jueves, 20 de julio de 2023

De lo tóxico

 Ahora está en boga hablar de lo tóxico, pero se lo hace de forma hipócrita, señalando la toxicidad ajena sin admitir que es propia, porque las toxinas ajenas son externas a quien las alude, le pertenecen por fuera suyo, coexistiéndole como objeto cercano: no las tiene dentro suyo ni en sus manos, pero le son próximas; las tiene cerca. Tampoco se admite bien la toxicidad propia al acusar la ajena, que es tanto exo como endócrina, en lo que incide el humor y la ideología porque, como la ideología se usa para juzgar y dirigir la conducta, determina cómo se valora a sí y a ello mismo, no de forma del todo absoluta, y qué se hace, por lo que redunda en el ánimo y en la secreción de las drogas creadas por las glándulas humanas, que son subjetivas en los hombres, están adentro de nuestros cuerpos. Las drogas ingeridas e inyectadas dependen de los órganos de los seres que crean a sus componentes, pero también de otros procesos, de trabajo y consumo.

 Como regla, para no dar muchas vueltas, cabe la sobriedad general, o sea, embriagarse cada tanto, si se opta por hacerlo a veces. Si se quiere embriagar seguido, como día por medio, la dosis tiene que ser pequeña, o quizás mediana, pero es mejor no estar al límite de lo peligroso. También hay que asegurarse de que las drogas a ingerir sean de buena calidad.