Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

viernes, 29 de abril de 2016

Qué centrismo; apropiación de las piezas y de la materia

¿Qué centrismo debiera tener la izquierda? La izquierda, ¿tendría que ser centrista?, pero, ¿qué es ser centrista? Entiendo que lo que diferencia a la izquierda de la derecha es el teísmo, pero no absoluta sino históricamente, se dan entremezcladas en una práctica en que la relación respecto al teísmo es central. Entonces el centrismo tiende a ser de un democratismo ateo o agnóstico, y con aceptación de la cristiandad popular, el pietismo progresista, o el menos conservador, porque es más proletario, lo que es Nuevo Encuentro en Argentina, que es liberalizado porque el predominio social es liberal: la práctica social pietística pautada por las constituciones liberales es liberal en general, y en lo económico de intercambio mercantil liberalizado, más mercadointernista en el populismo y la socialdemocracia y más trasnacionalista en el liberalismo privado, porque el capital trasnacional es privatista. El centrismo es un capitalismo estatalista de desarrollismo proteccionista y píamente moderado, o agnosticista minoritariamente, el liberalismo heterodoxo, pero el dominio humano terráqueo es del pietocapitalismo trasnacional, que es la ortodoxia liberal, por lo que los gobiernos centristas ejercen una política proteccionista que acepta al trasnacionalismo a la vez que lo compone conflictiva y provisoriamente con la defensa de los mercados internos. Entonces la izquierda no puede tener ese centrismo, porque sobreatarea: no puede lograr un orden práctico bueno con sobreproducción, y ni siquiera con producción nivelada mala: no es sólo un problema del nivel de la producción, sino de su forma. Es la forma de la producción humana la que está mal, y la dicencia es la que permite la producción, el decir: la producción se hace a dichos, que responden a los pensamientos fallidos, y por eso la producción es algo mala, a la vez que es algo buena también. No puede ser buena del todo píamente, porque la concentración de la atención pía se sumerge en indagaciones mentales sobre los dioses y sus relaciones con las prácticas de los creyentes: los pietistas se guían a sí mismos en base a relatos tomados por sagrados e intentan hacer comportarse a los demás en relación a ellos, aunque no siempre lo logran, ni para ellos ni para sí, ya que sus preceptos no siempre son cumplibles y porque también tienen una conceptualización razonable, aunque contrariada por las creencias.

Entonces, ¿qué respuesta a eso se tendría que hacer desde la izquierda, en tanto que el centrismo popular es mistificante, es de un cientificismo pietista? Lo que sí sé es que el socialismo tiene que tener una relación crítica con las concepciones humanas en pugna, y el cientificismo requiere que sea verdadera: no puede ser creyente. Ahí, el que tiene que corregirse, dejando de ser creyente, es el cientificismo populista, es su deber histórico, porque es confuso en su definición en relación al pietismo, aceptando al ateísmo pero sin darle la razón socialmente respecto de la cuestión de la existencia por sí mismos de los dioses creídos por ellos, lo que tiene consecuencias en el conjunto de la relación entre la concepción y el resto de la práctica, ya que a ella se la basa en concepciones insuficientes, porque mezclan certezas con pareceres, por lo que se manda a practicar y se practica de mala manera. Para Argentina, sucede que el peronismo es cristiano en general, pero evade el debate, es como que mantiene la duda sin criticarla, o se elude en que Cristo fue un revolucionario por pelear por los pobres contra el imperio romano, sin señalar que creyó haber sido un enviado del supuesto creador del universo, en cuya existencia los peronistas, generalmente, tienen fe, una que les basta para tomarla por verdad, y sin reconocer la relación entre la creencia y la práctica humana mala. Desde el cientificismo se puede criticar tanto al pietismo como a las prácticas extrarreligiosas basadas en pareceres, porque es un deber humano que la práctica sea satisfactoria, por lo que cabe exigir el conocimiento debido para decidir qué hacer, ya que la ignorancia causa mala práctica también.

