Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

lunes, 20 de julio de 2020

Para el análisis electoral socialista

El socialismo necesita reconocer bien el voto proletario, para lo cual tiene que notarlo en sí mismo y en relación al total de la sociedad. Entonces, hay que distinguir las categorías de los votos, sean abstinentes o sufragados, y, dentro de estos últimos, los nulos, en blanco y por candidatos, con los totales de cada cual, a lo cual agregarle la opinión de la parte de la sociedad que no está empadronada, de mayoría proletaria, que se podría investigar con encuestas aunque el resultado no fuese completo. Los cálculos porcentuales tienen que basarse en el total empadronado, que no coincide del todo con la sociedad, por lo que luego habría que hacer una estimación intuitiva, pero antes hay que resolver bien el cálculo sobre el padrón. Una vez que se tienen los números totales del padrón hay que calcular los porcentajes de sus asalariados, en principio aproximables según el porcentaje de obreros que haya en la población económicamente activa, o de proletarios sobre la población total, medidos en sentido amplio, sean trabajadores a sueldo o no. Se le resta a cada resultado el porcentaje que le corresponde a la población empresaria, que es la que sobrepasa los ingresos mayoritarios y se subdiferencia hacia adentro. A esto habría que terminar de definirlo de acuerdo a la afinidad política de las clases, que hace que la clase obrera se incline más hacia los partidos progresistas, lo que tiene limitaciones constitucionales, abarca a cierta gama y varía en particular por distintos factores que habría que analizar en concreto. Así, de poder compararse el voto empadronado total con el obrero, se podrían sacar conclusiones fundamentadas sobre la opinión política proletaria, que determina mucho a la política inmediata y de corto plazo.

Saber cómo se reparte el voto obrero ayudaría a definir bien la política socialista de corto plazo. Entender al popular es necesario para las cuestiones coyunturales y para precisar el análisis y la estrategia. Lo mismo vale para el elitista. Entonces, habría que manejar un registro de cuatro partes: proletario, empresarial mediano, gran empresarial y total. Esto daría un marco orientador, que no debiera ser tenido como guía absoluta. Se podría distinguir en dos pares, uno entre la clase asalariada y el empresariado, que tendría al pequeño empresariado como parte de la clase asalariada, y otro entre el pueblo y la elite, que tendría al empresariado mediano y a la parte baja del grande como parte del pueblo, y hasta del proletariado en particular, según la autoidentificación de clase.