Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

martes, 27 de diciembre de 2016

La dependencia monetaria y la mala práctica

Algunas de las chantadas obreras responden a que dependen de sus salarios para vivir, por lo que no pueden optar por criticar las tareas que tienen que hacer de manera tal de corregirlas antes de hacerlas, o de desistir de efectuarlas. Entonces, van, cometen las malas prácticas, y las padecemos, igual que ellos padecen la pena por haber obrado mal. Es un asunto importante que suele estar silenciado. Entiéndase que las obras suelen tener sus bondades, pero también sus males, y eso según cada cual. Los obreros de la industria armamentista, y de aquellas que la proveen, participan del desastre que se está haciendo con su producción, y no siempre es que no tienen otra opción para vivir, sino que a veces, por su ignorancia, o su negativa a darse cuenta, o su mala ideología, están a gusto, con un disfrute poco grato, porque sus coterráqueos no les celebramos sus tareas, ya que nos hacen daño.

En la academia el asunto se replica con las malas teorías, esas que no explican bien la realidad, a las que se ven forzados los intelectuales porque, para ganar su sustento, tienen que publicar sus trabajos sin poder tomarse el tiempo suficiente para reflexionarlos, y después hay que leerlos, siendo que son muchos, y muy extensos a veces, y con ideas confusas, o erradas, por lo que la conciencia humana queda tarada para la política, lo que nos dificulta la convivencia; y además la realidad es compleja como para entenderla bien, y eso requeriría de debates libres y sociales, que no se están dando, porque la comprensión de la realidad debe ser social para ser suficiente, en tanto que la práctica humana es social. De allí, pero no sólo por eso, que la humanidad esté algo mal ordenada, pero me faltó aclarar que los universitarios también ayudamos a convivir bien.

Más o menos así estamos violentados todos, e incluso los empresarios, que si no apresuran las cosas por la fuerza quedan rezagados en la competencia, corren el riesgo de quebrar, pero además también presionan para quebrar a sus competidores, a la vez que participan en la producción de la que vivimos.