Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

lunes, 18 de abril de 2016

Desarrollismo capitalista, golpismo y desarrollo alternativo

Ahora que se impuso la imputación a Dilma Rousseff en el Brasil hago el balance del modelo desarrollista en los términos de la alianza de clases que requizo, también a sabiendas de la derrota del progresismo en Argentina y de las destituciones habidas contra Lugo y Zelaya en Paraguay y Honduras, en el que partidos políticos democráticos implementaron una política de integración de los proletariados con los empresariados nacionales a la vez que con el capital trasnacional, en una relación conflictiva en la que el imperialismo estadounidense se alió con las oligarquías nacionales, en lo que es el internacionalismo liberal, a la vez que los gobiernos progresistas sometieron a los movimientos sociales para subordinar a los proletariados al esquema productivo desarrollista, con el que se pretendió reducir la pobreza, y en algunos aspectos se lo consiguió, aunque no en otros. A esta altura queda claro que los gobiernos progresistas, al aliarse con el capital trasnacional, le dieron fuerza a sus enemigos, que toleraron algunas críticas mientras hacían grandes negocios y mientras ejecutaban los golpes con los que derribaron relativamente al progresismo gubernamental, en cuanto que a su vez éste reprimió a los movimientos sociales, cuyos modelos alternativos quedaron relegados a las políticas públicas, un apéndice del modelo gubernamental complementario al eje pietista, capitalista y proteccionista.

La lección para sacar es que el modelo desarrollista no sirve, porque requiere que los gobiernos democráticos se alíen con el capital trasnacional, que se enriquece y los golpea mientras gobiernan, porque tiene una posición privilegiada al ser el que pone la inversión necesaria para impulsar el desarrollo, y los impuestos para la asistencia social, y que además es un desarrollo que no resuelve bien el problema de la pobreza, ni de la inclusión, ni del trabajo, ni del medio ambiente, por lo que hace falta un modelo de desarrollo alternativo, que podría formularse de acuerdo a la experiencia del modelo de transición al socialismo cubano, aunque corregido, y según los planteos de los movimientos sociales, que son bastante ricos en materia de análisis y propuestas. A su vez, habría que resolver bien qué relación mantener con los capitalistas, ya que tampoco es cuestión de expulsarlos necesariamente, sino que a los que no son demasiado deshonestos se los podría intentar ordenar: el proyecto de socialización de los medios de produción tendría que coexistir con el modelo capitalista durante un tiempo, ya que al capital no se lo puede terminar legislativamente, sino que su transformación requiere de un proceso histórico, en el que el estado tiene que tener un rol democratizante y de inclusión en los mercados internos pero además resolver la cuestión de la propiedad privada de los medios productivos económicos, lo que requiere de reformas constitucionales y del peso político necesario para producirlas y sostenerlas. Habría que reconocer que no toda propiedad privada es mala, como sucede con algunos de los pequeños y medianos empresarios, aunque su práctica económica sea corregible, y que se tendría que encontrar un modo de convivencia con el gran empresariado mientras se lo ordena y se lo depone de su sobrecarga, según lo permita la correlación de fuerzas sociales, para lo que también se precisa de voluntad política por parte de las fuerzas democráticas.

Un aspecto a tener en cuenta es que si los cubanos, en condiciones pésimas, pudieron sacar al país adelante, aún con todas las críticas que les quepan, es posible hacerlo para las demás naciones, incluso si los capitalistas retiraran todas sus inversiones. Las inversiones capitalistas son más malas que los beneficios que brindan, pero el problema principal es el pietismo, ya que falsea a las naciones y al capital trasnacional.

Otro punto es que los megaemprendimientos le restan fuerza a los gobiernos democráticos porque son antipopulares: colisionan con las comunidades a las que perjudican, y perjudican a las sociedades en general, sea por la corrupción de las autoridades, la fuga de capitales, la evasión impositiva, la contaminación rural y urbana, el consumismo, la destrucción de los mercados locales, la prostitución, la explotación laboral y demás. Por el poco dinero recaudado mediante impuestos magros y por pocos puestos de trabajo los gobiernos progresistas se generan varias contrariedades, que los corrompen y les restan apoyos sociales que les son necesarios, para lo que tendrán que aprender a enfrentar el problema de la pobreza de buena manera, o sea, consensuadamente, porque no les sirve a la larga atender a los más pobres empobreciendo a otra gente. Si es por una cuestión presupuestaria, podrían dejar de subsidiar al capital trasnacional, cobrar las multas por la evasión de impuestos o cobrar los impuestos evadidos, entre otras tantas medidas realizables dado el alto nivel de corrupción capitalista, aparte de fomentar la solidaridad social contra la pobreza extrema mediante acciones concretas, a las que se podría realizar su hubiera reclamos sociales en ese sentido.