Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

jueves, 29 de diciembre de 2016

Porqué prendió la retórica macrista, con anexo

El discurso de la campaña electoral del macrismo, y el que utiliza ahora que gobierna, obviamente es retórico: ya comprobamos que varias de sus promesas proselitistas fueron incumplidas, y lo mismo sucede con sus dichos posteriores. En parte, el discurso macrista no miente deliberadamente, sino que sus adeptos reproducen los razonamientos del catolicismo liberal oligárquico, que comprenden mal a la realidad, pero el asunto no es fácil de discernir porque la realidad es compleja, y contiene artimañas disuasivas, pero los ideólogos macristas percibieron el descontento social con la política kirchnerista, descontento que responde, por un lado, a las maldades que se le cuestionan usualmente, como los casos de corrupción, el patoterismo y demás, que muchas veces se le señalan para la contienda política, más que para la obtención de justicia, y por otro lado, que es el más importante, hubo una frustración dada por el modelo, ya que el catolicismo es frustrante, por estar mal concebido, el capitalismo es malsano y el proteccionismo intensificó la actividad productiva laborista, lo que sumió a la nación en tareas excesivas, tornándola abatida, desganada y aburrida: los obreros tenían que celebrar la inauguración de fábricas en cuyas leyes de funcionamiento no podían incidir. Aceptaron al modelo porque temían quedarse sin trabajo, y no tener un ingreso para mantenerse, pero perdieron el entusiasmo.

El macrismo les prometió una fiesta con globos de colores y alegría, y mantener lo bueno y corregir lo malo, y eso es lo que mucha gente quería, y con razón. Lo que pasa es que era una promesa falsa. Los ideólogos macristas comprendieron las aspiraciones imaginarias de la nación argentina, más o menos, y en general, relativas al modelo político y económico, no así al religioso, y cuestionando al productivismo keynesiano, y a la moral del cristianismo popular, pero no al capitalismo ni al catolicismo en sí mismos, aunque tuviese atisbos de credos alternativos, ese sincretismo posmoderno y globalizativo llamado “new age”, y entonces prometieron la satisfacción de aquel reclamo imaginario, como mera publicidad pragmática, a sabiendas de que la traicionarían. Entonces, además de la maldad oligárquica, a cuyas causas hay que dar a conocer, hay que generar conciencia social sobre la ignorancia de las masas, que se dejaron convencer por artilugios y que todavía a veces no entienden bien lo que está pasando. Criticar la falsa conciencia de las masas no es elitista, sino científico, y la falsa conciencia está muy extendida no sólo por la falta de educación, sino también por la religiosidad y por la manipulación comunicativa de los medios malos. En realidad, hay una sobrecarga educativa, para algunos, pero mal orientada, que coexiste con la que le falta a otros. La educación establecida debiera ser menor en cantidad pero más buena en calidad, y estar repartida igualitariamente.