Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

jueves, 25 de marzo de 2021

Para las querellas periodísticas y sobre la delación de la infiltración a las organizaciones progresivas

 No toda la ley gobernante sale por decretos, del parlamento o de las asambleas constituyentes, porque los jueces sentan jurisprudencia, que es gobernante porque el poder judicial es uno de los tres poderes del gobierno. Además, ya hay ley sobre el periodismo, por lo que, si bien hacen falta reformas y un tribunal particular, se pueden hacer querellas a la prensa, que serían precedentes para las que haya en el futuro y servirían para ordenar el desastre informativo vigente, lleno de noticias falsas, datos equivocados, explicaciones deshonrosas, operaciones encubiertas, complicidades delictivas, placas mal escritas y los demás fraudes del rubro, no todos los cuales son graves. El enjuiciamiento de la guerra legal, la llamada "lawfare", con su faceta de prensa, será necesario para encausar la lucha política por la vía pacífica y no por la de las armas, que es mejor que permanezca latente, a no ser que no quede otra opción, lo que hasta podría ser en ofensiva, pero eso en condiciones muy particulares, porque el ejército dominante es muy poderoso como para ganarle, es decir, que no se lo debe atacar mientras que no se lo pueda vencer con pocas pérdidas, lo cual debiera ser decidido abiertamente por el conjunto de las fuerzas revolucionarias, que no lo van a debatir porque están muy peleadas entre sí y para las que el pase a la clandestinidad es peligroso porque puede que estén infiltradas. Serían guerrillas con militares encubiertos dentro de sus filas, que les delatarían los planes insurreccionales ante el ejército constitucional. El pase a la clandestinidad llevaría a una política perdedora, y hasta podría ser fomentado por agentes infiltrados, como parte de una estrategia destructiva, que también se la puede ejecutar en períodos legales, por lo que los partidos socialistas deberán descubrir y denunciar su infiltración, que es legítima cuando es por razones de defensa estatal, pero que en general no lo debe ser. Los partidos de izquierda estarán en una posición política grave mientras que no se haya resuelto bien el problema de su intervención militar por parte del ejército y la policía ordinarios, lo mismo que los movimientos, por lo que también habría que querellarla, como parte de un debate social sobre el modo privado de tratar a las organizaciones populares.

 Un defecto de la recusación general al progresismo hecha desde la izquierda es que, como no se reconoce bien la relación de fuerzas, al no admitirse bien la adhesión proletaria a la derecha, a la extrema pero también a la moderada, la caída de las presidencias progresistas termina con reemplazos privatizadores, o sea, que es un deceso involutivo, cuando lo que se necesita para madurar la concreción del socialismo es uno de avanzada. No es que haya que optar por la revolución o la reforma, sino que hay que combinarlas como corresponde, de acuerdo a los factores importantes de la estrategia. A la vez, el triunfo de los conservadores le perjudica la vida a la propia militancia radical, por lo que no le conviene. Esta época, al menos en lo inmediato, tiene que ser de reformismo progresista, dada la exigencia política de la sociedad, que en su mayoría es de obreros pobres. La transformación más revolucionaria requiere que las masas demanden explícitamente al socialismo, lo que puede darse pronto en pocos países y se da en algunos con poca socialización de los grandes medios productivos, así como demanda buena articulación superestructural, por lo que hace falta una campaña para que se lo debata mucho, cuyo despliegue sería favorecido u obstaculizado por la presidencia que haya, que dependerá del voto universal, es decir, que la intención y la puesta del voto son condiciones ineludibles para la intensidad del cambio histórico. El voto, sea fraudulento o no, tiene un efecto por años, hasta que caduca su período de validez, por lo que, a corto plazo, establece regularidades fuertes, aunque tampoco absolutas, que se encuadran en la ley suprema, que también se transforma de a poco cuando no revoluciona de lleno, y unas pocas veces su validez se interrumpe, cuando el gobierno votado cae. La derecha extrema defraudó la democracia mediante las mentiras proselitistas, y la moderada sigue cumpliendo las leyes, no todas las cuales debieran ser obedecidas, pero también lo hace con apoyo popular, así que ahí hay una discusión a dar con parte del pueblo. Para una revolución con buen éxito hace falta complementar bien la infrestructura con la superestructura sociales, para lo cual falta mucho porque esa es una tarea social, pero ese mucho no se sabe cuánto es. A veces la historia cambia de repente, y otras no, y hay cambios medianos y son reversibles, pero igual hay que lucharle las cuestiones menores, ya que unas y otras se combinan y entrecruzan. Desatender las menores también impide las mayores. Para medir bien el tiempo de la política inmediata hace falta una crítica suficiente del conservadurismo obrero. Con una idea bien acabada de la política de cada actor social se debe poder procesar con buen suceso la modificación de la historia, pero esa sólo es una condición entre otras, a las que también hay que garantizar.

 Ejercer la presidencia bajo constitución socialista tiene el problema de que, como gran parte del pueblo o no es socialista o no entiende al socialismo tan al detalle como hace falta para que le aporte siempre de buena forma, la revolución impulsada desde arriba se dificulta, pudiendo caer, pero igual tiene que haber un buen impulso revolucionario desde arriba, al que habrá que definir bien. Una crítica política suficiente tiene que comprender bien tanto la infra como la superestructura sociales, y además haber sido bastante socializada. Recién entonces se podría implementar bien una socialización amplia de las grandes empresas, o sea, que la concreción del socialismo demanda de una etapa previa en que la ley mayor sea socialista sin que lo sea la economía, ya que la ley no basta para instalar el socialismo, pero es necesaria para plantearlo. La duración de este período depende de la resistencia de la derecha y de las fuerzas propias, lo cual se juega en las disputas más puntuales. Hace falta combinar bien los planos macro, meso y microhistóricos. Una tarea fundamental es la de refomar al ejército, ya que si éste no es socialista hay el peligro de sufrir golpes militares y una debilidad bélica constante, transformación que debiera apoyarse, en parte, en sus sectores moderados, que son los del progresismo liberal.