En cambio, en el privatismo la idea de Cristo es la de un sacrificio total, de un despojo de sí para redimir a los humanos de sus faltas, aparentes o ciertas, es más martirizante todavía, y vana también: pierden la cabeza por la comprensión de la historia en términos pieros, lo que les pervierte el entendimiento y les hace decaer, causar una decadencia humana por mala práctica social, en la que el pietismo impulsa al propietarismo porque ordena a la práctica social para la producción de propiedades. Las piezas, hechas de materia extraída, son transformadas por seres humanos de regímenes fideístas, que al hacerlo las apropian, las hacen partes de órdenes mercantiles, que son pieros porque creen en los dioses y porque no depusieron la remisión a Mercurio en el nombre dado a la unidad de transacción monetaria. Al mercantilizarse, se le pone a los productos fabricados un valor que no tienen en sí, se los valoriza abstractamente y se los recoloca en el aspecto comercial de los órdenes pietistas, en cuyo proceso se les llama mercancías y propiedades. Por eso Marx llamó al capitalismo la religión de la mercancía, que en realidad no es una religión, sino una relación social. La economía propietaria es pietista porque las comunidades humanas que la realizan también lo son, aunque desde la revolución rusa ellas conviven con el capitalismo materialista, que es de un propietarismo ateo.

La cuestión del centrismo es porque la mayor parte de la sociedad argentina es cristiana, sea de cultos católicos, evangélicos, laicos o los que fuere, y más aún porque en general es un problema planetario: en los otros países el cientificismo materialista también discute con las clases pietistas, sean de los credos que fueren, porque el socialismo científico es internacional, y también la izquierda tendría que explicitar qué relación tener hasta con la ultraderecha, ya que son seres humanos, son nuestros congéneres aunque no nos gusten, pero los científicos se evaden mucho de discutir a los dioses; eso, que es básico, tendría que estar recontra debatido por la humanidad entera, y no lo está en el 80 por ciento, por decirlo aproximado, en tanto que la gran mayoría de la humanidad cree en la existencia por sí mismos de los dioses, y los gobiernos de las naciones también lo hacen. ¿Cuántos gobiernos nacionales ateos hay? Los comunistas y los socialistas, que en el caso de China, Vietnam y Cuba hacen una acumulación capitalista atea, y en el otro, gobiernos socialistas, o demócratas ateos, bajo constituciones pietistas y liberales, con ley liberal, aunque esté bienestaristada, porque el estado de bienestar también es una alternativa pietocapitalista liberal, aunque sea mercadointernista y proteccionista, a semejanza del desarrollismo ateo, que no es pietista pero sí acumula capital. La acumulación de capital es una ambición desmedida, tenga o no origen religioso, que se desentiende del modo en que la tenencia de los medios productivos económicos determina a la distribución de las propiedades, por lo que al problema le buscan una solución estatal, que es insuficiente porque la distribución justa requiere de la producción socializada, porque en ella toda la sociedad participaría de la decisión sobre la distribución, por lo que a ella la realizaría mucha más gente, lo que aliviaría la tarea y la haría posible de ser satisfactoria, aunque no bastara para eso, porque además la producción tendría que ser bien razonada por el conjunto de la humanidad. Ahora, ¿cómo es que una clase llega a querer acumular capital? ¿Qué formación tienen que haber tenido para querer hacer eso? Es una clase educativa, escolar y universitaria: la formación capitalista se inicia familiar y eclesiásticamente y continúa en las escuelas y universidades liberales, que son las privadas, usualmente católicas en este país, y que son equivalentes a las protestantes, a las cristianas ortodoxas, a las judías y a las islámicas, y no sé de China y la India, ni de las religiones africanas, y son un montón, con historias larguísimas cada una, llenas de libros y folletos, en idiomas distintos, y con tradiciones orales. La acumulación de riqueza ya venía de antes, desde el establecimiento en civilizaciones hubo la acumulación de riqueza, de riqueza propietaria, tasada en valor abstracto, en moneda, pero no acumulación dineraria bancaria, que se inició en el renacimiento, ni mercado bursátil mundial, que es propiamente capitalista, igual que el sistema de acciones empresariales: se tasa a la propiedad en valor numerario y monetario, y se especula con los papeles de esa tasación, es una especulación abstracta en línea con la abstracción pura religiosa que se adosa en la práctica humana y la conduce capitalístamente, causando la explotación humana por mala comprensión de la historia, porque la falsedad les hace mala la práctica, y ellos son parte de esa explotación, ya que la padecen a la vez que la recrean. La humanidad es una especie animal que guía su práctica algo irracionalmente por creer, por ignorar y por aparentar, porque la creencia, la ignorancia y la apariencia obstruyen la reflexión de la vida para sí y la reemplazan por un pensamiento sobre el deber ser humano de un moralismo sacerdotal o frívolo, y autoritario en el caso de los regímenes comunistas, que a partir de la reforma protestante adoptó el modo capitalista liberal, que es el de las constituciones nacionales de Occidente, en Europa y en América Latina, y también en sus versiones imperialísticas de Oceanía y Asia: el imperialismo capitalista gestado en Gran Bretaña y en Francia primero, después en Alemania e Italia, y en los Estados Unidos, se expandió por todo el mundo. Todas las naciones humanas de este planeta son capitalistas, y mercantilizantes, el grueso de la actividad humana se dedica a la producción mercantil y está regida por leyes liberales. A semejante desastre, cruzado por las guerras, la violencia urbana y otros tantos males, la izquierda no lo puede ordenar: la ciencia social materialista es incapaz de poner orden en el mundo lo suficiente, porque la mayoría de los humanos son bastante irracionales, no tienen lo debido el precepto de investigar lo necesario para actuar, como la izquierda no lo tuvo tampoco en ocasiones, pero menos, sino que se conducen por supuestos, entre los que están los laicos empresariales, que son creyentes extraeclesiásticos de escolaridad científica atea y agnóstica, pero sobre todo pía, del iluminismo fideísta, dado que las escuelas estatales responden a la concepción constitucional, que también lo es: es de una piedad tolerante con el agnosticismo y el ateismo, pero pía.

