Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

lunes, 7 de marzo de 2016

Respuesta a ‟El ‘no’ a la tentación hegemonista”, de Maristella Svampa

La nota siguiente es un análisis crítico del artículo publicado en el dossier “Bolivia: referéndum y extractivismo”, de la revista Sin Permiso, el 5 de marzo de este año, que retoma algunos de sus planteos y que reformula otros. En su favor, señalo que el ecologismo es un aspecto indispensable de todo modelo que pretenda ser emancipatorio, porque el disfrute de la vida requiere de un medio ambiente sano; pero, aparte de eso y de los demás puntos en que Svampa tiene razón, o que no puedo evaluar por ignorancia, voy a centrarme en las críticas que me son asibles, para buscar la superación de las cuestiones que entiendo lo requieren.

No me parece que haya una falsedad en el doble proceder del gobierno de Evo Morales al sostener la defensa de la Tierra en los congresos internacionales y explotarla en su país, porque la explotación de la Tierra es un problema capitalista de carácter mundial, mientras que el modelo adoptado por su gobierno, una variante del desarrollismo, modelo que busca superar la dependencia de los países subdesarrollados respecto a las potencias mundiales mediante una industrialización financiada con la exportación de materias primas, goza de consenso en el progresismo latinoamericano ˗e incluso, en algunos aspectos cuestionables, en parte de la izquierda crítica a ellos, como la trotskista˗, un progresismo que no ha evaluado bien a las consecuencias del desarrollo, no sólo para el medioambiente sino para el conjunto de los sistemas sociales latinoamericanos y el terráqueo. En el caso boliviano, el gobierno del MAS implementó una variante del planteo desarrollista, menos centrada en el cambio de la matriz productiva que en la inclusión por vía de la redistribución de la renta de las exportaciones extractivistas. En ese sentido, dado el carácter de la sociedad mundial, al gobierno moralista no le queda otra opción que explotar la tierra: tienen que hacerlo sí o sí, a no ser que socializaran los medios de producción e implementaran una economía ecologista, pero la correlación de fuezas se lo impediría incluso si ese fuera su propósito: ni siquiera los obreros y los campesinos reclaman masivamente la socialización de los medios de producción. Lo que sí podrían hacer los progresistas es reconocer el problema, dejar de atacarnos a los ecologistas e impulsar una socialización progresiva mientras que se transforma posibilistamente al modelo vigente, ya que para cambiarlo drásticamente se requiere de revoluciones sociales y reformas legislativas para las que no alcanzan las fuerzas, debido al peso militar, financiero, empresarial, jurídico, comunicativo y eclesiástico de la derecha. Y además, gran parte de la izquierda tendría que poner en debate su interés industrialista, ya que el planteo industrializador poco conciente que sostiene en algunas de sus posiciones llevaría a un modelo superexplotador, más lesivo para la humanidad, el resto de la naturaleza y la Tierra que el que está en curso. Imagínense lo que sería si América Latina, África, Oceanía y la parte subdesarrollada de Asia alcanzaran la industrialización de Europa, Estados Unidos, Rusia y China: sería un desastre planetario mucho mayor que el vigente hoy en día. En ese sentido, el objetivo es el de lograr modelos sostenibles, de generación de poco valor agregado, pero suficiente para que se mantengan las naciones, a la vez que se busque una complementación económica internacional y justa para todas las partes, lo que, de lograrse alguna vez, no será pronto, pero aún así se podría avanzar mucho con la socialización de los medios de producción y la explotación racional de los recursos terráqueos, con la racionalización de la economía en general, que liberaría a la humanidad de la explotación y le permitiría socializarse de buena manera.

A la cuestión de la reelección presidencial no la veo del mismo modo que Svampa en el artículo, aunque sí acuerdo con la necesidad del recambio, pero sin estar seguro al respecto, porque más que quienes gobiernen lo que importa es la política que implementen: con recambio o reelección seguiría estando el problema de los excesos gubernativos, y tal vez de peor manera, aparte de que seguirá estando el de la democracia representativa, que es injusta en sí porque no es consensualista. No obstante, es cierto que dentro de ese marco, los representantes demócratas-populares tendrían que buscar sucesiones presidenciales no demasiado reelectivas, aunque se les dificulte porque mundialmente están subordinados a la opresión liberal.

Lo del fin de ciclo es incierto: es aventurado sostenerlo. Lo que sí se puede decir con certeza es que los gobiernos demócrata-populares están en crisis, cosa que ya sucedió en el pasado: le pasó a Lázaro Cárdenas, a Vargas y a Perón, cuyo balance habría que hacer en detalle, ya que vivimos las consecuencias de sus errores y de sus logros. Esa crisis se debe en parte a las conspiraciones internacionales de la oligarquía, acicateada desde los Estados Unidos, los centros financistas, como el FMI y el BM, y los grandes medios de comunicación, entre otros; y en parte a sus errores y malos modos, además de los otros factores que condicionan a los gobiernos: la falsedad de las naciones dada por las religiones, la recesión mundial desde 2008, la caída del precio de las materias primas y muchos más a los que habría que reconocer. En un resumen incompleto, por la hegemonía del pietismo capitalista trasnacional, liderado por las finanzas y secundado por el militarismo y las grandes ramas de la industria y la agricultura, junto a los negocios ilegales, como la trata de mujeres y el narcotráfico, que hacen a la barbarie en curso que está en crisis en general.

