Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

viernes, 18 de marzo de 2016

Nota sin título

En tanto que el privatismo domina al gran capital, al propietario de los medios de producción mayores, es más corrupto que el populismo y que la socialdemocracia, y que hasta el anarquismo, la ultraizquierda es izquierdista, porque maneja finanzas mayores, de índole empresarial, bancaria, estatal, industrial, agrícola y demás, y porque su falsedad es más alta también; es la cúspide del orden propietario, que hacia abajo atraviesa al resto de la clase alta y a las clases media y baja, el propietariado comercial, el servicio del transporte, el asalarismo formal y el precario, y al mundo de la delincuencia también. Toda la escala social, sea la definida abstractamente o la definida de acuerdo a la relación con los medios de producción, que bien entendidas coinciden, está atravesada por propiedades, sean pertenencias fabricadas o credos. En caso de que no se pudiera incluir a los credos dentro de las propiedades, no importaría: la escala está atravesada por piedades también, por fiedades, creencias, que falsean a la práctica humana, la dificultan, lo que confluye con la ambición de tener poder de dominio de la clase capitalista, de lo que, la dirección general de la humanidad, la clase rectora de la práctica humana, despliega un estado de guerra permanente, de tensión inter e intranacional, en que las dirigencias nacionales chocan entre sí y hacia adentro someten a las poblaciones, ya algo desastrosas de por sí por creer y por tener que obedecer a los mandatos productivos. Pero eso, dicho así en abstracto, sucede en concreto. Las abstracciones verdaderas son válidas porque se corresponden con los hechos que analizan, aunque son cuestionables porque no son perfectas del todo.

El populismo no puede no ser corrupto porque la ley estatal es pía, y por ende falsea sus relaciones civiles, morales, comerciales y laborales, etc., de igual modo que la corrupción atraviesa a toda la sociedad civil internacional, que es explotada también. La humanidad no puede no ser corrupta en la piedad, y no lo es en la capitalista, pero hay corrupciones inocentes, menores, y no pienso en la acusación a Dilma Rousseff, pienso en la humanidad en general y en su clase gobernante, sea pía o no, como es el caso del gobierno chino, y hasta hace poco del cubano, que no sé si se fideizó, con la promesa de rezar que le hizo Raúl Castro al Papa, el primero de los cuales si bien no es pío sí es capitalista, hace a un capitalismo estatal y privado, gobernado por un partido comunista, que es desarrollista y explotador: sigue una lógica de producción mala, dada la competencia interimperialista internacional y la coyuntura humana actual. La nación china no es más un imperio pero es una gran potencia, entre Estados Unidos, la Unión Europea y Rusia, a las que están sometidas las latinoamericanas, las africanas y las oceánicas, y Japón, que a su vez tienen conflictos entre sí incluso en la UNASUR, que se alió en un bloque regional, y no sé de África, donde hay potencias regionales líderes, como Sudáfrica, y otras históricas, el país de Egipto, atravesadas por las guerras islamistas e imperialistas, y sus derivados etnonacionales, ni del resto de Asia, con la India y tanto más que hay. Lo digo porque el privatismo, el populismo y el socialismo se contrarían entre ellos y entre sí terráqueamente, son concepciones en pugna en todos los países modernizados, con sus distintas líneas internas y sus enfrentamientos, hasta dentro de las mismas líneas. El democratismo se explaya entre el populismo y el socialismo, y la clase alta tiene un democratismo, representativo, falso pero rector, que contracciona con él cuando el proletariado es prole, después que se desapropia, y que persiste, porque el mandato pío posee al capital y domina hacia abajo también: por eso es que las luchas proletarias no salen todas juntas a la vez, porque el proletariado también tiene falseada la conciencia, no lucha bien, lucha a tientas, y agregó violencia también, menos intensamente, porque el proletariado es pacífico, pero mucho más masivamente, por su numerosidad tantísimo superior. Este es un problema secundario, en tanto que el principal es el de la conciencia pía capitalista, que ordena a la producción económica, y por ende a la política y a la social en general, en los términos del cumplimiento del sistema, cuando el sistema funciona, y funciona siempre y no va a dejar de funcionar a no ser que la clase dominante mundial sea buena, se tendrían que convertir en buenas personas, y no sólo ellos sino también el resto de la humanidad, cosa imposible. No sucederá durante nuestras vidas, ni pronto después, porque la práctica humana está muy fallada, y la humanidad es testaruda siquiera para reconocerlo, por lo que no se corregirá, sino que persistirá en su lógica compulsiva mercantilizante. Eso le pasa al proletariado también, que está atravesado de conjunto por la mercantilización, que es una práctica fallida, y falla a la práctica a escala planetaria.

