Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

jueves, 18 de agosto de 2016

Deseo y fetichismo sexuales, y arquetipos

La incapacidad humana para reconocer bien al deseo sexual y darle cauce, lo que no necesariamente habría de ser mediante la práctica sexual, ya que hay sus sublimaciones gratas, apareja una serie de aberraciones sociales ligadas al fetichismo sexual, que es la comprensión mala de la sexualidad, cercana a la mitología porque el fetichismo es de raigambre religiosa, lo que concluye en la calidad fiera de algunas de las estigmatizaciones sexuales, como la de “virgen” para las que no tuvieron relaciones sexuales presenciales, o “cornudo” para quienes sufrieron infidelidades ˗y noten que el concepto que se utiliza para designar al engaño sexual es la “infidencia”, la falta a la fe˗, y otras tantas que pueden no ser pietistas. Existe “puta” para las mujeres promiscuas, o su versión masculina para los hombres homosexuales, “marica” para los afeminados, “tragasables” para los que besan vergas, “torta” para las mujeres homosexuales masculinas, “motherfucker” para los que cojen madres, “pata de lana” para los amantes de mujeres en pareja, y así, pudiéndose darle a esos términos otras acepciones según el caso, lo que redunda en todo un repertorio lexical agresivo, con el que las personas reprimen la sexualidad. Así, en tanto que cada quien tiene un deseo sexual más o menos permanente y que apunta a muchas personas mientras que varía, cada quien tiene que lidiar en secreto con él, a la vez que en las relaciones sociales se trata al tema mediante su mala comprensión, y con palabras hirientes, que dificultan socializarlo y concretarlo, lo que apareja una frustración amorosa recurrente para cada cual de las personas. La coerción ocasionada por la represión favorece a la monogamia heterosexual, porque esa es la concepción sexual socialmente aceptada en general en Occidente, y en Oriente y los demás lugares terráqueos pasa algo parecido pero con otras formas, ya que las religiones y demás concepciones dominantes les pautan la sexualidad de distinta manera, pero sin comprenderla bien tampoco. No obstante, no es cuestión de atacar a la monogamia heterosexual, porque es un modo de relacionamiento, sino de ordenar bien a la sexualidad humana, lo que depende del orden social en general.

Asimismo, a las mujeres acicaladas se les dice “coquetas”, que es como decirles “cornudetas”, porque “cocu”, en francés, quiere decir “cornudo”. En castellano está la canción esa de “duérmete niño, duérmete ya, que viene el coco y te comerá”, en la que el coco es el diablo, un monstruo con cuernos, pero las coquetas no son cornudas en realidad, porque las mujeres son de cráneo superior ovoidal, sino que se las estigmatiza porque no obedecen al modelo pietista para las relaciones sexuales: son mujeres excitadas que incitan a relaciones sexuales por placer amoroso.

En el fetichismo sexual operan los arquetipos, esas figuras arcaizantes provenientes de la mitología, que fueron exaltadas por el fascista Mircea Eliade y cuya esencia está en los tipos ideales weberianos. El populista Horacio González también los reivindicó, porque hay una tradición pietopobrista que los rescata y que está presente en el peronismo, pero el socialismo también lo reprodujo, en particular al haber adoptado un carácter diablista. El chicanerismo prostibulario es bastante dado a él, igual que la cultura gay del mundo del espectáculo. Cuando el peronismo reivindica a la sabiduría popular presente en los refranes, que son arquetípicos, también debiera reconocer que, a la vez que ella existe, también existe la ignorancia popular, que hace no sólo al teismo sino también al apoyo popular a las políticas de derecha, sea en sus versiones de extremas a moderadas, lo mismo que hay falencias y aciertos en la clase alta mundial. Ahora bien, admitir que el pueblo tiene sus maldades y que la elite sus positividades no quita que suceda lo inverso, ni la necesidad de la igualación social.


Lecturas

Mircea Eliade, El mito del eterno retorno. Arquetipos y repetición, Madrid, Alianza, 1982; Tratado de historia de las religiones. Morfología y dialéctica de lo sagrado, Madrid, Ediciones Cristiandad, 2000.