El proteccionismo se inició como un modo del iluminismo teísta de resolver la crisis capitalista de 1929 en los términos de la piedad capitalista liberal, pero de manera mercadointernista, dada más al capital estatal y popular, que tiene ese paternalismo acogedor, como el dibujo de Perón abrazando a Eva, populista en el hecho de ser del pietismo popular, que eclesialmente son las iglesias de los sacerdotes de los barrios pobres, que son centros de formación confesional, pero el capital alto es trasnacional, mercadoexternista, hace fluir sus valores internacionalmente, en las finanzas y en las inversiones extranjeras directas, que son las que establecen la mayor explotación capitalista trasnacional de la materia. Ambos teísmos difieren respecto de la acumulación de capital, en tanto que el teísmo más proletario acumula poco, de subsistencia, o algo más, y hasta mucho, mientras que el teísmo más propietario acumula más aún y hasta lo exorbitante, sin darse cuenta de que hacen mal, además con ligazones entre las concepciones religiosas y las identidades nacionales, con el patriotismo: el nacionalismo es incorrecto porque no tiene en cuenta a las otras naciones lo suficiente, ya que es más importante para la convivencia humana su comprensión mutua, que no puede ser en términos nacionalistas. El internacionalismo es necesario para cualquier cientificismo político y económico, porque la correlación internacional humana es hecha por las naciones humanas en su conjunto, y un proteccionismo internacionalista tendría los problemas del desarrollismo, el capitalismo y el pietismo. El problema para la democracia cristiana seguirá siendo el de la cuestión teísta, igual que para el cristianismo socialista, como lo es el del MAS, el PSUV y el PT, y los ateísmos capitalistas tendrán la cuestión de la explotación y la de la superproducción: hasta que la humanidad no se ordene bien va a vivir con males previsibles, en crisis, lo que es displacentero y causa suficiente para cuestionar a las prácticas nocivas, acentuadas en el privatismo porque es más proclive al extremismo religioso, a ordenar la práctica dislatada y sacrificialmente, de lo que transcurre dejando un tendal de explotados y expulsados, al que no se podrá superar en términos fideístas ni mediante ateísmos idealistas, aunque sean de un idealismo objetivista en vez que absolutista, porque les falta razón, no admiten a las verdades de los perjudicados por su modelo, uno de cuyos aspectos principales es el crecimiento del producto bruto. Es que el producto bruto tiene que ser consensuado socialmente, aunque sea menor: esa disminución generaría una riqueza hecha con menos producción y menos esfuerzo. De hecho, la superación de la pobreza la requiere. No se superará a la pobreza con crecimiento económico porque la pobreza no es sólo una cuestión de la tenencia de la renta individual necesaria, sino de la satisfacción de las necesidades básicas y el goce de la vida en común, que es obturado por la producción mal ordenada, que privatizó no sólo a los medios de fabricación sino también al gobierno, a la comunicación y demás actividades representativas: el representativismo aparta, priva, en sitios cerrados, a los representantes, por lo que a sus prácticas les falta control social. La reducción de la producción es necesaria para que las clases sociales tengan tiempo y fuerza para involucrarse más políticamente, y con poder decisorio, lo que hasta ahora es un derecho básico insatisfecho.