Al margen del análisis del artículo en cuestión, el paradigma de la dependencia, que busca superar el subdesarrollo, tendría que reconocer que los así llamados “países desarrollados” son en realidad países mal desarrollados, por lo que no son un modelo a seguir; y más aún, lo que se necesita no es alcanzar un modelo para las regiones sino un complemento productivo internacional y justo: las otras soluciones se desvían del modelo que debe ser, por lo que son corregibles.

Otro punto al margen es el abandono de la izquierda a la crítica de las religiones, que es un punto central del socialismo científico cuya importancia es mal reconocida, ya que el capitalismo es una consecuencia del pietismo: el pietismo condicionó al capitalismo, porque es anterior a él, y determina a algunos problemas sociales, como la definición de la razón de ser humana, o sea, la respuesta a la pregunta por el sentido de la vida humana, o la falsa conciencia, con mayor profundidad también. El capitalismo es el modo de producción pietista posterior a la reforma y a la contrarreforma cristianas, por lo que el fideísmo es su antecesor. La agricultura determinó a la religión, pero la religión determinó al modo de producción capitalista: ambos factores tienen una influencia recíproca con primacía económica, ya que parte de la historia humana es que la concepción ideativa determina al resto de la práctica, además de la inversa, que es primordial.

Una última cosa que quiero decir, pero esta vez en relación al otro artículo del dossier, el de Joan Martínez Alier, que también me gustó bastante, es que discrepo con la idea de que Evo Morales tendría que hacerse cargo de la crianza de su hijo recientemente reconocido, no porque no corresponda al modo vigente de criar a los hijos, sino porque no cuestiona al sistema de parentezco y crianza judeocristiano, que es injusto porque sujeta a la gente a formas pías, además a fuerza de acusaciones, e impide la crianza comunal, no obstante lo cual pienso que Morales tendrá que hacerlo así. También valdría que la oligarquía, que tanto escándalo hace ahora por eso, reconociera todas las veces que ellos cometieron adulterios engañosos y tuvieron hijos considerados ilegítimos, encima ocultándolo, lo mismo que pasa con los casos de corrupción que le denuncian al PT sin hacer lo mismo cuando los cometen los liberales, que son muchísimos más. La corrupción es un rasgo estructural a la piedad capitalista, debido a su falsedad, por lo que se la pueden encontrar a cualquier gobierno: lo que pasa es que la oligarquía utiliza las denuncias para su conveniencia, finge buscar la justicia cuando hace una delación malintencionada, porque su concepción es mojigata, miserable, en el sentido de que tiene habilidades míseras, de las misas, o sea, eclesiásticas, ya que la trama de trampas, manipulaciones y mentiras en las disputas por el poder son una característica esencial de las órdenes religiosas extendida al laicismo, aunque en él opera de distintas y menores maneras.


Notas

1. En el marco de un democratismo o un socialismo naturista, una medida que serviría para reducir las importaciones, y el déficit del comercio exterior correspondiente, es la de reemplazar por mano de obra, con herramientas simples, a las actividades que se realizan con máquinas sofisticadas, eléctricas o electrónicas en general, lo que generaría muchos puestos de trabajo y sostendría a la economía en niveles aceptables por el consumo de esos trabajadores también, además de aliviar la contaminación causada por la maquinaria y el exceso de producción industrial compleja en el primer mundo y de extracción minera en el tercero. Los gobiernos tienen que atender al problema causado por la sobretecnificación de la producción, y lo mismo, para el problema del transporte y el exceso en el consumo de combustible, seviría fomentar que la gente desempeñe sus actividades cerca de donde reside, según fuere posible.

Además, dentro de las medidas reformistas que se podrían implementar mientras no haya las fuerzas para socializar los medios de producción masivamente, está la reducción de la jornada laboral, a 30 horas semanales por ejemplo, que incrementaría la cantidad de puestos de trabajo. Algunas de las empresas podrían hacer frente a ese aumento de costes laborales, ya que tienen ganancias extraordinarias que fugan al exterior, y para las otras podría haber excepciones o variantes. A la vez, según los casos se podrían socializar las tierras ociosas, a no ser que fuese social o ecológicamente necesario mantenerlas así, y las empresas quebradas, que las habrá porque la piedad y la competencia capitalista hartan a los empresarios hasta el colapso.

2. Lo poco que dije sobre el modelo boliviano es insuficiente, pero no sé mucho más del asunto. Me referí a eso para dar cuenta del problema ecológico y social que tiene el industrialismo desarrollista.

3. Massimo Modonesi prosiguió la crítica al verticalismo progresista en “Caudillismos y cesarismo en la coyuntura latinoamericana y mexicana”, publicado en Rebelión el 16 de marzo.

4. Ahora, al 17 de marzo, parece que Evo Morales no era el padre biológico del hijo que le adjudicó la campaña de desprestigio de la derecha. Y pensamos que era verdad.