Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

viernes, 26 de agosto de 2016

Es la humanidad la que vive de explotarse

Una de las hipocresías que afecta al socialismo en general, desde el anarquismo a la socialdemocracia, es la idea de que hay explotadores por un lado y explotados por el otro, y que los primeros viven de explotar a los segundos mientras que éstos no viven de la explotación ajena. Esta idea está trayendo muchas taras a la política emancipatoria, porque desvía la lucha por cauces inconducentes. Por un lado, habría que decir que la clase empresarial, sea de empresarios de subsistencia, de capitalistas incipientes o de los consolidados, que son los considerados propiamente capitalistas, es explotada: padece una violencia más o menos permanente, una opresión que los fuerza a estudiar en la primaria, la secundaria y la universidad bajo ritmos superexigentes, o a suplir esos estudios informalmente cuando no los realizaron en el sistema establecido, a conocer las leyes que regulan su actividad, a sujetarse a ellas, con todo el tramiterío que eso implica, a desempeñar sus funciones de contratación de obreros, consecución de materias primas y de los medios productivos edilicios, la maquinaria y demás, aparte de tener que atender a las inspecciones estatales, a la contabilidad, a los reclamos laborales, a los sindicatos y a los cambios en la política gubernamental que les afectan, y que responder a los imperativos de la competencia, a veces desleal, y ocuparse de su vida familiar y sentimental, si es que no también religiosa, y tantas otras cosas más, como cuidarse la salud, lo que apareja que se corrompan, porque tienen un nivel de exigencia alto en unas circunstancias fallidas en las que es imposible que consigan comportarse de acuerdo a lo que se supone que debiera ser. Entonces, habría que reconocer que la explotación es transclasista, pero además el socialismo debiera admitir que el proletariado también vive de la explotación ajena, porque los bienes que consume para mantenerse son producidos mediante la explotación de la tierra de la que se extraen las materias primas, de los obreros del sector primario, de los del transporte y la fabricación, de los empleados administrativos estatales y a fin de cuentas de todo el circuito social humano y natural envuelto en la economía. Entender esto sirve para dejar de plantear las reivindicaciones en términos del reparto del producto bruto exagerado, aunque debe hacerse uno suficiente, y concentrarse en una reforma productiva que permita una producción sin explotación, que no podría ser en términos idealistas.

Desconocer aspectos de la realidad importantes, como lo es la explotación del empresariado, causa que la crítica se torne degradante, o agresiva, en vez que progresiva: inferiora, o retarda, o supera poco, en vez que algo, o mucho.