Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

viernes, 28 de febrero de 2020

De la reposición de la aristocracia

Con las revoluciones liberales dimitió la aristocracia monárquica y se instauraron repúblicas democráticas teístas y de fe, pero en verdad lo que se hizo fue recomponer al sistema viejo con una forma más compleja, ya que la monarquía persiste en la presidencia, que es el gobierno de uno, pero contrapesada con los poderes legislativo y judicial y mucho más rotativa que las dinastías, que además fueron hereditarias según un parentesco cerrado, cosa que en el capitalismo más dinerario se repite en las empresas, ya que los títulos accionarios se heredan de acuerdo al sistema familiar estipulado en la ley, que es de cuño abrahámico, diferente a la fraternidad planteada por el comunismo, que es impedida hasta por los prejuicios proletarios en materia de sexo, que se corresponden con la ley gobernante y el fetichismo cuernero. El sistema familiar judeocristiano, de padre, madre, hijos, abuelos, tíos, primos, cuñados, suegros, yernos y demás, traspasó las edades antigua, media y moderna, siendo transclasial, esto es, estando presente en todas las clases, aunque no de forma absoluta y con sus fallas entendidas en términos diabólicos, por la adhesión popular al clero, que también son transclasiales y que están casi nada cuestionados, gozan de mucho consenso social, cuestión que determina la comprensión y el imaginario comunal al respecto de las llamadas "infidelidades" matrimoniales, a las que se entiende en términos monogámicos porque la monogamia es el modelo parental vigente, causando una violencia doméstica terrible, con golpes, cuchilladas, engaños y otras fatalidades. Esta cuestión se sobrepuso a las revoluciones liberales, inclusive la francesa y sus seguidoras, pero, al hacérselas, a la aristocracia se la derrocó, no para instalar un sistema igualitario sino para reemplazarla por una clase nueva menos cruel, que fue la del empresariado urbano, que después se fusionó con los restos de la nobleza en una nueva aristocracia que, a más de tres siglos de 1688, superó con creces la altura de la de aquél entonces. Mientras que el sistema sea de jerarquía equivocada las revoluciones serán insuficientes a la vez que buenas, porque las fallas graves no resueltas persistirán como factores desencadenantes de enfermedades sociales.