Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

jueves, 18 de mayo de 2017

Materialismo, proletariado y diablismo

El materialismo es una filosofía universitaria, pero baja. En el conjunto de las filosofías universitarias, las altas suelen ser divinizadas elogiosamente, y son proclives a la alta teología, porque las universidades aristocráticas son teológicas, y dentro de eso hay teologías estrictas, que son las excluyentes, las elitistas, las más propensas a la especulación, que se corresponden con el liberalismo financiero, y teologías indulgentes, que son democráticas, más dadas al materialismo, pero aún teístas, cuya teoría política y social tiende a ser populista, laborista y proteccionista. El materialismo histórico, dentro de esa divinización, tiene el rol diablero, porque es más propenso a la desobediencia al cánon eclesiástico, dentro de lo cual está la libertad sexual, que es categorizada de acuerdo al mito de los cuernos en relación a la fidelidad conyugal, pero esa categorización es fetichista, y aquél también tiende a aliarse con los perdedores del sistema social, lo que está en concordancia con la idea de que el diablo pierde en su lucha con dios, cuyos representantes terrenales, en el marco de este relato delirante, vendrían a ser los oligarcas, porque son los que más aparentan guardar las formas establecidas: por eso hay una cercanía entre el materialismo y las filosofías malditas, que debe ser superada mediante una comprensión verdadera del asunto. No por casualidad las órdenes materialistas históricas, incluyendo entre ellas al anarquismo, porque es materialista e histórico, aunque no lo haya asumido explícitamente y suela extraviarse en el misticismo, tienen al rojo como color emblemático, en tanto que la democracia cristiana progresiva tiende al celeste y la conservadora al azul oscuro. Asimismo, el materialismo es proclive al proletariado, que está más alejado de las instituciones dominantes, aunque en gran medida sea religioso, y que se caracteriza por su desobediencia relativa al cánon apesadumbrante, prefiriendo al ludismo y a la sexualidad con fines amatorios, pero todavía mal ordenados, no sólo por la coerción desde arriba sino también por nuestros propios errores. El materialismo, el proletariado y el diablismo merecen una crítica que los depure de sus malos aspectos, lo mismo, pero de diferente manera, que debe ser para la capitalesía, el teísmo y el idealismo fiero. El diablismo es descartable porque es una mala concepción.

El uso de los colores remite, en el caso de las concepciones materialistas, a la lava del centro de la Tierra, donde se supone que está el infierno, que es fogoso: es un motivo argumental ligado a lo bajo, al fuego y a la tierra, que es una materia dura, así como el materialismo es proclive a la concretud maciza. En el caso de las concepciones dioseras el celeste y el azul son los colores del cielo, donde se supone que está dios, claro por lo iluminista en la religiosidad popular y oscuro por lo oscurantista en el fanatismo privado, así como ambas propenden a enaltecer a la materia abstracta, aunque más en este último, porque creen que dios es un ser puro, de materia abstracta. En el caso del anarquismo, el color negro, que acompaña al rojo, remite a la muerte, porque es una concepción tendiente al suicidio, de un fanatismo mortificante.