Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

lunes, 18 de diciembre de 2017

De la táctica de la confrontación policial

Una parte de la dirigencia de las organizaciones socialistas falla al promover la táctica del enfrentamiento con las fuerzas armadas, en particular porque sus miembros se precaven de padecer pocas posibilidades de recibir impactos de balas de plomo, y porque sería insensato que se arriesgaran a eso, lo que no sucede con la vanguardia bélica, pero más en general porque esa medida no cuenta con la aprobación de la mayoría de las personas. Desprestigia al socialismo ante las masas, buena parte de las cuales es de la burguesía mediana. Las masas se componen en su mayoría de fieles laicos, por lo que son bastante prudentes, y a veces con buena razón.

El apedreo es una táctica anti-política porque desagrupa a las personas, aunque tenga su legitimidad. Es de una estrategia algo rudimentaria, medianamente inteligente. El de ahora en Argentina sucede a la reprobación socialista a la candidatura liberal heterodoxa de Daniel Scioli, que era bastante indefendible pero uno de los dos de mayor intención de voto. Algunos de los partidos socialistas, y los anarquistas, en vez que politizar a la sociedad durante un ajuste menos duro, se dan de piedrazos contra la policía para impedir la mala reforma del macrismo al sistema jubilatorio. Aparte, están infiltrados por agentes policiales, lo que no será denunciado socialmente lo suficiente, sino que los medios comunicativos privatistas usarán a la violencia como motivo para reprobarlos, y no exentos de buena razón, por lo que su prédica tendrá algo de éxito. Cabe añadir que el uso de las balas de goma obedece a la correlación de fuerzas sociales, porque la mayoría de la población reprendería que les dispararan con las de plomo, pero las fuerzas armadas podrían apelar a ellas si así lo decidieran, o sea que tienen una superioridad militar suficiente para ganar la batalla, que es entre una milicia común y otra profesional, de armamento de fabricación industrial y sofisticada. La de los jóvenes manifestantes es una vanguardia consecuente con una mala estrategia electoral y movimientista, de democratismo quebrado, que no concientiza socialmente al problema de la politicidad de la fidencia. El cascoteo es una medida popular a consecuencia de la fractura política de los partidos y demás organizaciones democráticas, que está muy dada por la operatoria capitalista y por la dificultad social para procesar el cuestionamiento al pietismo, y tiene otros desencadenantes, como las peleas personales entre sus dirigentes, o las traiciones a las bases. Para el socialismo es una derrota porque no es muy sabio, incluso aunque lograra su propósito, porque así sólo frenaría por un tiempo al ajuste, pero que puede colaborar en la ruptura del macrismo. La confrontación policial es un acto al que hay que aceptar porque no se lo puede impedir, pero al que le cabe la exigencia para una mejor politización futura, sobre todo por el herido con una bala de plomo, que puede morirse, por quienes perdieron uno de sus ojos y por los heridos menores y los detenidos, como la mujer a la que le tocaron el orto mientras que la detenían, así como hubo otros cuantos perjudicados de manera menos grave. En términos políticos es reprobable porque impide una coordinación más o menos buena entre las organizaciones democráticas.

La contrarreforma no avanzaría tanto si la izquierda hubiera llamado al voto crítico en las elecciones presidenciales de 2015, y hasta muchos de los propios jubilados votaron por el frente partidario que la impulsa. El socialismo deberá convocar al voto crítico cuando no pueda ganar, e incluso aunque pudiera, a la vez que exigirle a la sociedad un modelo político de buena representatividad, al que habrá que definir a mediano plazo. El problema de la representación política está atravesado por la creencia, porque la falla representativa causada por creer se replica en aquélla, aunque no sólo se da por eso. La izquierda debiera criticar bien y abiertamente a la opción electoral efectuada por las masas, que se inclinó mucho por el macrismo, y otro tanto por el fernandezismo, porque para impedir los retrocesos y avanzar deben votar bien. No puede establecer una buena estrategia política idealizándolas.

La de enfrentarse mal a las fuerzas armadas estatales es una táctica más perdedora que ganadora. Hace a una demostración de intereses revolucionarios que no se plasman en una estrategia política suficiente, porque le falta la crítica de la infra y de la mesoestructura social, o sea, la crítica de las masas. A eso lo escribo para el trotskismo. Para los anarquistas, u otros apedreantes sueltos, el asunto es más el de la falsedad de la representación política, dada por el fideísmo capitalista, al que no criticaron explícitamente, por lo que no verbalizaron el repudio, sino que lo expresaron tirando las piedras, por lo que aquél permanecerá poco concientizado en la sociedad.