Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

viernes, 26 de agosto de 2016

La rehabilitación de la filosofía de la historia

La filosofía de la historia existe, es la filosofía de la historia, la filiación, en el sentido de afinidad, al saber sobre la historia de lo que es, y en eso del universo, que tiene leyes, son regularidades en la forma en que se comportan sus elementos, pero que son históricas, factuales, por lo que varían cuando lo hacen, y los humanos no sabemos lo que fue antes del big bang, el gran estallido, pero no se puede decir con certeza que haya habido un dios que lo creó, a lo reconocido por la ciencia humana; de dios se puede decir que es una creencia, una fe o una incertidumbre, no se puede asegurar que se haya creado por sí mismo, y seguro no habría tenido forma humana, y menos de hombre morocho y barbudo como se lo idealiza vulgarmente. Por ende, es una idea descartable, a la que el conjunto de la humanidad debe cuestionar. A la humanidad lo menos que le corresponde es adoptar una idea agnóstica de ese ser y del pasado anterior al universo, hasta que se lo sepa bien; y, en realidad, cada humano debiera ser materialista: sostener posturas creyentes falla la práctica, y no es verdadero. Hace mal. Por eso es que hay tanta violencia histórica, que a la humanidad la hace sentir mal, así como daña al resto de la naturaleza, al explotar a la Tierra. A eso no lo pueden negar los industrialistas. El peronismo en Argentina vetó la solución al problema de la explotación terráquea porque fue y sigue siendo industrializador, y de mal modo, porque no concibe a la industria naturista, ya que el pietismo democrático lo inclina a concepciones pavorosas, porque es castigador, es católico, aunque moderado. El catolicismo porta un carácter castigador, que es el que soporta al sadismo, y que, como es falso, comprende a la historia del universo de mala manera, por lo que manda a hacer una práctica social mala, que se combina con los idealismos de las regiones terráqueas extracatólicas, el protestantismo, el islam, las religiones primitivas existentes, el rastafarismo, las mistificaciones que se les derivan, con todos sus horrores, como la cliterectomía musulmana o el barbarismo de las guerrillas de liberación ultrarreligiosas, y eso es poco decir. La filosofía de la historia marxista se equivocó al retomar la dialéctica idealista, porque eso le hizo suponer que la historia no es histórica, que responde a la dialéctica, que es una idea, basada en tesis. Las tesis son derivados del teismo, y las creacionistas son dioseras, pero la historia que conocemos hasta ahora es, y tiene un modo de ser, lo que pasa es que a los humanos nos es inaprehensible entero, porque somos animales mónidos, descendientes de los monos, no podemos saber la historia del universo entera ni por lejos: averiguamos lo que averiguamos, y la mayoría de la humanidad lo sabe entrecortado, no conocen bien a la historia universal más que pocas personas, lo que hace practicar mal. La historia humana está llena de violencia, y no va a dejar de estarlo mientras que exista la creencia, y científicamente se la reduciría, no es que se la terminaría, si se cientizara bien, si se verara la conciencia social humana. La filosofía de la historia no sólo que es necesaria, sino que es obligatoria para toda la especie, porque así, tal como es ahora, practica mal. No se puede prohibir la crítica a la religión, y está prohibida. ¡Lo que omitieron criticarla los peronistas! Decirles populistas no debiera ser tomado como un insulto, porque el populismo es una concepción histórica, hablar de populismo no es insultar para mí, lo que pasa es que el populismo, para corregirse, debiera ser holista, porque si se centra en el pueblo no puede entender bien al resto de la totalidad, y entonces le falla la práctica, y el holismo no puede lograr que la humanidad viva bien mientras que haya la violencia. A eso los sacerdotes no sólo que lo tendrían que reconocer, dado el alcance del saber actual, sino que además tendrían que promover que se lo supiera. Así, con creencia, no se puede terminar la crisis mundial violenta. Reconocer la realidad verdaderamente es un deber humano, al que debe cada quien de los humanos, los sacerdotes también, y los fieles, todos los creyentes. Si no, van a sufrir. Sufren en vano, y hacen daño, por creer, lo que los hace sentir mal y lo que hará sentir mal a las próximas generaciones si no lo cambiamos, eso es algo que ya tendría que haber sido reconocido por la humanidad abiertamente hace tiempo, y sin embargo lo cuestionan, y hasta mataron por decirlo. Hubo mucha gente matada por los idealismos, y va a haberla más. No sólo por los asesinados que habrá a causa de ser heréticos, sino porque a la humanidad pietista le falla la práctica necesariamente, no puede no fallarle la práctica, y al idealismo soviético le pasó igual. El idealismo socialista también puede equivocarse, aunque sea socialista, pero por lo menos reconoce el origen material de la historia. Toda la humanidad tiene que ser materialista. Eso, por más que lo discutan deberá seguir siendo así. Por más que maten a la gente materialista los teistas, la humanidad va a seguir queriendo gozar de la vida, y los teistas sufrirán, porque se someterán a regímenes de vida injustos, por fidentes. Así que van a tener el mismo problema las futuras generaciones, aunque lo