Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

domingo, 9 de julio de 2023

Adecuar bien los significantes con los significados

 Para que el comunismo funcione bien es necesario que las palabras sean definidas de verdad, lo que hoy ocurre poco: hay muchas cuyos significantes remiten a algo incongruente con su significado, a las que se usa con soltura como si fueran bien ciertas, lo que lleva a expresarse e interpretarse algo mal porque quienes no manejan la convención inadeuada no pueden relacionar las palabras con su significado. Es imposible un lenguaje del todo adecuado, en que cada elemento semiótico responda de verdad a su referente y concuerde sin errores con su definición extensa, lo que además admite varias formas, pero si se aproxima a ello la comprensión e interrelación humanas serán más fáciles. El vínculo entre el significante y el significado funciona como las ecuaciones matemáticas, al postular igualaciones (se plantea que las palabras son iguales, en sentido, a sus definiciones extensas), pero cuando se viola su adecuación la definición se falsea, y aún así se las usa como si fueran verdaderas. Las definiciones de diccionario son ecuaciones semióticas cuyos referentes son concretos: son más complejas que las numerales porque tienen más unidades mínimas (los números simples son 10 y las letras, de abecedario y alfabeto árabe, como 28) y porque además las palabras remiten a cosas más concretas que las ideas de los números, aparte de por la longitud del discurso. El discurso que es demasiado largo es perverso, pero la longitud perfecta tampoco garantiza buen suceso, y debe ser social, o sea, que la veracidad individual importa poco, aunque es social y hace a la sociedad. Si la veracidad humana adquiere buena forma, la buena salida a la crisis se facilita. Puede tardar milenios en resolverse, menos o más según lo que haga la raza humana.

 Por fuera del mundo del abecedario, la escritura es de sistemas diferentes, con letras distintas en el islam y gráficos ideativos en China y Japón, que representan no al sonido de la letra sino a cosas compuestas, como las sílabas y figuras como las de la escritura egipcia, que eran dibujos de sus objetos, o sea, que el trazo les copiaba rasgos visuales, pero más abstractas. Son como las onomatopeyas pero visuales, en que el signo retoma formas visuales del objeto al que representa, así como se da en las onomatopeyas con el sonido de las cosas nombradas. La escritura egipcia no fue sólo de ideogramas, estos dibujos estandarizados, sino también de copiar el sonido del habla con letras, de fonogramas. Las culturas bíblicas y coránicas son muy fonogramáticas, más que la china y japonesa, pero tienen ilustraciones, que también las hay en estas últimas, que no son las únicas que componen el universo de la escritura en código.