Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

martes, 30 de agosto de 2016

Punir, pena, piña

La relación etimológica entre la punición y la pena es clara, pero ambas están relacionadas a las piñas, porque la punición es el castigo que se da a los que se considera en falta, lo estén en verdad o no, y ese castigo es culpabilizante, golpeador: por eso apena. Las penalizaciones son golpes sociales, sean estatales o no, y se dan cuando los grupos, o individuos, se convencen de que otro u otros se merecen recibirlas y las concretan. Ahí hay un problema de comunicación, porque, bien por la diferencia idiomática, o por la imposibilidad de comunicarse, sea porque los actores no son concientes de lo que les molesta, o porque su comprensión de la realidad está falseada, o lo que fuere, el conflicto no se verbaliza lo suficiente, y se le busca una resolución violenta. En el caso de la punición de las naciones pietistas, el problema principal es que como tienen una comprensión fallida de lo que es el deber ser humano, le ordenan a las personas que cometan prácticas desagradables, por lo que éstas, cuando pueden, las desobedecen, o se comportan mal debido a los traumas recibidos a lo largo de la vida, cosa que no es exclusiva de las clases media y baja, sino que atraviesa al conjunto social. En las naciones de gobiernos ateos el problema sucede en términos de la concepción desarrollista, que es la dominante. Son distintos idealismos, pero el socialista es más verdadero que el pietista. En esta cuestión también inciden otros factores constituyentes de las identidades sociales, aparte del religioso, el político y el económico, como lo es el patriotismo, el nacionalismo y demás, y en menor rango los definitorios menores, propios de las subclases sociales, no sólo en materia socioeconómica, sino también en la de las subclases culturales y demás, en que las personas se acusan en las pujas por los meso y micropoderes.

Un problema serio con este tipo de abordaje de los conflictos interpersonales es que los supuestos justicieros se atribuyen a sí mismos el derecho de maltratar a los delincuentes mediante la penalización, lo que es una forma de la violencia legal, que es ilegítima porque es violenta. Es un tipo de justicia falsa, porque disgusta.