niegen las autoridades máximas de las iglesias. Es un problema conceptivo. Si la humanidad conceptúa mal, hace mal, pero los ganadores de hacer el mal se sienten mal también, y se lo seguirán sintiendo, es natural, son animales mónidos, tienen sentimientos comunes. La mala práctica que cometen les apena, así que no pueden superar la pena con fidencias, eso para los creyentes, si quieren vivir bien la vida, en vez que sufrir para la muerte, con esa idea de que si no lo hacen el alma se les iría al infierno por siempre, o al purgatorio primero, que ni saben que es falsa. No saben ni que el infierno, el purgatorio y el cielo son mitos, que no existen en la realidad objetiva, extraimaginativa: el centro de la Tierra está lleno de lava, no hay ni hubo diablos ahí, ya lo estudio la geología; el purgatorio es mentira y el paraiso celestial también. Después de morirse el cuerpo de cada humano, el alma humana muere con él, no se va para otra parte a que la juzguen los dioses, eso es un mito, que ya fue refutado por la psicología. Lo que sucede es que la gente que queda viva una vez muerto alguien lo recuerda, y en eso rememora, lo recrea en su imaginación, eso es la persistencia del alma después de la muerte, y también recuerda el mal y el bien que le hicieron las generaciones anteriores, hay una crítica del pasado, que juzga a la historia de la humanidad y a sus faltas, pero no como pecados, como fallas a la ley canónica eclesiástica, sino como maltratos a los congéneres y a los seres de las otras especies, pero eso a los humanos muertos ya nos les afecta, porque lo que queda es el recuerdo del alma, no el alma en sí misma, que muere con el cuerpo. El especismo no es malo en sí mismo. Hay que rescatarlo de la crítica injusta que le hicieron los anarquistas, porque el especismo puede no suponer que la humanidad es una especie mejor que las otras, aunque es la dominante, porque construye casas, los domos, no obstante donde no hay humanos, y entre nosotros, hay otras especies que hacen sus casas, pero de forma natural, sin contaminar. La emanación tóxica de los seres vivos extrahumanos es muy poco comparada con la humana, y hasta hubo quienes decían que el problema de la capa de ozono era por las flatulencias de las vacas, a ese nivel de irrealidad llegó la especie. Hay la soberbia humana, que se propone estar por sobre las demás, e incluso una jerarquía dentro de sí, la jerarquía social humana, erigida en clases sociales, que también son históricas, son una conformación de clases humanas a consecuencia del recorrido histórico de la especie, y está mal, por eso se siente la culpa, es el castigo por desprecio de los golpeados por la mala práctica, que se lo hacen entre pietistas porque practican mal, aunque eso se generaliza en la sociedad junto a los yerros materialistas. Son prácticas de humanos en pugna, que hacen a la pelea humana actual. Muchos quieren tener razón y mandan a hacer sin tenerla, y a los que no les gusta los golpean, pero eso les hace sentir mal, les da la culpa, que se siente feo. Nadie en su sano juicio quiere vivir con culpa, porque se siente mal, pero mucha gente vive con culpa, son interiorizaciones psíquicas de los golpes psicológicos dados por quienes recibieron traumas por práctica mala y, como son generales en el credismo, la credencia, la humanidad creyente suele tener culpa, sobre todo cuando está en los estratos altos de la sociedad, porque el propietarismo requiere de mucha práctica violenta, pero eso se replica, aunque menos, en los estratos medios y bajos, que son menos propietarios, lo que no agota al tema porque hay prácticas extrapropietarias, que también son juzgadas por aquellos a quienes les afectan. Esto es comprensible desde un clasismo terráqueo, que a su vez tiene una forma pautada por el conflicto interimperialista, traducido como competencia entre potencias, forma liderada por Estados Unidos y secundada por Europa, China, India, las potencias del sur asiático, las sudafricanas, Brasil, Japón, Australia y las otras naciones, son muchas más, a su vez articuladas en bloques regionales, que se rearticulan permanentemente en tanto que sucede la competencia idealista y capitalista internacional. En América Latina está en entornamiento la UNASUR y el MERCOSUR, aparte de la ALBA, porque Brasil y Argentina tienen gobiernos nacionales que se alían con el imperialismo estadounidense, en un proceso de reprivatización, de reforzamiento de la privatización previa, porque el capital es trasnacional. El capital nacional es parte de las naciones, y en algo las atravesó: hizo a un comercio trasnacional, incluso el del capital pequeño, que se refleja de distinta manera en los recorridos turísticos, en que el empresariado atraviesa fronteras nacionales, y el proletariado asalariado también, y hasta el lumpenproletariado de hecho. El capital bajo es proletario respecto del medio y del alto, pero mandante del proletariado asalariado, que a su vez se intraestratifica en subclases superiores a las del lumpenproletariado, y eso con mandatos y obediencias inversos. Un análisis clasista mundial tiene que reconocer eso, las líneas de mando y obediencia intraproletarias, que también tienen males. El proletariado tampoco hace todo bien, pero no manda en el sistema social humano vigente en el planeta, y hay varios bloques intrarregionales más. En África hay por lo menos dos, y de África