Pero eso no es tan malo, nada más es un problema para la revolución, que necesita de conciencia verdadera, probada, no sólo en su clase trabajadora, sino en la capitalista también: hasta que toda la humanidad no sea atea y proletaria la humanidad se complicará la vida a sí misma. A eso la gente tendría que reconocerlo, sea quien fuere. Mientras tanto habrá los golpes cruzados, bien y mal dados, que caracterizan a la barbarie, principalmente de arriba a abajo, porque los capitalistas reprimen para mantener su orden, aunque sea malo. Los capitalistas ni siquiera reconocen que su orden es malo; no lo reconocen de modo tal ni de estar cerca de detenerse o desistir. Así que menos lo depondrán, pero es un deber histórico de la izquierda la creación de conciencia verdadera, atea, ya que lo de dios es una hipótesis, y refutable: no se la puede demostrar concluyentemente con eso de las pruebas de dios, pero hay gente que pierde el tiempo en especular sobre esas cosas, y para peor en base a ella la clase propietaria dispone un orden que rige en general a la humanidad, sin que toda ella se haga cargo de los descubrimientos científicos que desmintieron a varios pasajes de los libros considerados sagrados, ni de que la existencia de los dioses es una presunción: al menos la humanidad tiene que ser agnóstica. El orden de la ONU es uno de coexistencia interreligiosa, con conflictos con los extremismos fideístas, que son anticapitalistas por derecha, porque su fanatismo los orienta a prácticas autodestructivas, de enfrentamientos armados a las potencias que los oprimen, en el que conviven las religiones capitalistas, el cristianismo católico y protestante, el islamismo moderado, y las que ingresan en la modernidad, pero la competencia interimperialista las conflictúa entre sí, y las pujas capitalistas oprimen a toda la Tierra y a la naturaleza a las que llegan las prácticas humanas ordenadas por ellas.

Eso de que si la revolución es por etapas o repentina tiene rasgos de un idealismo absolutista, porque la revolución, que es la adquisición de la conciencia humana y del orden que le corresponde, es histórica. Ni las etapas carecen de interrelaciones entre sí ni las revoluciones drásticas cambian todo lo necesario, pero la humanidad tiene que saber qué es lo que quiere, cuál es la vida que quiere, porque hasta tanto no intentará conseguirla, y eso depende de la conciencia social. Mientras que estén en conciencias creyentes, o, bien dicho, en conciencias falsas, no se podrá superar los problemas históricos vigentes. Por eso el ateísmo no es pesado. No es pecador porque no es creyente, aunque los creyentes puedan interpretarlo así. Lo que es pesado es la piedad, ya que el ateísmo lo que propone cuando propone bien no es un desorden maltratador de la naturaleza, como el vigente, sino un orden necesario, de poca producción fabril, la necesaria, y de una convivencia social consensuada, democrática e igualitaria, o sea, una comunidad bien educada, educada en base a la verdad de la ciencia común probada, que sepa comportarse. Lo que los cristianos sueñan cuando piensan en las ideas pastoriles, y lo que dicen querer mientras hacen lo opuesto, es lo que quiere concretar el socialismo, pero bien, de acuerdo a la naturaleza de la humanidad y al entorno. No lo hace porque no tiene conciencia y porque lo tracciona la hegemonía capitalista mundial, que puso al desarrollismo como vara de comparación entre los países. Cuando hablo del socialismo bien hecho no me refiero a Cuba ni a China, ya que no lo son, aunque igual les reconozco sus logros en ese tránsito, sino a su modelo terminado, el naturismo, precedente al todismo, que sería el orden humano correspondiente a la educación verdadera de cada humano, que debiera ser social para realizarse: no se puede educar a toda la humanidad en las escuelas, porque no entra toda siempre, y no debiera hacérselo porque algunos saberes necesarios para la convivencia son de la vida cotidiana, por lo que no pueden ser escolarizados. La escolarización debiera persistir como enseñanza libre. El naturismo es humanista también porque la humanidad es natural, por nacer, aparte de animal.  El asunto es que para lograr aquello habría que explicarle a todos los creyentes del mundo porqué son falsas las creencias y convertirlos al cientificismo, ¡tendrían que aceptar ser primates, o al menos primáticos!, y ni siquiera con eso bastaría, porque el cientificismo hizo mal también, pero es una condición necesaria. Ese debate no debe estar latente, porque es primordial para la práctica humana, le define la base.


