Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

sábado, 11 de julio de 2020

La demonización como acoso gámico

Cuando se demoniza según el precepto de la fidelidad monogámica se hace acoso amatorio, porque se trata de cornudos a los polígamos, que solemos enamorarnos de nuestros compañeros de garche, de fidelidad distinta a la establecida, es decir, que se nos golpea simbólicamente por transgredir la norma principal de acuerdo a lo que sentimos, con las consecuencias que eso le trae a la vida individual, que es lo común porque el sentimiento libidinal polívoco es absoluto en la especie, causando un enamoramiento liviano muy extenso, no del todo bueno y al que se denosta como calentura, y que no siempre es reconocido como amor, sino que se lo toma por frívolo, en línea con la promoción del amor a dios, que termina frustrante porque dios no es lo que se cree que es, sino el brillo del sol, aunque también es verdad que el amor no es bueno por sí mismo. Existe el mal amor. La sensación de la excitación sexual, que es amorosa, ocurre de inmediato y por mucha gente durante cada día, y es amatoria aunque sea reciente y no dure, pero a veces dura y por mucho tiempo, durante el cual tiene olvidos, que no son siempre malos y que son inevitables: es imposible recordar siempre a cada ser querido, apenas da para hacerlo poco, pero siempre se recuerda a quienes se quiere. Tampoco el amor hasta la muerte es el único modo de amar bien, ni es bueno en sí mismo, pero ni el efímero ni el modesto son buenos por durar menos, ni lo bueno existe mucho en estado puro: en general se da entremezclado con malas cosas, lo que da que el amor social es contradictorio y está sujeto a la organización de la sociedad, por lo que a su conciencia y al resto de su práctica.