no sé casi nada, pasan un montón de cosas de las que no tenemos ni idea, todos los días, mientras que se nos fue el tiempo en frivolidades. A eso el progresismo lo tiene que reconocer. Mientras que transcurre la historia presente, el progresismo conoció la frivolidad, y la practicó. Los humanos tuvimos un montón de propiedades, que al vencerse pasaron a retiro, se las tiró, en los basureros y en donde haya sido. Por todos lados, en las ciudades, hay propiedades vencidas. Eso es una frivolidad, un mal vano al que se podría corregir mediante la fabricación ecologista, porque las cosas cuando se rompen no se degradan biológicamente, quedan tiradas, están ahí, en el medio ambiente, y al desarmarse sus partículas quedan volando por ahí, o se instalan en el agua y la tierra. Esa es una de las cosas que tiene de malo lo frívolo, y no puede no ser la frivolidad con un exceso en la producción de propiedades, porque las propiedades no son biodegradables, y su fabricación contamina, lesiona a la naturaleza porque contamina al entorno inerte, al que ella absorbe: la humanidad abusa de propiedades como si fuéramos niños con juguetes malos, a los que vamos dejando tirados por ahí mientras que nuestros deseos de posesión de bienes van cambiando rápido, de lo que nos proveemos de otras cosas, a las que tiraremos pronto, lo que no sería tan malo si fueran biodegradables. Las clases ultrarreaccionarias, que junto al capital liberal lideran a los imperios y a las subpotencias regionales y nacionales, también se lesionan por la explotación, por lo que el privatismo mundial también está explotado, obviamente vive mal, pero no puede vivir bien si no deja de creer y acumular. Es que la creencia, combinada con el liberalismo, lleva al hábito compulsivo producente, ya que los fieles de clase alta ordenan su práctica social de acuerdo a las prohibiciones eclesiásticas y a las disposiciones de las universidades privadas y las legislaciones estatales, aunque incumplan sus leyes, y la concepción mala que tienen de sí mismos, por hacer mal, les disgusta, lo que los frusta y los lleva a la violencia, cosa que le pasó también al idealismo socialista. El mandato religioso es incumplible, no lo cumplirán, porque no se lo puede cumplir del todo, y mientras tanto sufren, por desobedecerle y por hacerle mal a otros. Es incomprensible que se viva así, y no se lo puede cumplir porque somos animales, descendientes de los monos, no nos inventó ningún dios, ni Alá, ni Ganesha, ni Yemanyá, ni Jah, ni ningún otro, por lo que sus leyes son un invento fallido, igual que lo es la pretensión de que nos sujetemos perfectamente a reglas ideales. Esas leyes tienen aciertos, pero se los debiera entender en un paradigma materialista. En tanto que eso no esté resuelto la humanidad va a sufrir más de lo que debiera ser. Es que hace falta una determinación respetuosa del idealismo y de su modo acumulativo moderno, basado en la crítica de las religiones y de su práctica histórica, que tendría que articularse con el análisis del propietarismo. Así se entendería la imbricación entre la práctica conceptiva y la económica, en la que están los otros órdenes sociales. No es que sean prácticas humanas netamente diferenciadas, son clases de prácticas relacionadas por concepciones históricas que las guian más o menos bien y mal, y en los malos casos hacen que la práctica humana sea accidental, cuando no malintencionada y a propósito, por la neurosis patológica causada por la opresión religiosa del privatismo y los demás idealismos, secundariamente o no según el caso. Las religiones causan neurosis, porque asustan a las personas con sus relatos. Los democratacristianos no pueden negar que los mitos religiosos asustan, porque los conocen y creyeron en ellos, igual que asusta la lesividad de la violencia. El pietismo detestó a la filosofía de la historia, porque es atea, y la invalidó con argumentos excusativos, de las maniobras tramposas privatistas, que son sacerdotales. El sacerdocio es excusativo, porque sus partícipes se acusan, se corren entre sí, y tiene una cultura de la manipulación de la conciencia, porque reflexionaron sobre eso en los conventos, que además tuvieron serias intrigas por el sentido de la interpretación de los libros considerados sagrados y las pujas jerárquicas intrasacerdotales, así que luego, ante la aparición de la filosofía de la historia, la ciencia teista la impugnó, con el argumento verdadero de que la historia no obedece a la dialéctica, y la dejó caer, con el fracaso del socialismo gubernativo posterior a la revolución rusa, que además de todos los crímenes que cometió hizo entrar a las repúblicas soviéticas a la modernidad, así como las modernidades occidental y oriental tuvieron una violencia terrible. La modernidad hasta ahora fue bastante mala, porque la humanidad mide mal, porque piensa mal, ese es nuestro recorrido histórico hasta hoy, y tuvo sus bondades, y muchas, pero la humanidad existe, y si no sucede nada extraño existirá, así que la gente seguirá con el dilema de cómo comportarse, que es relativo al de qué es lo que es. La ciencia de la historia, lo que enseña es la historia de lo que es, según lo que la humanidad conoce, y es pensable que exista algo más allá de lo conocido, por fuera y anterior al inicio del universo conocido por la humanidad, de lo que hay que reconocer ignorancia. Ese es un planteo correcto.