Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

sábado, 5 de marzo de 2016

De la prostitución

La prostitución, etimológicamente, es la defensa de las instituciones, “pro-institución”, o, mejor dicho, la defensa del status quo, el estado de las cosas: viene de “pro status”, lo que no sería problema si el orden vigente fuese bueno. Entonces, ¿cómo se relaciona el comercio sexual con la defensa de las instituciones? Pienso que se trata de una forma pía de incluir a la sexualidad extramatrimonial y a algunas de las mujeres abandonadas, al margen del sistema de socialización dominante, que ordena a las mujeres bien consideradas, para el cánon vigente, según las normas pías del comportamiento supuestamente conveniente, aunque ese orden sea desobedecido en secreto, y contiene a algunas de las mujeres bastardeadas en el servicio sexual, que son tildadas de “mal nacidas” por haber sido engendradas de manera ilegítima para las formas fideístas, o degradadas mediante cualquier otra excusa. El término proviene de la antigua roma y los diccionarios luego trocaron su sentido etimológico por los de “exponer en público”, “humillar” o “mancillar”, porque las formas históricas en que se hubo sometido a las prostitutas, incluyendo a los hombres, implicaron su exposición pública y su denigración, no solamente en relación con el comercio sexual sino también con otros tipos de sometimiento calificados de prostitutos, como los de los trabajadores del entretenimiento que tienen relaciones homosexuales. Por el caso de las mujeres forzadas al trabajo sexual, la promiscuidad se asoció a la prostitución, de lo que se calificó de prostitutas a las mujeres promiscuas, fuesen explotadas del comercio sexual o no, también como un modo de punir las faltas a las normas pías que regulan al orden sexual. Hay todo un abuso histórico del término a causa de las definiciones falsas, que conllevan a la agresividad con que se insulta y que responde más que a eso al interés ordinario pío.

El significado de prostituir como “someter al estado vigente”, o a las instituciones, se corresponde con la práctica del comercio sexual que subordina a las mujeres atrapadas en las redes de trata y las pone a desempeñarse en tareas que favorecen al orden imperante, o en el de las que la ejercen por otras causas, en el sentido de que las prostitutas proveen de dinero a los proxenetas y ofrecen una resolución, falsa pero real, a la represión sexual masculina requerida por la monogamia, lo mismo que sucede, pero minoritariamente, entre los prostitutos y sus clientas y en las prostituciones sexualmente divergentes, aparte de las otras prácticas relativas a la prostitución que perpetúan al orden pío, como el vedetismo, las frivolidades y los consumos no emancipatorios, aunque éstas tienen a favor el hecho de contener en mayor medida algunos goces y anhelos libertarios de los sometidos. La prostitución es una forma baja, subordinada, de la institucionalización. No obstante, no todas las prácticas del ámbito de la prostitución son prostitutas, e incluso hay apoyos a las instituciones que son emancipatorios porque las instituciones son entes permeados por las prácticas proletarias. Lo malo de las instituciones es su carácter pío, y sus formas derivadas, pero no bastaría con cambiarle el modo de pensar y actuar a los instituidos para resolver el problema porque las instituciones, al ser lugares cerrados, apartan a la gente de quienes están afuera, separan a los instituidos de sus congéneres externos, cosa que tendrá que ser resuelta históricamente.

El hecho de que tanto la sexualidad como el juego sean incluidos en el funcionamiento social de maneras degradadas da cuenta del lugar que el sistema teísta le asigna al goce y a la socialidad, a las que se admite bajo modos reprobables, sancionables, si es que desobedecen a los cánones instituidos, lo que deriva de la mala consideración al disfrute que se hace en las ideas religiosas, que en el caso del cristianismo asocian la diversión al pecado, porque éste tiene una lógica autopunitoria a consecuencia de condenar a las cuestiones materiales que no se conforman con sus mandatos ideales: de la falsedad que supone la idea de que somos pecadores, como si estuviéramos en deuda por haber nacido, o por desatender a las piedades, se sigue la práctica tortuosa dominante, que se expande atravesando a las órdenes clericales por los distintos ámbitos de las sociedades pías, contrariada e históricamente, lo que causa una distorsión social que pervierte a las relaciones entre las personas, que subsisten problematizadas.