Notas

1. El ateísmo sí es pesado: tiene piezas y pesos, y es pecador en el sentido pío; sucede que los pecados, según se los cometa, pueden no ser malos. Tan solo son faltas al orden pío, que no es verdadero, por lo que define mal los términos de lo que debe ser el comportamiento, porque en vez de buscar que la conducta sea buena social y ecológicamente se ciñe a los cánones consagrados. Y los pesos y piezas que tiene el ateísmo no son recontra excesivos, como los de la piedad capitalista, aparte de que el ateísmo sí busca un orden social ambientalmente sano y gozoso, directa y explícitamente. No tiene tantos rodeos idealistas de por medio, aunque algunos tiene. El objetivo es que la humanidad pese bien, que fabrique sus piezas bien, y las piezas, en la palabra “propiedad”, son la parte de “piedad”, ya que esa piedad se refiere a la materia apartada de su lugar natural y transformada mediante la práctica: eso es lo que son las piezas. Habrá que indagar cómo es que las cuestiones teístas se inmiscuyeron en la práctica laboral: son sobredeterminaciones pías que comprenden a la producción y la ordenan como parte del modo de vida que los creyentes suponen que debe ser, incluso desde las legislaciones estatales, en lo que es la apropiación de las piezas fabricadas, su reinserción en el orden pío.

La apropiación de los productos fabricados se nota no sólo en que el mercado y el comercio deban sus nombres a Mercurio, sino que responde al fetichismo de la mercancía, mediante el cual a los bienes se les añade el valor abstracto. El valor de cambio es un sucedáneo del teísmo, porque añade una abstracción innecesaria a los bienes concretos, que éstos no tienen por sí mismos. Comparte con la apropiación la lógica de agregar a las cosas un plus imaginario que existe por invención subjetiva, aunque luego esa invención se objetivice al socializarse, porque el valor de cambio sigue siendo imaginario: depende de que la humanidad lo recree para ser; no existe por sí mismo, como los dioses.

A su vez, “fetiche” viene del latín “facticius”, que es “ficticio”. El comercio, entonces, es fetichista porque el valor de cambio es ficticio, y es fideísta porque la fe es un pensamiento que se añade a las cosas sin que a quienes hacen esa anexión les importe que las cosas se correspondan con esa idea o no. La religión y el comercio comparten la lógica de priorizar las ideas subjetivas por sobre las cosas y pretender que las cosas se amolden a las ideas subjetivas, en vez que hacer las ideas a partir del conocimiento de las cosas en sí mismas.

2. La transición al socialismo cubana es un capitalismo estatista y pequeño, o mediano, que supeditó la acumulación a las necesidades sociales, con gobierno centralizado, acoso imperialista y demás.