Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

viernes, 23 de diciembre de 2016

Para la autocrítica progresista gubernativa

El error más grande que cometió el progresismo latinoamericano del ciclo gobernante seminterrumpido es el de su alianza con el capital privado, que le favoreció que se fortaleciera y lo depusiera en cuatro países. El capital privado tiene responsabilidad en los crímenes del último ciclo dictatorial del subcontinente, y en los delitos financieros, ambientales y laborales, entre otros, de la etapa liberal ortodoxa postdictatorial, y su alianza con los gobiernos progresistas dificultó que se lo enjuiciara, pero además, estos gobiernos, le dieron mucho dinero del estado, haya sido mediante los subsidios, mediante el pago de las deudas estatales ilegítimas, por la vía de la concesión de obras públicas y demás, aparte de que les cobraron pocos impuestos, porque el modelo proteccionista requiso de grandes inversiones y de la actividad de las grandes empresas, ya que las políticas sociales redistributivas se financiaron con los tributos que se les tasaron. Algunas de las transferencias de recursos desde los estados al capital privado son más difíciles de deponer, pero sin duda que es un tema resoluble, porque el pago de las deudas estatales es cesable, o reducible, porque los subsidios, e incluso algunos de los contratos de inversión en megaemprendimientos, son suprimibles, o modificables, y porque la obra pública no es siempre necesaria, y se la podría adjudicar a empresas cooperativas, o medianas y pequeñas, y si no queda otra opción a las grandes, aparte de que se puede relanzar una reforma tributaria progresiva. Los recursos necesarios para las políticas sociales podrían obtenerse así, y es muy probable que superarían a los conseguidos mediante el cobro de impuestos al capital privado, que fueron poco fructíferos, en el balance final, porque la cantidad de empleos generada por los megaemprendimientos es pequeña, y destructora de otros de las economías locales, y porque requiere de grandes subsidios, de una complicidad con la trama corrupta oligárquica, de la degradación del enjuiciamiento de la connivencia empresarial con las dictaduras, del deterioro del entramado social y de la represión a los movimientos sociales que se oponen a ser perjudicados por las obras, o sea, que el modelo desgastó a los gobiernos progresistas porque fortaleció al capital privado y debilitó a las clases populares, que son su base de sustento. Habría que contemplar la posibilidad del desarrollo económico con recesión, e incluso con decrecimiento, ya que podría reorganizarse a la economía de manera tal que el producto bruto se aminorara a la vez que la población estuviera bien incluida en ella.

Alguna relación tienen que establecer los gobiernos progresistas con el capital privado, pero a sabiendas de su deshonestidad y de su capacidad para corromper a los funcionarios se la tendría que acotar a lo mínimo indispensable, y se podrían crear mecanismos para el control social de sus emprendimientos con el estado. En particular, cabría que los gobernantes progresistas dejaran de impugnar a quienes elevan sus críticas ante las maldades de estos negocios, y más aún que las acepten y que promuevan la participación de los afectados en la relaboración de los malos proyectos.


Lectura

Claudia Korol (coord.), Resistencias populares a la recolonización del continente, Buenos Aires, CIFMSL, Pañuelos en Rebeldía y América Libre, 2010, primera y segunda partes.