Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

miércoles, 6 de diciembre de 2017

Sobre la última propaganda de Sprite

La crítica publicitaria da para un género propio, con subgéneros, teoría, concursos docentes y más. Lo llamativo es que esté tan poco desarrollada formalmente: transcurre en forma de bromas, de pensamientos secretos, de denuncias y otros relatos menores, que distan de haber legalizado al control propagandístico. Como el empresariado capitalista es más numeroso que el personal estatal, el control que el gobierno pueda hacerle siempre será insuficiente, porque no alcanzaría la cantidad de buenos vigilantes que requiere la sana atención del maltrato publicitario, y de las otras maldades ocasionadas por la capitalesía. De allí que el reclamo por la socialización de los medios privados vaya a persistir. La mala privatización de los medios productivos es una sociopatía en sí misma, y genera a otras tantas, por lo que la gente se seguirá quejando de ella hasta que esté resuelta, y perjudica hasta a los mismos privatizadores.

Dos elementos retóricos me llamaron la atención de la propaganda de Sprite, que es una limonada azucarada con gas, a la que tranquilamente se debiera fabricar casera, aunque no tenga gas en ese caso. Una resistencia que habría que vencer para eso es la pereza de la gente, que no está lista para hacerla en su casa, y que además apela a que ésta no tiene gas, lo que es bastante gastable. Hablo del spot en el que el abuelo no sabe usar la heladera supermoderna pero sí para qué sirve esta gaseosa. El primer elemento es que, a lo largo de la narración, se plantea la idea de que aunque la tecnología evolucione rápido lo que más importa es lo que permanece, que es la bebida en este caso. Este motivo argumental por una parte equipara la evolución a la evolución acelerada de las nuevas tecnologías electrónicas, atenazada por la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, o sea que entiende a la evolución tecnológica de mala forma, no sólo de manera conservadora, lo que podría estar bien, ya que la tecnología avanza demasiado rápido, e innecesariamente a veces, pero además puede que se sostenga en la prédica anti-evolucionista de los creacionistas protestantes. Es obvio decirlo, pero hace falta porque se reconoce poco que la publicidad es tanto ideológica como política, lo que no estaría mal si fuera bien hecho. El otro elemento es que en un momento aparece una mujer con la cara rara. Pasa como si nada, sin que se explique cómo ni porqué está esa mujer con esa cara tan rara, con los pómulos deformes y la nariz para adentro. Es una cara muy rara, que mira sensual a los televidentes por un breve instante, a la que se la muestra sin ninguna explicación de para qué la pusieron los publicistas. Me temo que se trata de un tipo de manipulación psicológica subliminal a la que los procapitalistas estadounidenses son tan adeptos. La cara se parece a la de algunos de los cocainómanos más graves, por lo que tal vez remita al problema de la Coca Cola, que se fabrica con nuez moscada y hojas de coca, o bien al de la cocaína, pero no lo sé. Tal vez la hayan puesto por otro motivo, lo que persiste sin que se lo haya explicado.