Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

viernes, 21 de julio de 2023

De la descapitalización de la clase sobrepropietaria

 La clase sobrepropietaria se compone de aquellos que tienen más propiedades que las necesarias para vivir bien, que no son sólo los multimillonarios, porque hay millonarios e inferiores en este rango. Su descapitalización, mientras que no se la legisle de oficio, debe ser voluntaria y falible, y de legislársela no cualquier forma sucedería bien, así que tendrá que diseñársele un buen modelo, lo que es difícil porque la humanidad tiene poca buena razón para eso: la mayoría votó por los partidos del liberalismo en boga, que es demasiado desigualante y en que prima el dólar, una moneda de cristianismo protestante, cuando se hicieron elecciones polipartidarias, de padrones nacionales que abarcan en general a la población adulta y a algunos adolescentes mayores, aunque esto con cierta abstención, votos impugnantes y muchas aprobaciones críticas. La apropiación de cada hombre debe alcanzarle para vivir, sin promover un modelo que, de extendérselo mucho, terminaría mal. Entonces, debe ser pequeña, pero no demasiado, y darse en un contexto de ideología bien fundada para que la ley surta buen efecto. Esta descapitalización implicaría que habría menos del trabajo más pesado y más del trabajo más libre, reduciendo así la cantidad de lesiones laborales y bélicas, por restársele importancia a la obtención de recursos naturales para la empresa y a la enemistad política, así como una capitalización de la clase subvaluada, para la que también se deberá decidir un buen método y aplicarlo desde el gobierno, con un pueblo no del todo bien conciente de la historia, que a veces opta por salidas terroríficas, y siendo que las leyes supremas actuales en general la prohíben, o sea, que esta descapitalización sólo puede darse menguada a menos que haya una reforma constitucional, que requiere de derrotar a los ejércitos oficiales o de un consenso parlamentario muy amplio, de como dos tercios de los legisladores en cada cámara, y que sería enfrentada desde arriba de acuerdo a razones políticas y espirituales.