El populismo tiene el problema de que la ética sacrificial es contraria a la justicia social porque el goce es prohibido por el sacrificio. Para lograr su aspiración de justicia social son necesarias la redistribución y los derechos humanos y sociales, pero ellos no bastan: ella precisa de la veración humana, la socialización de la propiedad, el consensualismo y el ecologismo.

La apropiación económica de las piezas es una segunda apropiación, entendida ésta como una piación, en sentido religioso, ya que las comunidades pietistas, en base a su existencia material dada por su carácter animal en el mundo, de aprehensión cognoscitiva comprobatoria, primero hicieron un relato pío del universo, lo que es la primer apropiación de la materia, y luego, al transformársela mediante el trabajo, y mercantilizársela, se la reapropia, se le vuelve a otorgar un sentido fideista, el fetichismo de la mercancía, que es su pietismo, de animales fideístas. “Fetichismo” es sinónimo de “pietismo”, por el fideísmo: son palabras parecidas asociadas histórica y tal vez etimológicamente. Habría que indagar si el término “pieza” no es en sí fideista, por ser similar al de “piedad”, igual que lo es el de “pedazo” y del mismo modo que “parte”, que es la acepción que se le otorga al “piedad” de “propiedad”, se emparenta con “privado”, ya que ambos quieren decir “apartado”, y ya que una de las fabricaciones humanas más importantes fue la destinada a los templos religiosos y sus construcciones conexas, que se apartan del espacio público mediante paredes, como las viviendas pero de ingreso más restrictivo todavía. De allí se explica que el privatismo sea más propenso al pietismo que el populismo, que sea más proclive al dogmatismo, aunque el populismo también es pío, por lo que también tiene problemas para conducirse porque no tiene bien resuelta su relación con el absolutismo, entre otras causas, por lo que desdeña a las intenciones placenteras en pos de la obediencia a los cánones sacrificatorios, por lo que se soslaya a las prácticas fáciles incluso cuando cabría aceptarlas. El pietismo, en tanto que es histórico, es puesto en suspenso cada vez que la práctica humana se proletariza, en el sentido de que se hace conforme a las circunstancias que no son religiosas, las comunes, lo que es mayoritario, pero eso no basta para ser satisfactorio, porque así se practica mal a veces, y a partir de pautas dominantes.

Al término “apropiación” y a sus relativos, como el de “propiedad”, hay que reconocerle su doble acepción, una referida a las piezas, en tanto que materia transformada por el trabajo humano, y otra referida al pietismo, ya que esa palabra es la manera de nombrar a la acción de pietizar a una cosa y ya que en general los trabajos fueron hechos por humanos pietistas, que colaboraron con sus tareas a los órdenes sociales a los que pertenecían y que le dieron sentido pensado a sus prácticas.

Las constituciones brasilera, venezolana y boliviana, lo mismo que la declaración de la independencia estadounidense, son cristianas, católicas las primeras tres y protestante la última. El avance logrado por la boliviana en ese aspecto fue el de incorporar a la Pachamama, como un reconocimiento pluricultural, pero tampoco asumió a la crítica atea. La constitución paraguaya también es católica.

En conclusión, queda por definir qué centrismo tendría que tener la izquierda, pero tendría que ser uno que, a partir de las características de las concepciones de los actores sociales píos, sean más proletarios o propietarios, establezca los planteos materialistas y socialistas a la vez que se relacione críticamente con ellos a favor de las políticas democratizantes y contra las privatizadoras, además de aceptar provisoriamente al pietismo capitalista y a sus reformas progresivas mientras que se configura una fuerza social capaz de superarlo, porque la progresividad permite la conformación de ese sujeto histórico. En resumen, es cuestión de traccionar desde el materialismo a la sociedad pietista y capitalista, de la que es parte el proletariado cuando es creyente y procapitalista, hacia posiciones cientificistas y socialistas, democráticamente y con una perspectiva de largo plazo, porque las naciones son mayoritariamente pietistas y procapitalistas, cuyas críticas no pasan del reformismo democrático en gran medida, por lo que no se podría avanzar más pronto porque al progreso proletario lo hacen las masas: de allí que la conducción conciente de las masas tenga que responder a sus características históricas. Más que liderarlas tendría que concientizarlas para que se guíen de conjunto. La izquierda pretende guiar la práctica humana, y esa pretensión es legítima porque la humanidad creyente es injusta, pero para eso tiene que comprender a los actores sociales y a sus problemas, y admitir las otras razones que le faltan.