le importó del tema.

El marxismo debe impugnar lo suficiente la idolatría hacia sus dirigentes y demás miembros, porque para llevarse bien es necesario prescindir mucho del culto a los hombres, por el tiempo que ocupa y por su carga, encima en términos no fraternos, sino muy masculinos, los que impiden bastante la buena educación, desgastan los cuerpos, entristecen algo y hacen trabajar de más. Para que se los entienda bien, se los tiene que estimar como hombres y mujeres en la historia, con las y los intersexuales que hubiere. Tampoco a Cristo le habría gustado que se dañara a otros humanos en su nombre, o al Che que lo pusieran en un póster, pero éste después de pensarlo.

Al tema del estalinismo habrá que repensarlo lo suficiente, ya que tuvo las contrariedades del capitalismo liberal, con grandes logros y genocidios terribles, dos guerras mundiales entre ellos. Los genocidios de la izquierda existieron a la vez que los de derecha, e incluso fueron menores, porque la izquierda es secundaria en el orden social, pero además hay que ver lo que obtuvo, porque si no la crítica sale mal. Ningún genocidio es deseable, y todos son repudiados, pero son normales en la historia, por lo que no se puede pretender que un gobierno no lo sea en ningún aspecto, a menos que tenga una base social y razón suficiente para eso. Al estalinismo habrá que verlo como parte de la historia humana, no sólo como al nazismo y el fascismo, sino como al capitalismo inglés, o al imperialismo estadounidense, de criminalidad semejante, o mayor, a la estalinista en algunos momentos de su historia, como fuera al imponerles las penas usureras a la Alemania que perdió en la primera guerra mundial, lo que favoreció al surgimiento del nazismo. El genocidio estalinista fue un genocidio, entre otras cosas, de clase. Se mató a opositores políticos y disidentes morales, así como se encerró a la nobleza y al empresariado urbano de las naciones soviéticas en campos de concentración, donde se les asesinó, sometió a trabajos forzados y re-educó mal. La reducación marxista obedeció a los imperativos de la doctrina marxista sobre la lucha de clases y el rol de la burguesía, que en verdad es el empresariado alto, la clase más patronal, pero también entabló un debate con el clero, llegando a reaceptar posiciones cristianas luego de condenar al cristianismo ortodoxo durante las primeras décadas de la URSS, ambos temas que es necesario que se concreten de buena forma. Como el clero se compone de hombres y mujeres, se le debe respetar. No se le debe desear su mala tranformación, porque esa sería una tranformación injusta, por lo que ineficiente, ni tampoco pretender que se tranforme pronto, porque tiene sus tiempos y el poder para hacerlos valer. Con el empresariado pasa lo mismo, y con el proletariado asalariado también. Entonces, el problema es qué hacer para aprontar bien la transformación meritoria al socialismo.

Cada quien inicia época a su manera. Lo que pasa es que se lo hace de distintas formas, algunas más importantes que otras, pero eso vale menos que la calidad de la existencia colectiva.

Al tema del socialismo islámico, con sus variantes progresivas no abiertamente socialistas, habrá que revisarlo, ya que no lo entiendo lo suficiente: tiene muchos crímenes grandes, cada cual con su espesor, que demandarán juicios justos.